De Kant a ‘La caballería roja’ de Babel

En Rusia, o en lo que queda de lo que una vez fue una unión de repúblicas socialistas soviéticas, un tipo le pega a otro un tiro porque discuten sobre Kant.

No he visto fotografías de los protagonistas de la noticia.

Noticia porque uno le pega a otro un tiro por Kant –Immanuel Kant– mientras hacen cola en una tienda.

Kant no es un futbolista.

Tampoco un político corrupto.

Ni siquiera un hombre con posibles.

Kant es Kant.

No me aclara ninguno de los despachos informativos que leo cuál fue la idea que provocó ese tiro.

BANG.

Hay que tener en cuenta, de todas formas, que en Rusia se toman muy en serio la cultura.

Tanto, que lo mejor de una generación de artistas desapareció en los calabozos o en Siberia gracias al camarada Stalin. Entre otros, un escritor y periodista llamado Isaac Babel.

Babel, un adelantado a su tiempo. Quizá eso explique porqué hoy casi nadie se acuerda de él aunque en español cuenta con un ilustrado imitador de su libro más recordado, La caballería roja.

¿Nombre de la obra y del hereje?

Condenados de Condado, de Norberto Fuentes.

Descubrí a Babel a través de La caballería roja en una edición del año 27 que estaba en la biblioteca de mi padre. Se trata de un volumen de Ediciones Biblos Madrid y cuenta con ilustraciones de Maroto aunque no se indica quien es el traductor.

El ejemplar, que aún conservo junto a Cuentos de Odesa y otros relatos (Alianza Editorial, 1972) tiene sus páginas amarillentas, y se deshace lentamente entre mis manos por el paso implacable del tiempo. Respira tradición, la fragancia de lo venerable, de lo viejo.

Leí La caballería roja hace mucho, mucho tiempo, y es uno de esos raros libros a los que recurro de vez en cuando porque siempre me cuenta cosas distintas.

La primera vez, su voz tuvo la forma de una extraordinaria aventura escrita con desarmante estilo seco y conciso.

Más tarde, encontré en esas mismas historias secas y concisas un objetivo y casi fotográfico relato de hechos.

La caballería roja está inspirada en las experiencias como combatiente y periodista de Isaac Babel durante la guerra ruso polaca y en estos relatos el autor se confunde entre la tropa. Es uno más que habla como ellos y cuenta lo que dicen ellos.

“Así perdimos a Chlebnikov. A mi me entristece mucho, porque Chlebnikov era un hombre pacífico, de carácter semejante al mío. Era el único en el escuadrón que tenía un samovar. Los días de calma tomábamos juntos té caliente. Y me hablaba con tanto detalle de las mujeres, que yo me ruborizaba. Y me hacía bien oírle. Creo que era debido a que los dos teníamos las mismas pasiones. Considerábamos el mundo como una pradera en mayo… como una pradera con caballos y con mujeres” (Historia de un caballo).

La Gran Purga del camarada Stalin ordenó detener a Isaac Babel.

Comienza el descenso a los infiernos de un sistema que él, paradójicamente, contribuyó a construir.

Sus declaraciones tras ser detenido resultan inquietantes.

Alguna de ellas las recoge Vitali Chentalinski en De los archivos literarios del KGB (Editorial Anaya & Mario Muchnik, 1993).

“PREGUNTA: Ha sido usted detenido por sus actividades antisoviéticas de traición. ¿Se considera culpable?

RESPUESTA: No, no soy culpable.

P: ¿Cómo se puede compaginar esta declaración de inocencia con su detención?

R: Considero que mi detención es el resultado de un fatal cúmulo de coincidencias, y de mi impotencia creadora, que me ha impedido publicar ninguna obra importante durante los últimos años, lo que en las condiciones soviéticas puede ser tomado como un sabotaje y una negativa a escribir.

P: ¿Quiere decir que ha sido detenido por ser escritor? ¿No cree que tal explicación es demasiado ingenua?

R: Desde luego, tiene razón. No se detiene a un escritor por su inactividad y su esterilidad.

P: Entonces, ¿cuál es la verdadera causa de su detención?

R: He viajado con frecuencia al extranjero y he mantenido estrechas relaciones con destacados trotskistas…

P: ¿Quiere explicar porque un escritor soviético como usted ha sido captado, en el extranjero, por los círculos enemigos del país que representa? Debe confesar su criminal actividad de traidor.”

Cuentan que Isaac Babel pidió, rogó hasta el final que lo escuchasen sus camaradas.

Los mismos camaradas que lo ejecutaron en enero de 1940.

La traición, le digo, compañero Juez de Instrucción Burdienko, se ríe de nosotros en la ventana; la traición avanza descaradamente en nuestra propia casa; la traición se cuelga las botas a la espalda para que las tablas de piso no crujan en la casa despojada. Pero nosotros queremos arrancar el piso para que se levante contra nuestra inocente rudeza y derramaremos sangre negra en esas botas que han aprendido a andar sin crujidos” (Traición).

BANG.

Saludos, seis años con El Escobillón, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “De Kant a ‘La caballería roja’ de Babel”

  1. Iván Cabrera Cartaya Says:

    Gran escritor Isaac Babel. No mejor suerte tuvo un gran poeta al que siempre leí con asombro y admiración: Ósip Mandelstam. Ambos víctimas de ese hórrido “Archipiélago gulag”. Quizá pocos testimonios del horror tan nítidos como la obra de Aleksandr Solzhenitsyn o las de Arthur Koestler en “El cero y el infinito” o Primo Levi en “Si esto es un hombre”. Saludos desde este lado.

  2. admin Says:

    Añado también las memorias de Koestler y la inquietante La noche quedó atrás, de Jan Valtin por citar solo dos dos títulos más sobre el hórrido archipiélago Gulag. En cuanto a Primo Levi, quien sufrió pena bajo un régimen aparentemente distinto, temblor. Y desolación. Un abrazo desde este lado.

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