El enigma Deighton

No disfruta Len Deighton del predicamento de John le Carré para ese público que se ha abonado a la literatura con Clase (la mayúscula de Clase la ponemos nosotros con el fin, imagino que frustrado, de que identifiquen al grupo de lectores al que me refiero) pero no creo que sea algo que le quite el sueño a este escritor que se ha especializado y en ocasiones con sobresaliente, en la temática del espionaje y lo bélico, géneros en los que se maneja con comodidad y en el que destaca por un puñado de novelas dentro su fecundisíma e irregular producción.

Deighton se dio a conocer en los años sesenta con una serie de novelas dedicadas al agente secreto Harry Palmer, personaje que nació como respuesta popular al hedonista James Bond y que fue interpretado en el cine por el siempre irrepetible Michael Caine.

La serie Palmer, muy entretenida, no ha superado sin embargo la prueba del tiempo aunque afortunadamente Len Deighton no se quedó solo con su protagonista sino que continuó ahondando en las grandezas y miserias del espionaje británico en los años dorados de la Guerra Fría.

Su Bernard Sampson, cornudo y apaleado agente secreto, ha sido protagonista de una de las series más espectaculares e insólitamente cínicas y realistas del género de espías. Y en este sentido, me sigue pareciendo una obra maestra no ya sobre el Gran Juego sino también sobre el arte de la traición y la soledad El juego de Berlín, un título en el que aparentemente no pasa nada mientras se intenta desvelar la identidad de un infiltrado en los servicios secretos británicos, pero ficción en la que se arremete y en ocasiones con bastante crudeza contra el círculo de engaños en el que viven sus personajes. Todos ellos al servicio de una historia que, sin las claves morales de le Carré ni la ira contenida del mejor Graham Greene del género (El factor humano), sí que ocupa un lugar de honor en mi caótica biblioteca y justo en esa sección donde ubico los libros de espionaje que me quitaron el sueño.

Len Deighton es un escritor curioso. Escribo curioso porque late dentro de su producción un desprecio absoluto hacia el sistema de clases británico. Tan especial y único. Leyendo sus novelas uno entiende de hecho cómo debe de sentirse un burgués que hace bien su trabajo pero que desprecia el brillo de los opulentos, de la aristocracia aficionada a los clubs y que tiene por encima. Con esto no quiero decir que Deighton sea un escritor de izquierdas como sí pudo ser de izquierda en sus inicios Eric Ambler, es más, si se leen sus libros resulta sospechosamente conservador, aunque un conservador típicamente brtiánico. Un tipo al que le gusta tomar té, resolver los crucigramas de The Times y beber unas cervezas en el pub de la esquina.

Si tiene un problema Len Deighton es que durante una etapa de su vida como escritor no paró de escribir y publicar. Y como resultado salieron de su cabeza algunas obras excelentes y otras, lamento decir que la mayoría, bastantes olvidables. Entre los títulos buenos, y al margen de los que son estrictamente de espionaje, destacaría una interesante novela policiaca en clave de ucronía: SS-GB, en la que narra una investigación criminal en una Gran Bretaña que, finalmente, sí que fue ocupada por los nazis; la saga familiar Winter, en la que repasa la historia de Alemania de principio del siglo XX a 1945 y la que, probablemente, sea la mejor novela del escritor: Adiós, Mickey Mouse, un retrato realista de un grupo de aviadores norteamericanos durante la II Guerra Mundial.

Reconozco así, que el Len Deighton que más me atrae y que más me seduce es el que escribe novelas históricas, no ya por los relatos que enhebra en esas novelas y que contribuyen a que entienda mejor un pedazo de la convulsa historia de Europa, sino también porque en estos casos su literatura tiene aroma a clásico. Ese aroma del que carece otro compatriota, Ken Follet, un autor a mi entender demasiado plano y sin la garra, ni el brío del señor Deighton.

Animo así a los curiosos a que comparen La ciudad de oro, de Deighton, con La calve está en Rebeca, de Follet, dos títulos que cuentan más o menos la misma historia pero con resultados radicalmente diferentes.

(*) En la imagen Len Deighton, Ian Fleming and Raymond Hawkey.

Saludos, en algún lugar del planeta, desde este lado del ordenador.

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