Fallece Monte Hellman, entre ‘Carretera asfaltada en dos direcciones’ y ‘La iguana’

Hollywood también tiene a sus malditos y uno de ellos es el cineasta Monte Hellman, nacido Monte Hay Himmelman, y que falleció este miércoles, 21 de abril de 2021, a la nada desdeñable edad de 91 años.

Fue lo que se dice un marginado en la industria del cine pero logró rodar un puñado de películas que por raras merecen ser repasadas un día de estos. La mayoría de los iniciados recuerdan su Carretera asfaltada en dos direcciones y también Gallo de pelea, un filme que adapta la novela del mismo título de Charles Willeford, otro maldito pero de la literatura norteamericana, autor de una obra maestra del género negro y criminal, Miami Blues, donde entre tanta violencia circula con toda la tranquilidad del mundo un sentido del humor que desarma a cualquiera.

Rodó además western con Jack Nicholson, un actor grande, tan grande que a decir de quienes lo conocen, tiene un corazón igual de gigantesco. Nicholson lleva ya diez años apartado del cine y no sé si alguien le habrá comentado la desaparición de quien fue compañero de trabajo y también de alguna juerga.

Lo que no dicen las crónicas es que Monte Hellman dirigió a finales de los 80 un largometraje, La iguana, que era perfecto para un tipo como él. Desgraciadamente, el filme no resultó lo que tenía que ser aunque queda como una rareza más en la filmografía de un cineasta al que le costó levantar proyectos y sobrevivió como pudo en un mundo tan competitivo y adorador del dinero como es Hollywood, donde te disculpan siempre que ganes mucho dinero. Con independencia que lo hecho sea una de súper héroes, otro clon de tipos enmascarados y vestidos con leotardos.

La iguana, como sabrán algunos, es la adaptación de una de las mejores novelas de aventuras del escritor y periodista tinerfeño Alberto Vázquez Figueroa, quien inspirado en un hecho real narra la vida de un marinero irlandés al que apodan La iguana por su aspecto que termina en una de las islas del archipiélago de Las Galápagos, y de la que se declara rey. El filme, que tiene una duración de 88 minutos, es una producción italiana que se rodó en gran parte en Lanzarote y cuenta en su reparto con Everett McGill, Fabio Testi, Michael Bradford y Jack Taylor, entre otros. Se puede descargar si se busca en la red, pero solo tiene interés para los seguidores del cineasta, quien firma una digna versión para el cine de esta aventura para adultos con mirada muy personal.

No se trata, sin embargo, de una de sus mejores películas y la pobreza de producción explica el escaso eco que tuvo cuando se estrenó en cines, donde duró muy poco en cartel. Pese a todo respira muchas de las constantes que marcaron la errática filmografía del cineasta. Un tipo que se rodeó, aunque no fue el caso de La iguana, de actores más o menos habituales. Warren Oates fue uno de ellos. Lo verán como protagonista en Gallo de pelea y El tiroteo, uno de esos western lisérgicos que rodó con Jack Nicholson, dos películas que junto a la mayoría de su no demasiado copiosa filmografía da prioridad a los grandes escenarios, paisajes donde se pierden como hormigas los personajes que transitan por sus películas.

Reivindicado por ese gran rescatador de “olvidados, malditos y marginados” que es Quentin Tarantino, quizá su muerte a los 91 años despierte el entusiasmo entre algún cinéfilo por ver su cine y mantener la llama de su memoria encendida.

Hasta ese momento, aprovechen y enfréntense a sus películas sin la espesa infulencia intelectual del universitario. Con su muerte desaparece una leyenda.

Un maldito del cine norteamericano.

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