El cobarde heroico

Este ha sido un mes de transformaciones. Algunas de ellas bastante intensas. Podría decirse incluso que lo vivido y pasado ha servido para que me haga una idea más real de lo que hay a mi alrededor. Así que para ser alguien no acostumbrado a tensiones extremas, noviembre de este año que está a punto de desaparecer ha resultado definitivo para que sea un poco más sabio y probablemente un poco más imbécil.

En este mes, digo, de transformaciones, encuentro a modo de tabla de salvación flotando en el ancho mar de mis desesperanzas las novelas que sobre el militar británico Harry Flashman le dedicó el escritor George McDonald Fraser, un escocés nacido en Inglaterra y que como todo buen escritor de la isla no vio con demasiados buenos ojos la historia colonial de la añeja Unión Jack. Reencontrarme así con las apasionantes, calientes, desternillantes aventuras de Flashman ha sido como la primera vez, aunque mejor. Intentaré explicarme.

En el pasado las leía con la voracidad del hambriento, ahora la lectura se hace reposada. Más si el libro entretiene y alecciona, como es el caso de las novelas de la serie Flashman. Es una pena que, si no conoce la serie, no haga nada por remediarlo. También, si la conoce y no leyó más de dos libros, que renunciase a continuar con las restantes novelas porque estas novelas, generosas en páginas y cuidadosas en los periodos históricos en que se ambientan, prácticamente la gigantesca aventura colonial británica desde la segunda mitad del siglo XIX a los albores del XX.

El protagonista de estros relatos es el mismo Harry Flashaman, quien desgrana sus peripecias en África, Asia, América y Europa en una serie de novelas a cada cual más inspirada. Los textos sirven además al autor para diseccionar la historia colonial de Gran Bretaña a través de los ojos de un cobarde al que la buena fortuna ha convertido en héroe ante los demás pero no para sí mismo, lo que no le causa ningún conflicto moral sino, más bien, unaagradable sensación ante la fama y popularidad que disfruta a ojos de los demás. Famas y popularidad con la que intenta vivir del cuento aunque la aventura, siempre la aventura, llama a la puerta.

Las hsitorias tratan sobre un militar profesional que le tiene miedo a la muerte, la violencia y la guerra por lo que prefiere el combate en una cama con una señora o señorita que cabalgar sobre su caballo hacia el fin con la brigada ligera a las órdenes de Cárdigan, personaje real al que la memoria de Flashman no retrata con admiración sino franco desagrado, o vestido de azul y a las òrdenes de Custer en el ya legendario séptimo de caballería.

Tras la muerte del escritor en enero de 2008 nos quedamos sin más recuerdos del viejo Flashy, un personaje que pese a su condición de cobarse y traidor no deja de caer simpático quizá porque en él confluye lo mejor y lo peor de una persona. Flashman, que tiene capacidad para aprender idiomas, está inspirado en un personaje secundario literario, un personaje que aparece y le hace la vida imposible a uno de los estudiantes de la novela Los dìas escolares de Tom Brown, de Thomas Hughes que ignoro si se ha traducido al español pero que consta con una versión cinematográfica.

McDonald Fraser dejó escrita doce novelas y tres cuentos largos sobre Flashman y en cada uno de estos volúmenes narra con gracia crìtica la vida en colonias, los conflictos que provocó en algunos casos y en otros se vio forzado a participar el ejértico británico y las larga lista de batallas y guerras en las que se vio inmerso el país para hacerse con las riquezas de las naciones sometidas.

En su itinerario de éxito, este soldado que odia la guerra, conoce a ilustres personajes que existieron realmente como la reina Victoria, el duque de Wellington, Abraham Lincoln, Caballo Loco, Toro Sentado, George Amstrong Custer, entre otros muchos, para reírse y de paso mostrar que la patria suele ser eso, el último refugio de los cobardes.

Han sido días intensos y de alguna manera difíciles los de este noviembre que ya inicia su cuenta atrás aunque recuperar las novelas de Flashaman ha sido como la de encontrarme con un viejo amigo entrañable al que hacía años que no veía. Como tal, fue comenzar a releerlo para que descubriera que apenas me acordaba algo de lo que me contó en su día, lo que ha hecho que la serie me parezca igual de nueva que la primera vez.

Pierden el tiempo si no leen a Fraser. Y pierden el tiempo si continúan leyendo estas líneas sin abrir un libro de Flashman (¿a qué esperan?).

Si hay algo que me maravilla de la lectura es que está produzca reacciones por lo metido que andas en la historia. Que pongas caras mientras pasas las páginas y sueltes de pronto una carcajada, no risa, por las situaciones que plantea cualquiera de los libros de la serie aunque tenga, claro está, mis favoritos.

Es una pena que no haya terminado convirtiéndose en películas, aunque hay una de Richard Lester con Malcom McDowell en el papel de Flashman quen no es, a mi juicio, el mejor actor para interpretar al hérie más cobarde de la historia de la literatura. George McDonald Fraser apostaba por Kevin Kline, más joven, por supuesto, así que ahí dejo la cosa por si alguno sugiere otro nombre…

De momento, y desde este lado del ordenador, seguimos leyendo las aventuras de Harry Flashman, un personaje creado por un escritor cuya vida no tiene nada que ver con la mía aunque supo tender un puente, el de estas historias, para que dos perfectos desconocidos dejaran de serlo. Son, dicho esto, muy pocas las palabras para sellar mi agradecimiento y la necesidad imperiosa mientras escribo estas líneas es la de volver a la novela de Flashman que ahora, ya ven, no devoro sino que leo con infinita paciencia y gratitud en una de las habitaciones de mi fortaleza.

Saludos, elogios al cobarde heroico, desde este lado del ordenador

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