Antonio Álvarez de la Rosa: “Flaubert nunca dijo Madame Bovary soy yo”

Una selección de 350 cartas de las casi 5000 que escribió Gustave Flaubert (1821-1880) a lo largo de su vida son las que ha traducido y anotado el catedrático de Filología Francesa de la Universidad de La Laguna, Antonio Álvarez de la Rosa (Santa Cruz de Tenerife, 1946), en un libro que con el título de El hilo del collar (Alianza Editorial, 2021), coincide con el bicentenario del nacimiento del escritor francés, uno de los gigantes de la literatura universal que en su correspondencia reflexiona sobre su pensamiento y su poética -detalle no menor en alguien que hizo de la escritura su razón de ser- desde su infancia hasta su muerte. En una cuidada selección y edición, el objetivo de Antonio Álvarez de la Rosa fue el de ofrecer un retrato humano del autor de Madame Bovary siendo consciente desde el principio que “las traducciones envejecen” aunque no así la literatura de un autor rebelde y polémico que quiso dedicar su vida al arte de “escribir y leer”.

- Se cuenta que Gustave Flaubert dijo ‘Madame Bovary soy yo’. Tras estudiar su copioso epistolario ¿Antonio Álvarez de la Rosa es Gustave Flaubert?

“En mi caso más que Flaubert es Madame Bovary, desde luego, aunque Flaubert nunca dijo eso de Madame Bovary soy yo sino un profesor que, a comienzos del siglo XX, explicó que una amiga de Flaubert lo había dicho pero eso no aparece por ningún lado. Ni en sus correspondencia y ni en su cuaderno de trabajo. Lo que sí es cierto es que cuando le pincha alguna corresponsal o le proponen preguntas impertinentes empieza a desarrollarse en el escritor ese concepto de la autoría que lo define. Esa relación del autor con el personaje”.

- ¿Qué es el bovarismo?

“Flaubert es un hombre que siendo un misógino empedernido tiene una capacidad de observación portentosa. Está atento y explora debajo de las apariencias. En Madame Bovary describe la situación de una mujer como bovarismo, lo que explica que a veces la novela se compare con El Quijote. El bovarismo son los deseos que más o menos gestionas aunque a veces estos desbordan la irrealidad de tu propia realidad, lo que produce un quiebro, la locura, las frustraciones que quizá desemboquen en el suicidio como es el caso de Emma Bovary pero Flaubert lo mismo construye este personaje como construye otro masculino”.

- El libro selecciona 350 cartas de una correspondencia que se aproxima a las 5000.

“Conocidas y perfectamente archivadas son 4500”.

- ¿Por qué escogió unas y desechó otras?

“Se me ocurrió escribir una introducción general donde explico lo que pretendía, un seguimiento cronológico y dividido por etapas de su vida, como refleja la primera carta que incluye el libro y que Flaubert escribe a los nueve años. En esa primera carta expresa su rechazo a la gente lo que me obligó durante la traducción a cometer errores en español para que el lector se percate que eso está escrito por un niño. Otra carta que se incluye es la que dirige a su profesor de Historia, que es muy importante porque ya con dieciocho años escribe con una tremenda claridad que lo único que quiere hacer es escribir”.

- Creo que Sartre llamaba a Flaubert el idiota de la familia.

“Lo llama así porque en principio aquel chico parecía que no iba a llegar a nada pero al final sí que consigue lo que quería: dedicar su vida a leer y a escribir”.

- ¿Cómo es el Flaubert epistolar?

“Tiene dos etapas en la correspondencia. Flaubert nace en 1821 y publica Madame Bovary en 1857. Es decir, 36 años después. Hasta ese momento nadie lo conocía. Cuando se publica el libro resulta un escándalo, a punto está de ir a la cárcel pero sirvió para que se vendieran muchos ejemplares de la novela. Las cartas hasta ese entonces son espontáneas pero después de la publicación de Madame Bovary es como si tomara conciencia de que por fin es escritor y se muestra más cuidadoso en su correspondencia. Flaubert fue un hombre de firmes convicciones pero también, cuando lees sus cartas, un hombre al que nunca le gustó bajarse del burro”.

- ¿Por qué planteó así la edición de su correspondencia?

“No quise colocar en el libro ni una sola nota a pie de página. En casi todas las cartas, cuando aparece un personaje que evoca un hecho anterior, explico al lector antes de que comience a leerla lo que se va a encontrar. Las cartas que contiene el libro son completas salvo alguna, y hubo un momento en que lo vi más como un tapiz que otra cosa aunque al final me abrumé por tantas fechas, etc. Conté con la ayuda del equipo de corrección de la editorial, que se dio cuenta de que si una novela es difícil de corregir con la correspondencia es como intentar cruzar a nado el Amazonas. Pensé que lo ideal es que el lector leyera las cartas desde un punto de vista biográfico, por lo que cada capítulo avisa de la edad y del momento en que Flaubert escribió esa carta”.

- ¿Qué constantes destacaría de las dos etapas que distingue en la correspondencia de Flaubert?

“La belleza y el amor, que llega hasta el proceso de escritura de Madame Bovary. En esos diez años se puede entender la metamorfosis que lo convierte en escritor. Leyendo las cartas aprecias todo ese proceso de creación, el trabajo literario de Madame Bovary y un hecho que cualquier creador consagrado o no debería de conocer porque Flaubert piensa que nunca será un gran escritor al darse cuenta que, cada día que pasa, le cuesta más escribir”.

- Cuanto más escribe más le cuesta escribir.

“Exacto. De alguna manera el éxito de Madame Bovary no le impidió que continuara escribiendo y publicando otras novelas. Dijo que Bovary se trataba solo de una etapa pasada, lo que lo se somete a una nueva tortura ya que tras Madame Bovary escribe Salambó que le costó diez años que ocupó en empaparse de la cultura cartaginesa. Pero Salambó es un ladrillo que tuvo mucho éxito ya que por aquel entonces estaba de moda lo exótico. Retoma después La educación sentimental, que le cuesta escribir y publica Tres cuentos y más tarde Beauvoir y Pécuchet, su última novela y piensas ¡cómo se le ocurrió meterse con ella! pero lees las cartas y descubres que jamás se detuvo en la escalera, que todo aquello para él resultaban etapas”.

- No llegó a terminar Beauvoir y Pécuchet.

“No, pero eso es porque es una novela interminable”.

- Y sí que publica en su juventud La tentación de San Antonio, un texto que revela su querencia por la mística.

La tentación de San Antonio es una especie de ensayo místico que cuenta en el fondo la misma historia que La leyenda de San Julián el hospitalario, que forma con Un corazón sencillo y Herodias el libro Tres cuentos. Flaubert es un escritor que se tortura buscando cosas nuevas con una idea fija en la cabeza: vivir para escribir. Y así quema etapas y en todas ellas se percibe la nostalgia por lo que hizo”.

- ¿En las cartas habla de otros escritores?

“Se incluye la correspondencia que mantuvo con Baudelaire. Flaubert alaba Las flores del mal. También la primera carta que escribió a Victor Hugo, al que llamaba El gran cocodrilo; con Mallarmé, Maupassant… Flaubert fue un gran lector y le comunica a Maupassant que con Bola de cebo ha escrito una obra maestra”.

- ¿De las más de trescientas cartas que incluye el libro distinguiría alguna por su rareza?

“Destacaría las que escribe durante su etapa reflexiva, vamos a llamarla también ideológica y social, que es la correspondencia que mantiene con George Sand, que era mayor que él. Flaubert oye de ella cuando publica Salambó y La educación sentimental, que tuvo una crítica muy negativa pero que deslumbró a George Sand. Fueron dos caracteres opuestos pero su correspondencia es respetuosa. Sand dice que Flaubert escribe para la posteridad mientras que ella lo hace para mañana. Esta relación epistolar está marcada por la ternura cuando eran dos personas que en principio no tenían nada que ver. Se cruzaron más de 400 cartas y para mi esa es la etapa más rica en reflexiones de su correspondencia. Flaubert le dice que hay que escribir con frialdad para lograr que el lector se emocione”.

- Santa Teresa, El Quijote… ¿cuál es la relación de Flaubert con la literatura española?

“Conoce el Siglo de Oro, a Cervantes y la mística a través de Santa Teresa”.

- ¿Y cuál era su visión de España?

“Su imagen de España es la de la época, una mirada peyorativa. Escribe, cuando los prusianos invaden Francia, que como esto siga así Francia acabará como España, a un lado de la Historia. Otra cosa son Homero Rabelais, Montaigne, Cervantes, Shakespeare, Goethe…, que no tienen patria. Son escritores”.

- Imagino que se tomará un tiempo para desintoxicarse de Flaubert pero… ¿prepara algo nuevo?

“Estoy muy interesado en un escritor francés de finales del XVIII poco conocido, Louis-Sébastien Mercier, autor de Le tableau de Paris, El cuadro de París. Mercier es una mezcla de escritor, sociólogo, periodista y político. Fue testigo de la Revolución y miembro de la Convención. Estuvo a punto de que Robespierre se lo llevase por delante… Un personaje realmente interesante aunque este libro consta de 3000 mil páginas. Lo más probable es que plantee una antología de unas seiscientas páginas”.

BAJO LA SOMBRA DE FLAUBERT

Antonio Álvarez de la Rosa dice que siempre ha creído en la Universidad por lo que agradece que cuando comenzó en la enseñanza en 1995, el autor de Madame Bovary fuera, precisamente, el objeto de un curso al que invitó a uno de los mayores especialistas sobre la vida y obra del escritor para que hablase sobre Flaubert en la literatura moderna. Esa misma década y por medio de una beca del Gobierno de Canarias, viajó hasta Rouen donde contactó con uno de los profesores de la Universidad que ahora es el coordinador nacional de todos los actos sobre Flaubert que se celebran en Francia. En un correo electrónico, Álvarez de la Rosa le avisó de la publicación de El hilo del collar, el libro en el que selecciona parte de su correspondencia y la respuesta no tardó en llegar: ¿Puede presentarlo el 10 de septiembre en el Ayuntamiento de Rouen?

Saludos, haya paz, desde este lado del ordenador

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