¿Ochenta años haciendo el ganso?

SRA. TEASDALE (Margaret Dumont): Espero que siga los pasos de mi marido.

RUFUS T. FIREFLY (Groucho Marx): ¿Qué les parece? No llevo aquí ni cinco minutos y ya se me está insinuando. ¿Dónde está?

SRA. TEASDALE: Está muerto (…). Yo misma estuve con él hasta el último momento.

RUFUS T. FIREFLY: Ahora sé por qué pasó a mejor vida.

SRA. TEASDALE: Lo abracé y lo besé.

RUFUS T. FIREFLY: Entiendo. Fue asesinado. ¿Quiere casarse conmigo? ¿Le dejó algún dinero? Conteste primero a la segunda pregunta.

SRA: TEASDALE: Me dejó toda su fortuna.

RUFUS T. FIREFLY: ¿Es cierto? ¿No ve lo que quiero decirle? ¡La quiero!

(Sopa de Ganso, Leo McCarey, 1933)

Rafael Azcona dijo en cierta ocasión que cuando estaba deprimido, con ganas de tirarse por la ventana, de mandar todo al carajo, volvía a ver Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935) para recuperar el optimismo que se le escapaba de entre los dedos. A mi me encanta Una noche en la ópera, de hecho me encantan casi todas las películas que protagonizaron los inclasificables hermanos Marx, y haciendo caso del maestro Azcona recupero las viejas/nuevas películas de los Marx cuando la sombra de la depresión planea por mi cabeza con la misión de que me haga olvidar los malos rollos, las ganas de tirarme por la ventana, de mandarlo todo al carajo.

Pero más que Una noche en la ópera si hay una película de los Marx que a mi todavía me hace llorar no de pena sino de alegría es Sopa de ganso, largometraje que cumple ochenta años muy bien cumplidos aunque en el momento de su estreno resultó un catastrófico fracaso que puso en riesgo la carrera cinematográfica de los marxistas hasta que el productor Irving Thalberg los fichó para que trabajaran en la Metro Goldwyn Mayer.

Así lo cuenta Groucho en su imprescindible Groucho y yo (1):

“Recuerdo la primera vez que nos encontramos con Irving Thalberg. Chico, como de costumbre, había combinado el encuentro en torno a una mesa de bridge. Thalberg dijo:

- Me gustaría hacer algunas películas con ustedes, amigos. Me refiero a verdaderas películas.

- ¿Qué le ocurre a Cocoteros, Animales locos y Sopa de ganso? ¿Va usted a decirme que no eran graciosas?

- Claro que eran graciosas –dijo–, pero no eran películas. Carecían de argumento.

-La gente se reía, ¿no es así? –preguntó Harpo– Sopa de ganso provocó tantas risas como cualquiera otra comedia que se haya filmado, incluidas las de Chaplin.

- Eso es cierto –reconoció–: era una cinta muy divertida, pero en una película no se necesitan tantas carcajadas. Voy a hacer una película con ustedes, con la mitad de chistes, pero con un buen argumento, y apuesto a que recaudará dos veces más que Sopa de ganso”.

Y como recuerda Groucho, Thalberg no se equivocó. Una noche en la ópera “dobló las recaudaciones de Sopa de ganso”.

Con todo, si hay una película de los hermanos Marx con la que me quedo y cura depresiones y otra clase de malestares físicos y espirituales es Sopa de ganso. Con permiso del señor Thalberg.

Thalberg inspiro al Monroe Starr de la novela inconclusa El último magnate de Francis Scott Key Fitzgerald, y fue un revolucionario, un visionario que marcó las pautas que hicieron rentable el cine que se cocinaba en el Hollywood de aquellos años.

En el caso de los hermanos Marx, sin embargo, y es una opinión muy personal, creo que su orientación quiso domesticar el espíritu anárquico de tan ilustres hermanos.

Y eso que disfruto mucho con Una noche en la ópera y Los hermanos Marx en el oeste. Me fascina incluso los números musicales. Ya saben, aquellas interrupciones en las que Harpo Marx aprovecha para tocar el arpa y Chico Marx el piano, pero sí que notaba en falta el caos, el salvajismo, la sucesión de disparates de los filmes anteriores de aquellos marxistas.

Y ese caos, ese salvajismo, esos disparates explotan libertariamente, sin cadenas, sin ataduras en Sopa de ganso que, a mi juicio, es su obra maestra. Su obra maestra para entender ese absurdo que es la vida. Este chiste que solo quieren teñir de tragedia los que no son marxistas.

Cuenta esta película, además, con una escena redonda.

Silente.

Perfecta.

Me refiero a la del espejo, esa en la que Pinky (Harpo), vestido como Rufus (Groucho), intenta convencerlo de que es su propia imagen reflejada en un espejo que se ha hecho añicos.

Suelto la carcajada cada vez que veo esta escena. Los ojos se me anegan de lágrimas mientras la depresión se va por el desagüe.

No sé hasta que punto está presente la mano de Leo McCarey en esta película, pero digamos que desde ese día me tomé muy en serio el cine que firmó este director. Hoy apenas reivindicado pero que cuenta con una filmografía en la que aparecen títulos que me hicieron entender el cine de otra manera.

Imagino que la mayoría de los que recalen en este post saben de qué va la historia de Sopa de ganso.

Una película, por otro lado, curiosamente actual por su contenido político.

Política con mirada marxista.

Viene a ¿narrar? el enfrentamiento entre dos naciones, Libertonia y Silvana, que mantienen un delicado pulso diplomático para no declararse la guerra.

Una guerra que al final explota.

Y que resulta absurda como son todas las guerras.

El gran Gila y su teléfono le deben mucho a Sopa de Ganso.

Carezco de teléfono, pero pienso que ochenta años no es para esta película que aún late con vida. Como si fuera ayer.

Que le hace cortes de manga al tiempo y a esa señora estrafalaria y excéntrica que es la Parca.

Luego es lógico que sea marxista.

Y que Groucho, Chico, Harpo y Zeppo Marx sean mis camaradas.

TRENTINO (Louis Calhern): Quiero un informe detallado de su investigación.

CHICOLINI (Chico Marx): De acuerdo, se lo diré. El lunes vigilamos la casa de Firefly pero él no salió. No estaba en casa. El martes fuimos al partido de béisbol. Pero nos engañó, no apareció. El miércoles él fue al partido, pero le engañamos; no fuimos. El jueves hubo un empate; nadie apareció. El viernes llovió todo el día, no hubo partido, así que nos quedamos en casa escuchando la radio”.

(1) Groucho y yo, Tusquets Editor, cuarta edición: septiembre 1977. Traducción de Xavier Ortega.

Saludos, “señores, puede que Chicolini parezca un idiota y hable como un idiota, pero no se dejen engañar, es idiota”, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “¿Ochenta años haciendo el ganso?”

  1. iván cabrera Says:

    Si te sirve de algo, yo también me quedo con “Sopa de ganso” de la filmografía de los Marx, lo cual no quita para que me gusten, hasta el hartazgo, “Una noche en la ópera”, “Un día en las carreras” o “El hotel de los líos”. 80 años no son nada para películas como estas, ¿cuántos cientos de películas no hemos visto mucho más viejas que y que mueren apenas unos años, incluso meses, después de su multimillonario estreno?

  2. Maite Lacave Says:

    Me sumo a los fans de Sopa de Ganso, sin ninguna duda la mejor.

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