Carlos Zanón: “Barcelona es una ciudad de perdedores”

Poeta, escritor, articulista, guionista y letrista, Carlos Zanón (Barcelona, 1966) ha hecho prácticamente de todo en literatura aunque le faltaba escribir sobre su ciudad natal que es protagonista de casi todas su obra pero no desde una perspectiva personal, de cuál es la Barcelona de Carlos Zanón y no la Barcelona que aparece en las novelas de Carlos Zanón. El resultado es un libro que ha sido editado con mucho mimo y oficio y que cuenta con ilustraciones de Lara Costafreda y edita Tinta Blanca este año de pandemia.

Carlos Zanón fue uno de los invitados de la octava edición del Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras Periplo que se celebró a finales de octubre en el Puerto de la Cruz. Vino para participar en Los mundos de Antonio, sección que recuerda al escritor y cómplice de Periplo, Antonio Lozano, y en ella habló de Barcelona, su Barcelona personal, y también de dos de sus más ilustres paisanos: Juan Marsé y Pepe Carvalho, el investigador creado por Manuel Vázquez Montalbán y al que Zanón revivió el año pasado en la novela Carvalho: Problemas de identidad.

- Barcelona se publica en un año caracterizado por la pandemia de la Covid-19, ¿qué tiene esta ciudad que la hace tan literaria?

“La hacen los artistas. Vamos a Nueva York o París en busca de lo que hemos leído, de la sensación que nos evoca y que es resultado de la superposición de muchos que han dado su visión con anterioridad de la ciudad y esas visiones son las que hacen tan literaria a Barcelona que es una ciudad como un pueblo en el que conviven varias culturas. También una ciudad que ha perdido todas las guerras y que nunca ha tenido un poder efectivo”.

- ¿Y narrativamente?

“Narrativamente es una ciudad de perdedores. La literatura se construye mucho de la derrota y de lo que pudo ser y no fue, y esto lo tiene Barcelona aunque también cuenta con elementos menos románticos como fue ser una capital industrial y sede de la producción del libro durante bastantes años, lo que generó editoriales, escritores… El boom latinoamericano se queda en Barcelona y no en Francia porque se hablaba el español y existía una industria y un circuito del libro. La idea de Barcelona como ciudad literaria y los mitos del barrio chino o de El Raval son cosas de Jean Genet cuando contó sus correrías por la ciudad pero es un invento literario que refuerza la importancia de la cultura ya que hizo que la gente viniera a Barcelona a conocer a Gaudí y de lo que de ella habían escrito esos autores. La cultura crea un imaginario de las ciudades”.

- Usted dijo que Barcelona es una ciudad con la que no “puedes estar enfadado mucho tiempo”.

“Barcelona es una ciudad que nunca se pone demasiado seria. Incluso cuando se queman contenedores para hacer una revolución a las diez de la noche todo el mundo está en casa. Es una ciudad bastante pacífica en el sentido de que no puedes enfadarte con ella. Hasta cierto punto es amable y abierta aunque sea tan ensimismada”.

- El libro cuenta con ilustraciones de Lara Costafreda, ¿cómo fue trabajar con ella?

“La verdad es que nunca nos hemos visto y eso que vivió durante mucho tiempo en Barcelona –ahora reside en Lleida– pero la pandemia evitó que nos conociéramos personalmente. Nuestro trabajo consistiió en que le enviaba los textos y dejaba que ella hiciera lo que quisiera con ellos. La edición del libro es una preciosidad, cuenta con todos los elementos para hacerlo atractivo a un coleccionista como es la textura del papel, el mimo y cuidado con que se ha publicado. Lara hace además una interpretación de mis textos que van más allá de lo que escribí, lo que acrecienta las ganas de conocerla personalmente”.

- El libro es un trabajo de encargo, ¿cómo se lo planteó?

“No iba a hablar de Barcelona como hablan otros escritores aunque es una ciudad de tal magnitud que confieso que estaba intimidado. El editor me pidió que escribiera sobre mi Barcelona y ese fue su error porque supe entonces que no tenía que escribir una guía y me volqué en un relato sentimental de la Barcelona que recordaba. Contacté con otros escritores y les pedí que me enseñaran sus barrios y la experiencia resultó muy curiosa. En la Barcelona que recuerdo podía ocurrir cualquier cosa y pensé que sería interesante mirar desde los barrios al centro, que es lo que aparece siempre por televisión y que son barrios donde apenas vive gente porque los han echado. La mirada que propongo es un poco la de Juan Marsé, que es la mirada del apache que está encima de la colina observando a los rostros pálidos. La mirada del Pijoaparte, del que mira de fuera hacia adentro”.

- Barcelona fue durante mucho tiempo la capital de la cultura de este país. Si hay novela negra en España es gracias precisamente a Barcelona que es donde nace el género en España.

“Barcelona es un escenario de novelas negra porque es una ciudad de derrota y porque tuvo la inmensa suerte que en ella naciera Manuel Vázquez Montalbán, que creó a Pepe Carvalho tras conversar con varios amigos mientras tomaban unos whiskys. Con Carvalho, Vázquez Montalbán utiliza las claves de la novela popular para contar las historias de un personaje que transita al final de la dictadura y la transición hacia la democracia. Creó un personaje que es paradigmático y que influyó en toda la novela negra mediterránea y en autores como Donna Leon, Camilleri, Markaris… y todo con un personaje, Carvalho, que parece un poco paródico y un sibarita que, pese a que el mundo pueda destruirse, se sienta a la mesa para comer. Lo que hizo también fue animar a otros escritores como Andreu Martín y González Ledesma a que escribieran novelas criminales que se caracterizaron por ser muy mediterráneas y muy distintas entre sí. El género prospera además porque en Barcelona había escritores y una industria editorial y periódicos que promocionaban estos libros”.

- ¿Y qué lleva a un poeta a cultivar el género?

“Publiqué mi primer libro a los 22 años y mi primera novela con 42. Durante veinte años estuve perfeccionando el estilo porque quería publicar una. Desde siempre había querido escribir novela y lo intentaba pero me resultaban muy endogámicas y me las rechazaban en todas partes. Son historias donde hablo de mi barrio. El protagonista de una odia a Manu Chao y le quitan a su novia. Era una historia muy loca. En otra, un chico quiere escribir una novela hasta que da con la idea que empieza en un bar donde se produce un asesinato. No tenía entonces ni idea de qué era la novela negra, mi primer editor dijo que se trataba de una novela macarra pero es que era un editor muy raro”.

- ¿Raro?

“Tenía un socio publicista y decidieron enviar el libro a los periódicos con un paquete de macarrones pero no pasó nada hasta que una periodista de El País leyó la novela y le gustó y propuso escribir un reportaje sobre esa novela negra tan rara. Con esto quiero decir que entré un poco de casualidad en el género porque yo hasta ese momento pensaba que la novela negra era solo de policías. Luego te das cuenta que es mucho más amplia. Como poeta tampoco era muy bueno”.

- Pero ¿se siente cómodo con esa etiqueta?

“Me da un poco igual. La etiqueta te sirve para que te localicen en las librerías. Yo escribo las novelas que me gustan. Además, tú no eliges es el género el que te elige a ti. Taxi, por ejemplo, no es una novela negra, la única novela negra que he escrito es la de Carvalho.”

- Paco Ignacio Taibo II dice que la novela negra es la novela social de nuestro tiempo.

“Sí, claramente. Y también la novela costumbrista porque nos dice cómo se vive en nuestras sociedades. En Jo Nesbo descubres el sustrato nazi que aún conserva la sociedad noruega a través de sus novelas porque el género es la novela social y costumbrista de nuestro tiempo claramente. El formato thriller es otra cosa. Se aplica a todos los géneros porque tiene que haber suspense para atrapar al lector. El formato thriller siempre funciona”.

- Pero ¿cómo explicaría el éxito que sigue teniendo la novela negra?

“Hace muchos años escribir novela negra era un demérito porque se trataba de un género denostado porque la mayoría de sus escritores producían en serie, eran todos unos artesanos, gente acostumbrada a trabajar a destajo pero se trataba de un género que heredaba la necesidad de contar una historia para que el lector se sintiera atrapado. Aquellos escritores no eran divos. En segundo lugar, la crisis de 2008 que fue muy importante hizo que comenzáramos a mirar la sociedad de otra manera y que, como hace Pepe Carvalho, se intentase explicar qué estaba pasando en el país. Se crea así una red de festivales bajo el influjo de la Semana Negra de Gijón y se establece un circuito que permite a escritores, editores y lectores verse las caras. Por otro lado, Stieg Larsson sitúa a la novela negra en el siglo XXI con Los hombres que no amaban a las mujeres ya que tuvo la virtud de crear un personaje como Lisbeth Salander que es totalmente nuevo. Una hacker antisistema. Una mujer desclasada pero que toma la iniciativa. La novela negra palpaba el espíritu de un mundo que estaba cambiando en ese momento. Y Larsson lo vio”.

- Carvalho ha aparecido a lo largo de la conversación en varias ocasiones, ¿que sintió cuándo le propusieron escribir una nueva novela del personaje?

“La editorial y la familia tuvo la idea, como pasa con otros personajes, de revitalizar a Carvalho y se planeó que un nuevo autor se encargara de ello y Paco Camarasa me recomendó aunque primero dije no porque ese encargo se me hacía muy grande y le pregunté a otros escritores si debía aceptarlo y todos coincidieron en decirme también que no la escribiera pero me lo pensé y finalmente acepté. Asumí el encargo como un privilegio y una oportunidad para probar con un personaje fascinante”.

- Y el Carvalho que propone es su Pepe Carvalho.

“Si se sigue la cronología del personaje tendría ahora ochenta años y no era buen plan. Manuel Vázquez Montalbán cuenta en una serie de columnas que publicó en Interviú que Pepe Carvalho vive en un piso de Las Ramblas de Barcelona al que el escritor sube para hablar con el detective y Biscuter de la realidad de su tiempo. Y con esa idea fui creando la novela y sus fantasmas. Introduje personajes nuevos que se relacionan con Biscuter pero prescindí de otros, como Charo, la prostituta, porque me resultaba muy complicado, no sabía cómo gestionar la relación que mantiene con Carvalho”.

- ¿Habrá continuación?

“De la misma manera que me hizo ilusión el proyecto no quiero convertirme en el tío que hizo las de Carvalho. Mi idea era escribir solo una novela pero me gustaría que hubieran otros Carvalho escritos por otros escritores. En Gran Bretaña lo hacen con las novelas de James Bond y es muy interesante”.

- Y llegamos al documental sobre Juan Marsé. ¿Qué recuerda de él?

“Televisión Española puso en marcha cuando le concedieron el Cervantes un proyecto de serie que tituló Los imprescindibles. Yo ya conocía a Marsé pero no había tenido una relación con él. Lo recuerdo como un tipo fascinante, con una gran fuerza. Muy competitivo en el sentido literario pero también un hombre sencillo que se metía en todas las polémicas. Con Juan Marsé no tuve la sensación de que se le podía comprar y comprar a un escritor es adorarle y concederle premios para que se amanse y acabe escribiendo lo que la editorial y el público pide. Y él no era así. Fue un privilegio conocerlo” .

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ANTONIO LOZANO

La muerte del escritor Antonio Lozano significó un mazazo para Carlos Zanón, que solo guarda buenos recuerdos del autor de El caso Sankara. “Tuve el lujo de ser amigo suyo, de estar a su lado y que me dejara quererlo y que me quisiera. Fue una persona especial. Lo echo mucho de menos”, recuerda el escritor barcelonés, que revela que “me siguen pasando cosas que me gustaría comentar con él. Realizó una labor con todos nosotros muy importante ya que logró reunir a gentes muy distintas. Era como un profesor ante su clase”. Gracias a él, reconoce Zanón, “descubrí la literatura africana”. “Antonio –concluye– tuvo una mirada distinta”.

NUEVA NOVELA

Carlos Zanón está escribiendo ahora un thriller sobre un matrimonio y un amigo de la pareja que viajan desde Gerona a Tarifa. En la novela, explica el escritor, “intento hacer algo que no sé si me saldrá, pero ahí estoy”. De momento el relato sigue su curso, una novela de carreteras por la geografía de España que uno imagina que comenzó a escribir en tiempo pre Covid-19. Carlos Zanón calcula que el libro podría publicarse en 2021 y no se amilana ante el trabajo que le espera porque “sé de que va esto: invertir horas pero a mi me gusta escribir”. Entre otros, Zanón que ha sido poeta y letrista de canciones, es autor de Tarde mal y nunca, Yo fui Johnny Thumders y Taxi.

Saludos, agitamos las manos, desde este lado del ordenador

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