Tarabas, una novela de Joseph Roth

“En realidad nunca has sido un héroe. Has demostrado valor, porque tu vida ni tiene valor alguno. Has sido un buen soldado en la guerra, porque en realidad anhelas la muerte, y la guerra es lo más próximo a la muerte. Es una vida echada a perder.”

(Tarabas, Joseph Roth, Acantilado, 2007. Traducción: F. Formosa)

Joseph Roth es un escritor al que conviene volver de vez en cuando. Lo descubrí hace años por mediación de un amigo que ya no está entre nosotros, un escritor también que tuvo la feliz idea de regalarme un día su novela más conocida, La marcha Radetzky, despertando desde entonces una relación que ha sabido envejecer como los mejores vinos.

Hay unos cuantos libros de Roth que no dudaría en llevarme a una isla desierta, pese a la melancolía que transpiran, uno de ellos es La marcha Radetzky y el otro un relato sencillo pero que esconde una turbadora complejidad redentora como es La leyenda del santo bebedor.

Hace algunas semanas y por casualidad, la casualidad es la madre de muchas alegrías, llegó a mis manos Tarabas, una de las últimas novelas de Roth, un escritor que terminó refugiado en París, Francia, mientras huía de los nazis y refugio en el que además de escribir se dedicó a agotar las existencias de absenta de los garitos que frecuentaba y que, finalmente, rayando la indigencia, lo condujeron a la muerte unos meses antes de que estallara la II Guerra Mundial.

Muchos creen que su delirio final fue el golpe de gracia, el último mazazo que la vida le daba a un hombre cuyas historias se inspiran fundamentalmente en el ocaso de un imperio, el austrohúngaro, y el desarraigo de un pueblo, como es el de los hijos de Israel que deambulan como sombras por una Europa que ya nunca volverá a ser la misma.

Tarabas, como La leyenda del santo bebedor, es el relato del perdón, que no es otra cosa que redención, de un hombre extremadamente vital y violento que solo se siente cómodo en la guerra. “La guerra que llamea en la frontera occidental del Imperio ruso en el momento de su disgregación.”

Cuenta Tarabas con momentos de conmovedora literatura. También de cruentas escenas como la de un progromo en el que víctimas y verdugos parecen confundirse en una orgía de sangre y violencia. Es una descripción vívida la que ofrece Roth, quien ahorra adjetivos y muestra con frases cortas la facilidad en que el ser humano se transforma en bestia.

Novela de un personaje, Tarabas más que un agudo estudio psicológico es un formidable retrato sobre un bruto ingenuo, “pozo profundo y oscuro”, al que las circunstancias ponen en el lugar equivocado. Un hombre que no se adapta a la paz porque está en guerra con todo el mundo, consigo mismo.

En Tarabas se resume el mejor Roth. La mirada tierna pese a todo de un profundo humanista al que los nazis intentaron silenciar arrojando sus libros a la hoguera.

La mirada de un hombre que escribía febrilmente sobre las mesas de los cafés mientras bebía tragos de absenta.

Saludos, ¡larga vida!, desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta