Ángel Sánchez: “Los canarios somos un pueblo ombliguista”

La concesión del premio Canarias de Literatura 2018 a Ángel Sánchez Rivero (Gáldar, Gran Canaria, 1943) unió por una vez a las distintas y no tan complejas familias literarias del archipiélago cuando todos, absolutamente todos, manifestaron su satisfacción de que el galardón reconociera la trayectoria de un escritor cuyo sentido de lo canario, de esa posible canariedad, se desarrolló mientras estudiaba en el extranjero.

Poeta y narrador, ensayista y antropólogo, Ángel Sánchez cursó sus estudios de primaria y secundaria en el Colegio Alemán de Las Palmas de Gran Canaria y estudió francés en la Alliance Française de Las Palmas. Se especializó en filología y antropología en la Universidad de La Laguna, y también en la de Salamanca, Grenoble, la Université Paris-Vincennes y en la Universität Göttigen.

El escritor, que el pasado viernes 8 de junio recibió un homenaje por parte de sus compañeros de la república de las letras en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, es autor de una obra variada y copiosa entre las que destacan entre otros títulos Cuchillo criollo y Calibán (narrativa); Manual de supervivencia y Teoría y práctica del vuelo (poesía) y Ensayos sobre cultura canaria y Gaceta de Arte (ensayo). Ángel Sánchez es autor además de una poesía visual que ha sido recogida en parte en un libro cuyos editores son los responsables del tributo que recibió días pasados en la capital tinerfeña, acto en el que además de leerse algunos de sus poemas se inauguró una exposición que recoge, justamente, parte de este material que transforma el verso en objeto visual.

- El mestizaje es una constante en su producción literaria.

“Propongo el mestizaje porque es una realidad que vivimos pero que no reconocemos como ontología canaria. Yo me muevo entre el pasado remoto y el presente conflictivo de modo que mi temática va desde el neolítico a la era del chip de una forma diacrónica. Esto es lo que he hecho siempre: observar, anotar, interpretar y difundir”.

- Pese a su labor, parece que a los canarios les cuesta interpretar su pasado.

“Los desconocemos porque el sistema de enseñanza no hace que el alumnado se incline sobre la realidad desde el principio y solo conoce lo que ve en los programas españoles. Un libro como Natura y Cultura de las Islas Canarias se mantuvo en las escuelas unos años pero luego se retiró y ahí tenían los alumnos todo el panorama de la realidad canaria. Desde luego que vivimos de espaldas a la introspección y el debate de la identidad y del decurso sociocultural, histórico y económico de Canarias”.

- Salvo casos aislados como el suyo parece que en estas islas se ha estudiado poco eso que podría llamarse lo canario.

“Hay cierta parcela que sí está muy desarrollada como la dialectología, la historia y la arqueología pero Canarias adolece, está aún pendiente de un estudio interdisciplinar en el que se agrupen todas las ramas del llamado campo humanístico para estudiar la realidad y la mixtificación de los modelos que se ofrecen al exterior, la folclorizaciòn de la realidad y los esquemas y arquetipos que se ofrecen al turismo”.

- Pero ¿se puede hablar de identidad canaria?

“La identidad canaria existe pero está muy sectorializada por islas. Cada isla es diferente a otras pero hay una historia común que hemos compartido durante los siglos de colonización por lo que habría que estudiarla en su conjunto, uniendo las cosas que son comunes y observando las diferencias particulares de cada isla, de cada provincia, las luchas intestinas que a lo largo de la historia nos han ido separando y eso está pendiente de hacer”.

- ¿Cuáles piensa que son las constantes que marcan su poesía, narrativa y ensayo?

“Empecé como poeta discursivo y poco a poco me he ido metiendo en una zona que pensé que necesitaba ser estudiada. En el libro Ensayo sobre cultura canaria (1983) comencé de modo diletante metiéndome en el nacionalismo, el cine, la literatura, el folclor aunque paulatinamente he ido ampliando el visor para sumergirme en lo que es mi campo referencial: la antropología, la lingüística, el etnofolclore, que es lo que ahora me ocupa y, también, la iconografía, de la que tengo un libro pendiente de publicar en tres volúmenes en el que analizo la iconografía canaria. Cuento además con novelas pendientes, ensayos sobre antropología, mis memorias, entre otros materiales que todavía son inéditos”.

- ¿El canario debe viajar?

“Por supuesto. Tenemos que relativizarnos porque somos un pueblo ombliguista. Creemos que estamos en el paraíso, en las Hespérides por la bondad climática pero ese ombliguismo hay que romperlo viajando ya que la distancia nos enseña a ver la verdad. En mi caso, he podido acercarme a la realidad canaria de modo crítico con un análisis racional distanciado precisamente por formarme fuera. Al canario le hace falta viajar para relativizar ese ombliguismo que nos caracteriza”.

- Nuestra forma de hablar está muy presente en su literatura. Usted, de hecho, fue de los primeros escritores en utilizar canarismos en sus novelas.

“He sido siempre muy natural en ese aspecto. Hablo la lengua de mis mayores y desde mi primer libro comencé a utilizar canarismos. No entiendo que haya gente que se encierre en el español normativo porque cuando uno lee literatura sudamericana ve como Rulfo, Carpentier, Gallegos, Llosa incluyen localismos sin ponerlos en cursiva porque entienden que ésta y no otra es su lengua natural. ¿Por qué no lo hacemos nosotros? Valle Inclán lo hizo y Federico García Lorca también, así que los canarios tenemos todo el derecho del mundo a describir con estas palabras nuestra realidad aunque hay que apalabrarla y escribirla bien para lo que es necesario dejar a un lado la fonética ruda y apalabrarla de modo correcto, como está en el Diccionario de canarismos”.

- Su última novela publicada es Calibán

Calibán, efectivamente, es mi última novela publicada aunque ahora tengo entre manos una sobre los 4.000 canarios que emigraron en 1774 a la Luisiana para poblarla cuando Francia se la cedió al rey de España, Carlos III. Entré en este tema por la vía lingüística al observar que los descendientes de canarios que todavía viven ahí hablan esa lengua de tiempos tan remotos y al hacer acopio de bibliografía pensé “caramba, aquí hay para una novela”, una saga que comienza con los primeros emigrantes del siglo XVIII y que termina con el huracán Katrina. Una especie de novela para la que he ido tejiendo una red de personajes a través del tiempo aunque lo más difícil es reproducir la lengua que hablaban aquellos canarios de la que conocemos algo de su repertorio léxico gracias a unos pocos fragmentos que se han conservado, hecho que me hace sospechar que estoy a medio camino de escribirla”.

PASIÓN POR EL CINE

Entre las aficiones de Ángel Sánchez se encuentra el cine, tanto, que dice que procura ver una película todos los días. Esta adicción se potenció durante su etapa en París, en la que no dejaba de visitar la cinemateca y de asistir a las conferencias que cineastas como Stanley Kubrick, por ejemplo, ofrecían en su salón de actos. Paralelamente, Ángel Sánchez se quemaba las pestañas descubriendo la cinematografía del brasileño Glauber Rocha y del italiano Michelangelo Antonioni, entre otros. Cuando finalizaba la película salía corriendo de la sala para coger el metro–recuerda con una sonrisa que evoca aquel grato momento de su juventud– transporte que nunca perdió.

De su cinefilia dan muestra centenares de críticas que en su día escribió para revistas y periódicos como el Diario de Las Palmas, reseñas que el periodista cinematográfico Claudio Utrera le anima a que recopile en un libro.

Ángel Sánchez dice que conserva todo ese material, todas esas reflexiones sobre películas a las que somete a un severo análisis como espectador y como crítico, y de la que deja testimonio en algunos de sus trabajos, como el que le dedica a F. A. Siliuto y que forma parte del libro Ensayos sobre cultura canaria (Edirca, 1983).

Saludos, luz y color, desde este lado del ordenador

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