El Cabildo de Tenerife “no sabe qué hacer” con su librería

La librería del Cabildo de Tenerife lleva cerrada a cal y canto desde febrero de este año. Entonces y hasta hace unos pocos días, se informaba en la puerta del establecimiento que el motivo del cierre era por inventario. Tras la crisis desatada por la Covid-19 y el cierre de la mayoría de los establecimientos por la declaración del Estado de Alarma, la librería del Cabildo continúa clausurada pese a que ahora se disfrute de la “nueva normalidad”.

No se sabe de momento cuando volverá a abrir. Y mucho menos el Cabildo de Tenerife, al que parece que hablar de este tema irrita. O le quema los dedos. En definitiva, que le resulta una molestia. Intentamos conocer la posición de la institución pero el director insular de Cultura, Leopoldo Santos Elorrieta, nos respondió a través del gabinete de prensa con un seco “no sabemos qué hacer con ella”, lo que puede interpretarse como que no tenían ni puñetera idea de su existencia, que no creo, o que les importaba un pimiento su futuro, que quiero pensar que tampoco.

La librería del Cabildo de Tenerife estaba situada en uno de los extremos de la fachada del antiguo cine Teatro Baudet, en la avenida Islas Canarias, antes del general Mola, en Santa Cruz de Tenerife.

El Baudet se inauguró el 25 de mayo de 1944 y fue uno de los primeros edificios proyectados por el arquitecto tinerfeño José Enrique Marrero Regalado, arquitecto también del edificio del Cabildo Insular. El Baudet fue un cine de 1.200 butacas que estaban distribuidas en dos plantas y dejó de funcionar como sala de exhibición cinematográfica en 1985. A partir de entonces sirvió como bingo, sala de fiestas de fin de año e incluso se especuló macro discoteca, proyecto que nunca llegó a realizarse.

Tras ser declarado como Bien de Interés Cultural fue adquirido en 1999 por casi un millón y medio de euros por el Cabido Insular, presidido entonces por Adán Martín, de Coalición Canaria, con la intención de rehabilitarlo como centro cultural y sede de compañías teatrales tinerfeñas pero la iniciativa, como tantas otras, quedó en papel mojado.

De aquel plan inicial solo sobrevivió la Librería del Cabildo, cuya gestión asumió la empresa pública IDECO en 2001 con el objetivo de difundir “la cultura de nuestras islas” y ser “un espacio de encuentro de creadores, editores y profesionales canarios del sector; un espacio destinado a la lectura y a la consulta manual e informática de los fondos bibliográficos”. Al final, terminó convirtiéndose más en librería que en otra cosa. Cuenta con un notable fondo que hace temer ahora por su destino y a formular la pregunta de ¿qué pasará con todos esos libros, discos y películas?

De momento, el Cabildo de Tenerife se limita a decir que no sabe cuál será su futuro como quien se quita de encima un mosquito molesto pero deja abierto un amargo interrogante que invita a una seria reflexión sobre su porvenir. Más ahora que son días de “nueva normalidad”.

También a plantearnos unas preguntas urgentes que exigen una respuesta responsable del actual Director Insular de Cultura, ¿si cierra la librería qué pasará con todo su fondo, un patrimonio de incalculable valor no dinerario pero sí sentimental?, ¿acaso fue devorado por las llamas en las frustradas hogueras de San Juan? De momento el Cabildo responde con un escueto “no sabemos qué hacer” pero olvida que se trata de la librería de todos los tinerfeños.

Saludos, otra y otra vez, desde este lado del ordenador

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