Cuando Su Alteza Serenísima vino a Tenerife

Gérard de Villiers falleció el 31 de octubre de 2013 en París. Desaparecía el autor de la colección de novelas populares de espionaje SAS, algunos de cuyos ejemplares se pueden encontrar aún hoy en el Rastro de la capital tinerfeña.

SAS (Su Alteza Serenísima) es el nombre de la serie que lo hizo multimillonario, serie que inició su andadura hace cincuenta años tras publicar en Francia la primera aventura protagonizada por el príncipe Malko Linge (SAS en Estambul).

Entre las doscientas historias que dedicó al popular personaje descubro que ambientó una de ellas en las islas tras leer el interesante artículo Canarias como pretexto literario: un recorrido por las letras francesas que firman Clara Curell y José M. Oliver y que pueden encontrar en la revista Nerter (número 11, 2007).

La novela se titula Le disparu des Canaries y en ella el aristocrático agente secreto reclutado por la CIA se traslada a Tenerife para investigar si la muerte del multimillonario británico Rupert Sheffield ha sido natural o un asesinato. Las alarmas se disparan cuando Malko comprueba que en Tenerife se encuentra un comando israelí y otro iraní. 

Le disparu des Canaries se publicó en Francia en abril de 1992 y su argumento se inspira en la misteriosa muerte del magnate de la prensa Robert Maxwell cuando apareció su cuerpo flotando cerca de las costas de Gran Canaria a finales de 1991.

El hecho es que por lo rocambolesco del caso, y que se rumoreara que Maxwell trabajaba para los servicios secretos israelíes, era inevitable que este oscuro suceso tentara a Gérard de Villiers para que fantaseara sobre él y ofreciera de tacón una visión de Tenerife a través de los ojos de su héroe. 

Alberto Vázquez Figueroa haría lo mismo en Ciudadano Max, novela que también fue publicada en 1992 por Plaza y Janés. 

Por los fragmentos traducidos que he podido leer de Le disparu des Canaries, la mirada de Malko es implacable y ferozmente crítica con la isla. 

He aquí algunos ejemplos: 

“Malko llegó al aeropuerto de Los Rodeos después de cambiar el confort de Air France por el más modesto de Iberia. Se instaló en el hotel Mencey de Santa Cruz, frente a colinas peladas y calles que hacían pensar en Nápoles”.

“Tenerife parecía una ciudad desfasada pese a los miles de ingleses y escandinavos que se paseaban por la isla, desfigurada por filas de hormigón que eran como un muro frente al Atlántico”.

“Santa Cruz, con sus calles estrechas y escarpadas como Gibraltar, tenía el lado dormido de una ciudad de provincia”.

No he leído ninguna novela de SAS pero igual me animo este domingo y me hago con alguna que encuentre tirada –porque en el Rastro los libros se encuentran así, tirados– de las que se tradujeron y entre las que no está Le disparu de Canaries.

Las novelas de SAS, como las de Bond, fueron fruto de otro tiempo. Combinaron con éxito la ecuación sexo, intriga y acción, una fórmula que en las cuatro décadas en las que el autor mantuvo activo a Malko hizo que vendiera entre 120-150 millones libros en todo el mundo.

Sin embargo, y como Ian Fleming, Gérard de Villiers es uno de esos escritores populares que nunca existió ni para crítica ni para públicos cultivados aunque sospecho que muchos de ellos sí que lo conocían por tropezarse con sus novelas en el kiosco de la esquina.

Saludos, érase una vez…, desde este lado del ordenador.

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