Todo puede ser distinto

Alberto Omar cuenta con una numerosa producción literaria en la que prácticamente ha tocado todos los palos.

Ha procurado hacerlo desde una perspectiva personal e intimista pese a que en sus últimas obras se aprecia cierta preocupación por explorar territorios que ya formaban parte de su cuerpo narrativo solo que ahora la mirada tiene más entusiasmo y tono festivo.

En Sin comienzo ni final (Editorial Mercurio, 2017), su última historia, escribe sobre las nuevas ideas que se plantean la existencia desde un punto de vista científico que mezcla razón y espíritu.
Este cóctel lo resuelve a través de varios planos narrativos en los que formula preguntas y devuelve respuestas con las que se podrá o no estar de acuerdo.

En este aspecto, y más que una novela, Sin comienzo ni final es la exposición de estas cuestiones, solo que el escritor las cuenta en escenario cotidianos y mediante conversaciones “informales” que mantienen los protagonistas.
Se trata de una apuesta muy arriesgada, aunque el tono que emplea Alberto Omar para narrarlo recurre afortunadamente al humor o a situaciones cómicas que hacen seguir con más comodidad la gravedad de lo que se está hablando.

Por eso, más que novela, Sin comienzo ni final es una larga exposición de suposiciones, más que teorías sobre el hombre, la muerte y el universo, entre otros temas de calado, lo que explica el título de obra tan singular, gigantesco rompecabezas en el que unos y otros dictan más que dicen lo que conocen tras preguntar cómo se encuentra la familia o pedir al camarero un café.

Sin comienzo ni final se resiente así de hilo argumental, muy débil, y apuesta por la exposición de ideas en un debate en el que muchos podrán ver algo de luz y recuperar cierta esperanza mientras que otros se encogerán de hombros.

Para contar todas estas cosas, Alberto Omar recurre al humor y a presentar los hechos y maravillas que salpican el relato con mirada gozosa, en ocasiones un tanto excéntrica, pero logra interesar no convencer a ese lector que sospecha siempre que todo cuanto nos cuentan puede ser distinto.

Saludos, enm algún lugar del mundo, desde esteb lado del ordenador.

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