A orillas del Guiniguada una novela de Juan José Mendoza

“¿Cómo sentaría esta carta al capitán general? Sin duda, habría un rechazo a la injerencia de Pildain, que se sumaba a toda su actividad en defensa de los presos y los condenados a muerte. El obispo sembraba desconfianza y parecía confirmar que los voceros de la Falange que había reiterado las reticencias de Franco para nombrarlo comenzaban a tener razón: el héroe enviado por la Santa Sede para rehacer la espiritualidad quebrada de las islas era en realidad un disidente con sotana”.

(A orillas del Guiniguada, Juan José Mendoza, Mercurio editorial, 2021)

Mientras unos pocos pierden el tiempo reflexionando sobre si existe o no la literatura canaria o si realmente existe una literatura canaria, la mayoría de los escritores residentes o no de las islas se mantienen al margen de este debate bizantino con el único escudo que tienen para protegerse de un asunto que, como el Guadiana, reaparece episódicamente. No obstante, y la creencia comienza a extenderse, desde que los escritores y escritoras nacidos o residentes en Canarias comenzaron a cultivar los géneros sin miedo a devaluar la calidad intelectual de sus obras, la literatura que se escribe aquí ya no tiene excusa para esconder la cabeza lamentando que compite en inferioridad de condiciones con las que se escriben en otras tierras de España.

En todo caso, y gracias precisamente a su apuesta por los géneros, los autores de aquí pueden mirar directamente a los ojos otras literaturas ya que si algo bueno ha tenido sumarse a corrientes como la ciencia ficción, la literatura romántica y erótica, la negra y policial, es que en todos estos palos y otros más, el nivel ha sido el suficiente para que algunos de estos escritores y sus obras sean reconocidos no solo en su tierra sino también fuera de ellas.

Viene todo esto a cuenta de A orillas del Guiniguada, una novela de Juan José Mendoza, que resultó accésit del Premio Internacional de Novela Benito Pérez Galdós 2020 y obra de género, género histórico, que reconstruye, un poco al modo en como Orson Welles retrata a Kane en Ciudadano Kane, la vida y la obra del sacerdote y teólogo vasco Antonio Pildain, a través de la mirada de hombres y mujeres que lo conocieron.

Obispo de la Diócesis de Canarias y personaje clave para entender las relaciones entre la Iglesia católica y el gobierno franquista entre 1936-1966, su pontificado que sigue siendo el más largo de la historia de esta Diócesis, estuvo marcado por la polémica, sobre todo los años de la Guerra Civil y la postguerra.

En este libro, Juan José Mendoza reconstruye con esmero algunos de los momento que definieron la carrera del Obispo cuando estuvo al frente de la Diócesis y revela el carácter de un hombre profundamente religioso pero también contradictorio.

El escritor apuesta para contar este relato con las voces de algunos de los hombres y mujeres (reales e imaginarios) que lo conocieron y talla para dar forma con la habilidad de un orfebre la personalidad de un hombre tenaz. El escritor no rehuye aproximar al lector a otros momentos de la vida de Pildain, como su infancia y juventud. Estos fragmentos dan consistencia y sustancia al personaje, por lo que este retrato de un hombre de fe es completo.

La novela cuenta como al Obispo no le gustaba Galdós porque le parecía un comecuras pero tuvo el coraje de no recibir al mismísimo Francisco Franco cuando visitó la isla siendo ya dictador. Pildain tampoco se calló la boca cuando tuvo que denunciar las penosas condiciones de vida en las que los militares y las organizaciones políticas de derechas trataban a los presos políticos republicanos durante los primeros años de la Guerra Civil.

El texto presenta testimonios en primera persona de gente que lo conocieron, también reproduce documentos y cartas y un diálogo imaginario entre el mismo Pildain y Benito Pérez Galdós, un escritor por el que no sintió especial querencia. Esta conversación se trata de uno de los capítulos, a mi juicio, más interesantes del libro no solo por su capacidad de envolver al lector sino por presentar a su protagonista despojado de su autoridad eclesial para mostrarlo en toda su pequeña grandeza como ser humano. Las frases que cruza con el escritor que mostró cómo amaba y sufría el Madrid de finales del XIX resultan llamativamente instructivas y revela a un escritor que conoce y por eso se maneja tan bien, la vida y obra de Pildain como la de Benito Pérez Galdós.

Se trata en definitiva de un libro que invita a viajar por la Historia y que nos aproxima a periodos muy tristes del archipiélago como fue la Guerra Civil, que en Canarias consistió básicamente en la represión brutal de los detenidos por sus ideas republicanas y de izquierdas.

El libro repasa además la historia de la capital grancanaria, también de la isla, durante aquellos años y recuerda que parte de la misión episcopal de Pildain coincidió con la del obispo de la Diócesis Nivariense, Domingo Pérez Cáceres, consagrado prelado en 1947 y uno de los grandes impulsores por recuperar la fiesta de los carnavales (con el nombre de fiestas de invierno) en la capital tinerfeña y la Romería de San Benito Abad en La Laguna.

Saludos, lo imprevisto, desde este lado del ordenador

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