Georges Méliès, al filo de lo imposible

Sin George Méliès (1861-1938)  la historia del cine hubiera sido otra. Fue el primero que vio que “las películas tienen el poder de capturar los sueños.” Y de sueños impregnó sus películas con efectos especiales que, incluso hoy, resultan atractivos por extraños y fantasmagóricos, tan mágicos que aún transporta al hechizado espectador a La Luna entre otros escenarios que no han perdido esplendor.

Ese esplendor se refleja en la exposición Georges Méliès. La magia del cine a través de películas, fotografías, dibujos y reproducciones de las criaturas y maquetas que mostró en pantalla el cineasta.

Dibujante, mago, director de teatro, actor, decorador y técnico, productor, realizador y distribuidor de más de quinientas películas, el relato de Méliès que propone esta exposición es de un hombre que fue capaz de vivir el sueño de revelar sueños a través de una serie de ingeniosos trucos ópticos que lograron hacer posible lo imposible.

La exposición muestra algunos de los artilugios que lo fascinaron cuándo descubrió las imágenes en movimiento, quiénes lo influenciaron para que se iniciara en el ilusionismo y la evolución, a través de sus películas, que acabarían por convertirlo en uno de los primeros soñadores que desafió aquel cine primitivo que fue más allá del regador regado invitando al espectador a fantásticas expediciones al polo y a la luna.

Georges Méliès construyó su propio estudio de cine, el primero en Francia, adquirió el teatro de su maestro Robert Houdini y rodó y rodó fantasías un buen puñado de años hasta que el sueño se transformó en cruda realidad.

Hay un periodo de su vida en el que parece que la magia lo abandonó, aunque encontró en esos momentos de dureza extrema a una de sus principales actrices, Jeanne d’Alcy, con quien se casa y con quien regenta un quiosco de juguetes y golosinas en la estación de Montparnasse. Ese mismo establecimiento se reproduce en La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2012), uno de cuyos protagonistas, el inquietante autómata, es uno de los objetos de la muestra que ahora rinde homenaje al cineasta en la capital tinerfeña. Ben Kingsley, no podía ser otro, interpreta al ilusionista, al artista que susurró abradacadabra a lo largo de su accidentada travesía por la vida.

El destino no fue benevolente con Méliès durante unos años. Parece imposible pensar que el hombre que  fue capaz de viajar a la Luna venda ahora caramelos y soldados de hojalata aunque la fortuna medio le sonríe en el otoño de su vida cuando lo reconoce un aficionado, Léon Druhot, director de Ciné-Journal, y su trabajo comienza a reivindicarse para que no caiga en el olvido. Tanto, que recibe en 1931 la Legión de Honor por toda su trayectoria.

Pasará el resto de sus días en el castillo de Orly, casa de jubilación de la Mutua del Cine, residencia en la que fallece el 21 de enero de 1938.

La exposición Georges Méliès. La magia del cine recupera con sobriedad pero sin perder encanto la obra de un artista a través de una serie de objetos, algunos originales y otras reproducciones, que ponen de manifiesto que no se ha perdido la capacidad de ilusión del artista.

Su nada por aquí, nada por allá… funciona.

Georges Méliès. La magia del cine permanece abierta hasta el 15 de octubre de 2016 en el Espacio Cultural CajaCanarias (Plaza del Patriotismo, 1)

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