Corre, corre… que te pillo

Uno de los atractivos del confinamiento, por buscar algo positivo, es que las lecturas con las que entretengo el tiempo no tienen nada que ver con la realidad en la que vivo. Soy consciente que fuera, en la calle, corro peligro. Corremos peligro y que dentro de casa, en esta especie de útero materno, tengo cierta seguridad mientras la nevera esté llena y pague el alquiler. Por Facebook repaso cómo lo llevan los demás. Unos proponen historias que se muerden la cola y otros se ponen a filosofar imitando involuntariamente los absurdos diálogos de Groucho Marx. Los disculpo porque los fraguan en soledad, soledad que es mala compañera para ponerse uno a pensar en cosas intrascendentes.

Sobre la mesa un libro que ni sabía que tenía y con el que entretengo estos días de abulia: A tumba abierta, atobiografía de un grifota. Lo firma Oriol Romaní y se supone que son las confesiones de un laja, así se llaman o llamaban en mi tierra, recogidas por este señor licenciado en Filosofía y Letras. Lo mejor de estas memorias de la calle es que están escritas con el estilo de un tipo de la calle, así que pese a que el argot esté muy limado, se disfrutan las taras del idioma hablado a lo largo y ancho de este recorrido por España, Marruecos, Holanda y Suecia de un españolito que vino al mundo a fundirse la cabeza con grifa. O chocolate o costo que también…

Releo más por aburrimiento que por otra cosa Mondo Bulldog que fue un libro que publicó hace años, cuando todo parecía tranquilo, el crìtico Jordi Costa. Me resulta inaudito que no recordara nada pero nada de los contenidos de la obra y me pregunto dónde estará metido el Costa, ahora que no escribe crìticas cinematográficas en el diario El País que es donde solía seguirlo.

El tercer libro aún no lo he abierto pero descansa en la mesilla de noche. He puesto muchas expectativas en él tras conocer quién fue su autor, S. Serrano Poncela, dicen que fue uno de los que se hartó de firmar penas de muerte para los desgraciados que los comunistas fusilaron en Paracuellos del Jarama. Escapó de Espala cuando el triunfo de las fuerzas rebeldes y tras dar tumbos por América terminó en Venezuela. Alguien me lo mencionó, creo que un escritor o poeta venezolano, en una entrevista…

En la televisión he desempolvado los dvd de V de Vendetta y Rebelión en el planeta de los simios, dos películas que tienen bastante en común, más allá de su discurso antisistema. También veo Europa, de Lars von Trier, que a mi me parece el mejor trabajo de este cineasta al que se le fue la pinza hace años, cuando todo era anormal o por lo menos que carecía de la siniestra normalidad de ahora…

A dos pasos de llegar a casa me tropiezo con una cola de gente que espera pacientemente para entrar en el Mercadona del barrio. Asoman las cabezas varios vecinos desde sus ventanas y en la frutería me dicen que se les han acabado los plátanos y las mandarinas lo que para mi es algo así como una tragedia griega. Mientras tanto, acumulo otros libros en la mesilla de noche que ya está bastante atestada de volúmenes varios: Victoria del maestro Conrad, Historia del diablo, del maestro Defoe, algunos títulos canarios para no perder músculo y cuyos títulos me reservo y Yo, el Vaquilla, una especie de autobiografía del mítico quinqui que escribió en su día José Antonio de la Loma, el cineasta que lo rescató del arroyo. Cosas de la vida, el navajero volvió a la mala vida cuando se le acabó lo del cine… Da que pensar, aunque hoy la tragedia sea global porque llega a todo el mundo.

Saludos, repasando que es gerundio, desde este lado del ordenador

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