El amigo Bram, Bram Stoker

Cuento en mi desordenada biblioteca con varias ediciones de Drácula, de Bram Stoker, un escritor que hoy, 8 de noviembre, hubiera celebrado sus 170 cumpleaños rodeado de su más siniestras criaturas.

Estoy seguro que muchos que lo leen –Bran Stoker es un autor que nunca muere, como su príncipe de los vampiros– festejan esta onomástica porque este hombre rechoncho y con mirada ausente que nos observa desde alguna que otra fotografía, ocupa un privilegiado espacio en la literatura. Y no solo por Drácula, que también.

Releo la primera edición de Drácula que llegó a mis manos, una edición de bolsillo que publicó en su día Editorial Molino. No se conserva bien el libro, se nota usado. Tiene varias de sus páginas incluso despegadas. Es un libro manoseado, que son los libros que de verdad se quieren porque se han leído, y que en aquella etapa ya remota de mi vida me dio miedo. Tanto, que recuerdo que lo cerraba a veces porque sentía una presencia extraña, vampírica si lo desean, a mi alrededor y dentro de mi…

Novela gótica, de terror y romances, de amistades y fe y mucho sexo victoriano, Drácula no es, sin embargo, el único brillante de un escritor brillante. Les recomiendo que se aproximen, si no lo han hecho ya, a sus otras novelas. Algunas de ellas estrictamente fantásticas como La madriguera del gusano blanco y La joya de las siete estrellas y otras no tanto, como La dama del sudario.

Afortunadamente, y gracias al éxito obtenido por Drácula, la obra del escritor está publicada relativamente bien en español. Se puede conseguir, pero es materia reservada para sotkermaniacos, un curioso ensayo sobre impostores bastante erudito e irónico que convierte esta obra, Famosos impostores, en un trabajo singular dentro de la bibliografía singularísima de un autor aún no lo suficientemente reconocido por cultivar con tanta libertad y respeto, me temo, la fantasía.

Oscar Wilde, que fue novio de su mujer, Florence Balcombe, llegó a decir de Drácula que era la novela más hermosa de todos los tiempos y desde su publicación el personaje ha ido creciendo, reinando sobre otras criaturas de la noche literaria porque todo se hace creíble en Drácula gracias a sus múltiples miradas, muchas de ellas recogidas en forma de cartas, diarios, artículos publicados en prensa… La idea es que a medida que se va desarrollando la acción y lo fantástico corroe el mundo que conocemos, el lector descubre, como lo descubren sus protagonistas, que el vampiro se hace fuerte porque nadie cree en su existencia…

Miembro de la Orden Hermética de la Aurora Dorada, Bram Stoker se movió también muy bien en los territorios del relato corto. Cuenta, en este capítulo, con pequeñas obras maestras de la literatura como La casa del juez, El entierro de las ratas, La boca del río Water y Las arenas de Crooken y un curioso libro de relatos infantiles bastante macabro, El paìs del ocaso.

Desde que lo descubrí en aquel libro de Molino tan castigado por mis relecturas, la novela y su autor, Bram Stoker me acompañan desde entonces.

Es como recurrir a un viejo amigo. Uno de los que no te olvidas aunque pase el tiempo y no lo veas.

En mi biblioteca y en otra edición de Drácula pero edita por Plaza y Janés, guardo con mucho celo un trocito de madera que un amigo me trajo del jardín de la casa en la que el escritor vivió en Dublín.

A veces observo ese pequeño trozo, que con el paso de los años se ha ido deshaciendo, y siento que la realidad no es lo que parece.

Y que la existencia de Stoker radica, precisamente, en que muchos sí creemos en su existencia.

Saludos, por Vlad, desde este lado del ordenador

One Response to “El amigo Bram, Bram Stoker”

  1. Yolanda Delgado Batista Says:

    QUÉ MARAVILLOSA ENTRADA, AMIGO. ABRAZOS.

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