Javier Cacho: “La fórmula para superar el confinamiento es optimismo y paciencia

Javier Cacho (Madrid, 1952) es escritor, científico y físico. También explorador y uno de los pocos españoles que ha pisado la Antártida, continente que ha visitado en siete ocasiones y que desde entonces se ha convertido en una constante en su vida. Por algo los veteranos la conocen como “la amante blanca”.

Autor de varios libros sobre el continente helado (Amundsen-Scott: duelo en la Antártida, Shackleton, el indomable; Nansen. Maestro de la exploración polar y Yo, el Fram) Javier Cacho fue uno de los autores invitados el año pasado en Periplo, Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras del Puerto de la Cruz, donde además de presentar su último libro, Héroes de la Antártida. Historia del descubrimiento del continente blanco, derramó una humanidad que atrapó a todos los que tuvieron la suerte de conocerlo.

- Vive en la provincia de Madrid. ¿Cómo está llevando el confinamiento?

“Paso el confinamiento, casi me da vergüenza decirlo, en una casa en el campo que tiene jardín y está a 40 kilómetros de Madrid. No salgo para nada salvo para ir al supermercado cada diez días así que el tiempo lo ocupo en el jardín que había descuidado bastante y al que ahora le dedico el tiempo que no le dediqué antes. Me tomo esta práctica como una actividad Zen así que en ese aspecto no hecho en falta estar confinado aunque siento tristeza, una especie de neblina, por las cifras de contagios y muertos que no terminan de doblegarse a causa de la enfermedad. Los números continúan siendo alucinantes, se ceban además en un sector de la población muy desprotegido, lo que genera incertidumbre y preguntas como ¿qué pasará con la economía y el medio de vida que habíamos creado? Los augurios anuncian que todo va a cambiar, a cambiar mucho y de golpe”.

- Pero tiene su jardín.

“Aprovecho para estar en él. Me siento muy a gusto tocando la vida de las plantas. Necesitaba palpar la vida y mancharme las manos de tierra. Ha sido una necesidad aunque he decidido volver a escribir. Tengo un libro pendiente, un libro curioso de cocina”.

- ¿Sobre la cocina en la Antártida?

“Sí, es sobre la cocina relacionada con la Antártida. Estoy escribiendo una introducción histórica de cómo ha evolucionado la cocina en las expediciones al continente blanco que espero que cuaje en los próximos meses. No me había atrevido a escribir hasta ahora, no estaba muy concentrado aunque hace unos días me encontraba delante del ordenador dispuesto a comenzar este libro. Antes quería sentir otro tipo de vida, contribuir a crear algo de belleza en estos tiempos donde todo parece tan sombrío y con la jardinería trabajas para el futuro, siembras y tres o cuatro meses después observas las flores”.

- Usted es un experto en la Antártida y ha estudiado la vida de los exploradores. ¿Cómo superaban estos hombres el confinamiento a tan bajas temperaturas?

“Es complicado, no hay una varita mágica aunque la mejor forma de superarlo es tener cosas que hacer, no puedes quedarte sin hacer nada porque la cabeza empieza a volar. Tienes que mantener una rutina, una actividad continuada y recordar que cuando le preguntaron a Ernest Henry Shackleton qué cualidades les exigía a los miembros de su equipo antes de partir a la Antártida lo primero que pedía es que fueran personas optimistas, y él lo era bastante, y en segundo lugar que tuvieran paciencia. Después entraba en otros aspectos como el físico, el amor a la patria…”

- ¿Amor a la patria?

“Eran expediciones como muy patrióticas pero siempre me llamó la atención que Shackleton exigiera a su equipo optimismo y paciencia porque hay que estar seguro para enfrentarse a las dificultades. En su caso, ante circunstancias naturales que estaban previstas ya que llegaban a la Antártida en el verano austral e instalaban la base. La noche polar en invierno dura hasta cuatro meses a los que hay que sumar otros dos de penumbra a temperaturas terriblemente bajas, con vientos muy fuertes. Y tienes que permanecer un día y otro y otro recluido y eso solo se soporta si tienes esas dos cualidades: optimismo y paciencia aunque se trata de una reclusión programada en el caso de las expediciones porque sabes que el invierno pasará. En nuestro caso y tal y como están las cosas en la actualidad, no sabes cuando va a acabar todo esto. Por eso es necesario mantener el optimismo pese a que parezca que después de todo esto no nos espera nada positivo. La vida es así pero es posible que las cosas no resulten tan trágicas como predicen algunos gurús. Por eso, si tiene lugar un cambio habrá que asumirlo y mejor sin mucho sufrimiento. Cuando era jefe de la base en la Antártida solía decirle a los compañeros que no estábamos en Gran Hermano, que nuestra razón de estar allí era la ciencia. Les decía también que no éramos presos por lo que no necesitábamos tachar en el calendario los días que llevábamos. Ahora, con el confinamiento, tenemos que pensar que día a día le estamos ganando la batalla a la propagación del virus. Pero hay que tener paciencia, dosis infinitas de paciencia”.

- ¿Cuántas veces ha estado en La Antártida?

“He estado siete veces. La última en febrero de este año. Salí de España dirección a la Antártida el 6 de enero y regresé el 24 de febrero. Hacía catorce años que no iba a la Antártida y esos días los pasé en la base búlgara donde a través de Internet seguía las noticias para mantener un poco el aislamiento mental pero me preocupaba cómo la Covid-19 se se estaba desarrollando en China. Me tenía muy preocupado observar cómo se propagaba a otros países pero no podía imaginar lo que estamos viviendo ahora. Por los pelos regresé a España porque Argentina y Chile cortaron los vuelos con España el día 10 o 12 de marzo”.

- ¿Se encuentran personal en las bases que hay en la Antártida?

“Estamos entrando en el otoño austral y son bases de verano que se abandonan en marzo. Esta vez con unos días de antelación para prevenir lo que podía suceder. Las bases se quedan aisladas en invierno pero la gente que entró en esas bases fue antes de que el coronavirus se expandiera en sus respectivos países. La única base que se mantuvo abierta es la China y tuve compañeros que me dijeron a primeros de febrero que allí se les tomaba la temperatura y que iban con mascarillas aunque no se dio ningún caso. Las bases que han quedado cerradas fue por la climatología y todo su personal está sano porque además de contar con un médico sus medidas sanitarias son muy estrictas”.

- ¿Que tiene la Antártida que no tenga el Ártico?

“Físicamente son espacios diferentes. La Antártida es un continente con una capa inmensa de hielo de tres kilómetros de espesor. El Ártico es un mar prácticamente cerrado que tiene pocas islas aunque sí población autóctona, los inuit, no así la Antártida. El Ártico es un mar congelado y el paisaje es completamente diferente. La temperatura y los vientos resultan más duros en la Antártida. Plásticamente son escenarios distintos. Me gusta más la Antártida y eso que he estado en Groelandia pero la Antártida es la primera división. Son mis sentimientos, el paisaje me atrae mucho, sobre todo ese espejismo de silencio profundo que se produce y te entra por dentro. Es como una tristeza que te penetra y que te da mucha paz y tranquilidad. Es un mundo fascinante. Me gustan las regiones polares”.

- ¿Por qué?

“No sé de donde me viene porque mi familia es castellana, de Soria, donde hace frío pero evidentemente no es el frío de la Antártida. Me quedé prendado de la Antártida desde la primera vez, en 1986, cuando fui con la primera expedición científica que organizó España. Fueron seis meses. El último viaje, el que inicie en enero y finalizó en febrero de este año, fue como reencontrarme y despedirme también de la Antártida porque vamos acumulando años. Tuve la sensación de que posiblemente no volvería a pisarla así que fue como una despedida dulce de la amante blanca, que es como la conocemos nosotros. No hay manera de olvidarla, así que me despedí de mi amante blanca aunque si tengo que volver no pasa nada”.

- Estudió estando allí el agujero de la capa de ozono pero ya no se habla tanto de él, ¿por qué?

“Que no se hable del agujero de la capa de ozono es una gran victoria medioambiental. Meses atrás reflexionamos sobre cómo estamos destruyendo el planeta pero no se habla de cómo controlar a las industrias ni los hábitos de vida. Nos hemos olvidado que el agujero de ozono fue la gran tragedia medioambiental, el gran peligro medioambiental hace unas décadas. Sin embargo se tomaron medidas, los científicos detectaron cuál era la razón del problema y convencieron a los políticos para que asumieran las medidas económicas necesarias con el fin de evitar la emisión de esos compuestos. Fueron medidas muy duras porque recomendaban el cambio de algunos compuestos que destruían la capa de ozono por otros y se logró además que algunas industrias cedieran a los países del Tercer Mundo las patentes de esos compuestos para que no resultara gravoso el cambio de tecnología y se consiguió. Se han cumplido los planes y en el 2000 se observó que el agujero comenzaba a relajarse aunque con pequeños repuntes pero se está reduciendo el agujero de la capa de ozono, se está recuperando pese a que se cuente poco lo que logramos, que fue evitar un gran peligro medioambiental. Así que creo que podemos enfrentarnos otra vez a los graves peligros medioambientales que tenemos planteados y que exigen de nuestro desafío. Dios quiera que sea lo antes posible”.

- Entre otros libros ha dedicado uno a los héroes de la Antártida, a Shackleton, al duelo entre Scott y Amundsen; al Fram, el buque más famoso en la historia de las exploraciones polares… ¿Tiene algún explorador por el que siente especial simpatía?

“Nansen, no tengo duda. Nansen fue una persona generosa y muy optimista. Sus exploraciones estuvieron siempre marcadas por la ciencia. Fue Premio Nobel de la Paz por la labor que desarrolló durante la I Guerra Mundial con los refugiados que había causado aquel conflicto en unos tiempos muy difíciles, de mucha hambre y en donde puso al hombre por encima de los intereses políticos. Al final de su vida entendió que la vida no tiene sentido si no es un servicio a los demás. Y se aplicó esa conducta. Viajaba en segunda clase cuando era comisario de las Naciones Unidas porque estaba convencido de que así salvaba la vida de unas treinta familias. Estaba sensibilizado con el cuidado del medio ambiente por lo que no le importaba asumir esas pequeñas incomodidades si así lograba paliar lo que los hombres estamos haciéndole al planeta”.

TITULO
La naturaleza despierta
TEXTO
Se ha hablado mucho estos meses de confinamiento de cómo la naturaleza ha ido recuperado su espacio. Vuelven a nadar los delfines y las ballenas cerca de las costas Canarias. Los canales de Venecia se limpian y regresan los peces… “Es su capacidad de regeneración. Es la vida, salir adelante pese a la adversidad”, señala el científico y escritor español Javier Cacho, quien añade que ahora tiene la sensación de ver más estrellas. De que brillan más que antes. Probablemente se deba a que la boina de polución sobre el cielo de Madrid se ha reducido por efecto de la crisis de la Covid-19.

“Esto debería servirnos para aprender que lo importante es la familia. Los amigos”, opina.

Saludos, hace calor y no frío, afortunadamente, desde este lado del ordenador

Escribe una respuesta