Bret Harte, un escritor de cuentos del oeste

Cuando un hombre tiene una racha de buena suerte del todo inesperada,  no se cansa. La suerte se rinde antes.  La suerte –continuó el jugador pensativamente– es una cosa de lo más curiosa. Lo único que sabes seguro sobre ella es que cambiará. Lo que te sirve es saber cuándo va a cambiar.”

(Los proscritos de Poker Flat, Bret Harte. Traducción: Cruz Rodríguez)

La literatura norteamericana ha producido excelentes cuentistas. Un género, el de los cuentos, aparentemente menor para lectores y críticos que no ven más allá del número de páginas pero sin embargo clave para medir la talla de un escritor. Descubrir si deja huella profunda en la arena o en la nieve que se posa en la memora.

Bret Harte no es un autor reconocido hoy ni tampoco lo fue en su tiempo pero posee una obra, sobre todo sus relatos, que ha ido creciendo con el paso de los años.

Llegué a Harte por recomendación, entre otras muchas lecturas, de Jorge Luis Borges, quien no se cansó de reivindicar el espíritu de frontera y el humanismo del escritor norteamericano. Así que atrévanse y lean a Harte. Circulan en español traducciones más que correctas que recopilan los cuentos que escribió ambientados en el lejano oeste, relatos que han contribuido a cimentar esa aureola épica que más tarde se preocuparía en reflejar el cine y que tanto debe a delicados y vigorosos narradores como Harte.

Hombre del este, Harte se trasladó al oeste, a una California enferma por la fiebre del oro.

Días duros y crueles, el escritor los describió aportándoles color y calor a través de una galería de personajes inolvidables. Le debemos a Harte además que animara a escribir a un tipo que firmaba como Mark Twain

Algunos de los mejores relatos del oeste escritos por Harte están reunidos en el volumen Cuentos del oeste o Bocetos californianos. Volumen que recoge un conjunto de historias que como La suerte de Roaring Camp, Los proscritos de Poker Flat o La Ilíada de Sandy Bar son piezas redondas, que saben transmitir emociones y dejar un sabor amargo en la boca por medidamente sentimentales.

Harte se preocupaba de su personajes y a través de ellos narraba con estilo directo historias en las que sus protagonistas resultan vencidos por las fuerzas de la naturaleza.

La violencia es un tema característico en los relatos californianos de Harte. Eran tiempos duros y crueles, pero esa violencia es original en unos hombres y mujeres que se han curtido luchando ferozmente contra las adversidades. Un grupo de invidivuos ambiguos moralmente, pero ejemplares en muchos de sus actos.

En esa obra redonda que es Los proscritos de Poker Flat, un experto jugador de cartas, “una joven familiarmente conocida como la Duquesa, otra que se había ganado el título de Madre Shipton y tío Billy, presunto ladrón de minas y borracho confirmado“, a los que se une una pareja de quinceañeros tontamente enamorados, aprenden a conocerse en una cabaña perdida en el bosque.

Mientras la nieve va cubriendo todo a su alrederdor, el grupo sobrevive compartiendo sus escasas provisiones y a permanecer unido alrededor de la hoguera mientras el más joven les cuenta de memoria los hechos de Ardides, por Aquiles, entre otros fragmentos de La Ilíada.

Lo que hace épico este relato, y lo que hace épico otros relatos de Harte, es que pese a que el fin es inevitable, en vez de provocar divisiones une a los individuos.

La aventura consiste en narrar ese proceso mientras la muerte los acecha. Y en cómo se hacen mejores personas.

Lo que importa, viene a decir Harte, son los hombres.

Y que todos los hombres tienen derecho a ser personas.

Otro gran cuentista norteamericano, O’Henry, bebió de las aguas del río que cultivó Harte. Un personaje igual de contradictorio que los de sus relatos, historias que observa siempre con prudente ironía.

Bret Harte terminó siendo nombrado cónsul en varias ciudades europeas y pasó los últimos años de su vida en Gran Bretaña, donde pasaba el rato disfrutando de la amistad de uno de los más grandes escritores del siglo XIX, Charles Dickens.

El escritor norteamericano falleció a principio del siglo XX. Más o menos al mismo tiempo que expiraba el oeste californiano que conoció.

Alguien escribió que en Harte late “el espíritu conquistador y aventurero de los pioneros y el temperamento inquieto y severo de los puritanos con un sentimiento de ambigüedad inherente“.

Yo iría más lejos, en los cuentos californianos de Bret Harte toda victoria recela una derrota.

Saludos, a leer que son dos días, desde este lado del ordenador.

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