Domingo Pérez Minik leía también a Lovecraft

“Eso fue antes de la epidemia de 1846, en que murió más de la mitad de la población de Insmouth. No se llegó a explicar completamente qué fue lo que pasó, pero seguro que se trataba de alguna enfermedad exótica, traída de China o de alguna parte, por el mar. Debió de ser terrible; hubo desórdenes por culpa de eso, y pasaron cosas horribles que no creo que hayan llegado a trascender fuera del pueblo. El caso es que con eso se arruinó para siempre. No volvió a repetirse la hecatombe, pero ahora apenas vivirán allí trescientas o cuatrocientas personas”.

(La sombra sobre Insmouth, Los mitos de Cthulhu, H.P. Lovecraft y otros, Alianza Editorial, edición de 1985)

Si reside en estas islas abandonadas por las manos de los dioses y tiene una edad más cerca del final que del principio, el nombre de Domingo Pérez Minik tiene que sonarles. Al menos a los que habitan en la isla donde nació, Tenerife, y más en concreto en la ciudad donde vivió, que no es otra que Santa Cruz de Tenerife. Hombre de amplia cultura, parte de su biblioteca personal se conserva en la Casa de la Cultura de la capital tinerfeña y si se tiene la gracia de visitarla, comprobarán los gustos variados que tenía el venerable maestro con sus lecturas ya que hay un poco de todo y dentro de ese todo, algún libro de H. P. Lovecraft, a quien dedica uno de los trabajos que incorpora el libro La novela extranjera en España. La edición que repaso es la que publicó en su día la ya legendaria Taller Ediciones JB y la data corresponde al año de 1973. Ah, 1973, ese año que puso fin al sueño socialista en Chile (un desgraciado 11 de septiembre) y que vio aparecer un libro en el que el ensayista canario volcó sus gustos y disgusto literarios, entre otros, una aproximación a la literatura del escritor norteamericano que quiso haber nacido en el siglo XVIII y no en ese XX antipático por ruidoso.

El capítulo que dedica a Lovecraft lleva por título Los cuentos de miedo de H. P. Lovecraft y se centra fundamentalmente en la por aquel entonces reciente publicación de Los mitos de Cthulhu, colección de relatos de Lovecraft y su círculo de seguidores que prologa con notable claridad Rafael Llopis.

En aquellos años, mediados de los setenta, coincidieron en España la aparición de dos ediciones de Los mitos de Cthulhu. Una de ellas en Alianza Editorial y que coordinó Llopis, que fue uno de los traductores junto a Francisco Torres Oliver de los cuentos seleccionados en este volumen. La otra llevó el título de Relatos de los mitos de Cthulhu (Editorial Bruguera), y se publicaron tres volúmenes que reproducen los cuentos que Agust Derleth, compañero y albacea del mismo Lovecraft, recogió para esta antología que traduce, también, Francisco Torres Oliver. El libro de partida de Pérez Minik es, como se dijo, el que presentó por aquel entonces Alianza Editorial, obra que le sirve al veterano ensayista a especular sobre el cuento de miedo a partir de las reflexiones que propone Rafael Llopis y que no han perdido con el tiempo su temple. De hecho, aún considero las palabras preliminares de Llopis de lo mejor que se ha escrito en español en torno a Lovecraft y su círculo de corresponsales.

Escribe Domingo Pérez Minik: “cuentos de miedo hemos leído todos” pero recuerda que no todos han escrito cuentos de miedo. Y mucho menos en la España de aquel tiempo. Menciona a Juan Perucho y Las noches lúgubres de Alfonso Sastre pero olvida el que considero uno de nuestros más grandes escritores de miedo y humor, una antítesis que se une en su obra, como es el injustamente olvidado Noel Clarasó, escritor barcelonés al que descubrí precisamente gracias a Llopis en una antología de cuentos fantásticos que publicó en la misma editorial de Los mitos de Cthulhu.

Si hay un cuento que destaca de entre todos los que compila el libro es La sombra sobre Insmouth, a la que califica como “una de las más sorprendentes narraciones de H. P. Lovecraft”, así como fantasmagoría que sale de “la imaginación más desaforada”. Compara también en este breve trabajo los mundos de pesadilla del escritor de Providence, Rhode Island, con los que tejieron en su día los surrealistas aunque recuerda que tanto ideológicamente como proyecto artístico en sí se trataban de dos mundos radicalmente opuestos. Dos líneas paralelas que nunca llegaron a tocarse.

Concluye Domingo Pérez Minik su aproximación al universo lovecraftiano describiendo a Lovecraft como un hombre “de fuertes recelos, pero no sabemos si sus alucinaciones se las inventa para manifestar su complejo de superioridad, o su depresiva condición de incrédulo seguro, para satisfacer su personal miedo vital a través de creencias crueles, o para aplacar la ira de los dioses con una esotérica mitología hecha en convivencia con los diablos expulsados del paraíso” lo que me hace añorar un debate que nunca se podrá presenciar como es el de enfrentar al veterano ensayista canario con el veterano escritor francés Michel Houellebecq, autor como sabrán los iniciados del que probablemente es el mejor ensayo que se ha escrito sobre Lovecraft y su universo: H.P. Lovecraft: contra el mundo, contra la vida.

Me imagino a estos dos charlando sobre todo esto en ese kiosco de La Paz que ya no es el mismo, en torno a una cerveza (el francés) y un whisky a la inglesa el segundo. Sobre la mesa, la inevitable tapa de queso amarillo.

Saludos, no llega el frío, desde este lado del ordenador

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