Renovarse o morir

La cineasta Isabel Coixet declaró hace unos días en un periódico de tirada nacional que lo primero que hará cuando la “nueva normalidad” solo sea “normalidad” será “ir al cine”. Comentaba en esa misma entrevista que tantos días de confinamiento le han hecho odiar las pequeñas pantallas y que echa mucho de menos la magia de la sala en penumbra y asistir a un estreno rodeado de espectadores.

Son muchos los aficionados que, como la directora de La librería, esperan la reapertura de los cines aunque de momento nadie en el sector se pone de acuerdo para dar el primer paso. Sobre todo cuando los dos grandes núcleos poblaciones del país, Madrid y Barcelona, llevan retraso en ese proceso que se conoce como de “desescalada”.

En este aspecto, la reapertura de las salas de cine en Tenerife continúan en punto muerto aunque se anuncia que abrirán, con las naturales restricciones que imponen los tiempos, los multicines Alcampo el 12 de junio y ya en julio, probablemente el 3 de ese mes, el Víctor y los Price en la capital tinerfeña, entre otros. En cuanto a los Yelmo se sabe que la cadena estudia reabrir todas sus salas en España pero se carece de más información.

Por otro lado, no está muy claro que las salas de cine reabran durante las fases 2 y 3 de la desescalada porque “no resulta rentable”.

El protocolo obliga entre otros aspectos a limitar el aforo al 50 por ciento y si a esto se suma la escasez de oferta de películas de estreno la mayoría de las empresas exhibidoras han decidido posponer su reapertura hasta contar con una programación que atraiga a los espectadores. Se baraja así reabrir el 26 de junio o el 3 e incluso el 17 de julio aunque podría ser más tarde si el panorama no convence al gremio aunque se mantiene la esperanza de reiniciar el negocio siempre y cuando el Gobierno de España amplíe el acceso–en las próximas fases si se mantiene a raya la enfermedad– al 60 por ciento de espectadores.

El escenario continúa siendo de gran incertidumbre en el sector de la exhibición y de la distribución cinematográfica. Este “fundido a negro” explica que una de las preocupaciones de los profesionales siga siendo enorme ante un futuro que se presenta neblinoso, poco claro. Además, todavía no se conoce con exactitud hasta que punto ha sido decisiva la crisis de la Covid-19 para las salas de cine pero eso no ha obstaculizado para que el sector busque alternativas, algunas de ellas bastante novedosas.

Tras los más de dos meses de encierro a causa de la pandemia, los responsables de las salas así como los distribuidores concluyen que lo que toca ahora es reinventarse o morir.

Está cambiando a mucha velocidad el concepto de exhibición de películas y preocupa cómo afrontar este fenómeno de cara al futuro de las salas. Con este fin, se estudian alternativas y otros modelos para disfrutar de los estrenos.

De momento, la mirada está puesta en los grandes núcleos urbanos por lo que se está a la expectativa de cuándo comenzarán a funcionar las salas de cine de Madrid y Barcelona ya que no hay próximos estrenos que prometan convertirse en grandes éxitos de taquilla salvo Tenet, el último filme de Christopher Nolan; Mulan, una producción Disney que dirige Niky Caro y Pinocho (Matteo Garrone, 2019).

Lo más tardar, el sector confía reabrir siempre que las fases de desescalada se cumplan sobre el 17 de julio y sií se autoriza el acceso del 60 por ciento de público por sesión. El largometraje debe ser además una gran producción lo que relegará más el estreno de cine independiente a las plataformas.

En la actualidad “las distribuidoras han parado sus películas” lo que lleva a que no se pueda ofrecer una programación lo suficientemente atractiva. Mucho menos cuando solo se permite el acceso a la mitad del aforo, lo que “dificulta más la situación a nivel comercial”, señaló una de las fuentes consultadas.

Ante este panorama todo hace prever que cuando la “nueva normalidad” se instale definitivamente se diseñen políticas de exhibición distintas a las que se conocen y no se descarta para generar rendimientos que se amplíe el horario de exhibición, lo que podría incluir sesiones por la mañana todos los días y estrategias de reducción del precio de las localidades con días especiales y las técnicas de reclamo que ya se empleaban antes de la declaración del Estado de Alarma.

El proceso será largo ya que todo depende de la reapertura de los cines de Madrid y Barcelona para que se sumen las salas y multisalas del resto del territorio nacional. “Estrenar en Madrid y Barcelona sí que resulta rentable a las distribuidoras. No contar con Madrid y Barcelona está comprobado que no”.

En este marco y con los operadores de cine convertidos en grandes empresas que apostaban por abrir cines antes de la pandemia porque era “negocio” –en 2019 se alcanzó por primera vez desde 2004 los 1.000 millones de entradas vendidas– parece que ahora “ya no lo será tanto” al limitarse el acceso de público para evitar contagios.

Las fuentes coincidieron que si algo bueno ha tenido la pandemia es que el sector se ha vuelto consciente de que debe de actualizarse y esforzarse en atraer más público. El año pasado fue un buen año en espectadores, el estreno de grandes producciones norteamericanas contribuyó a que mejorara notablemente el negocio así que será muy difícil cumplir los objetivos para 2020 tras permanecer más de dos meses cerrados.

Como alternativa se barajan los autocines ya que se tratan de un modelo de negocio que puede adaptarse bien a la “nueva normalidad”. Serían “cines” de segundos estrenos que acogerían también otras actividades. La idea es que se conviertan en espacios donde pasar el día ya que además de cine contarían con una variada oferta de entretenimiento y consumo como tiendas y restaurantes, entre otros.

Saludos, esperar, eso toca, esperar, desde este lado del ordenador

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