Jorge Rojas, el relator

Jorge Rojas Hernández, 85 años lo que se dice muy bien llevados, se define como un relator más que un escritor de historias y lo explica de la siguiente manera: “para mi un escritor es aquel que describe personajes y paisajes, todo el entorno de una novela… Yo no tengo tanta paciencia, así que dejó que sea el diálogo el que revele el carácter de los protagonistas. No soy de los que dedica una página para describir cualquier cosa, mis personajes se muestran a través de los sentimientos, sentimientos que pueden ir variando a medida que se desarrolla la novela”.

El relator de historias comenzó a escribir a finales de los años 70 del pasado siglo XX y desde ese momento no ha dejado de trabajar en su obra. Ha publicado hasta la fecha once libros. El primero publicada por el Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife, los nueve restantes autoeditados al que habría añadirse una novela que publicó en entregas en un periódico local. Dice que tiene otras cuatro inéditas y veinte cuentos, una obra de teatro recién terminada y varios guiones para cine y televisión.

La mayoría de estos trabajos podrían calificarse de thriller, y casi todos se desarrollan si no total sí que parcialmente en Tenerife.

Las historias de crímenes de Agatha Christie tienen gran parte de la culpa de su temprana vocación literaria, a la autora de Diez negritos le debe su gusto por los finales inesperados y darle “vueltas a las cosas”. Comenta con entusiasmo que el final de su obra de teatro, aún fresca y bien guardada en el disco duro del ordenador, se caracteriza por un final que “nadie se puede imaginar” así que no se lo preguntamos pero sí que estamos a la espera de que se represente una pieza que recupera a una pareja de policías que son los protagonistas de trece guiones que escribió en su día para una serie de televisión.

Sus libros, teñidos de misterio, están perfectamente alambicados, apunta, porque no le gusta improvisar. Y eso que es habitual que mezcle varias historias en sus novelas. Todas son reflejo de notas que ha ido tomando a medida que trabaja en cada uno de ellos. Reconoce, no obstante, que con La fuga la cosa se le complicó un poco más que en otras novelas.

¿La técnica que emplea? Jorge Rojas dice que una vez tiene el hilo del relato piensa en su desarrollo y un final que, si no le sorprende primero a él, no le sirve. Las historias, por otro lado, nacen de noticias que lee en los periódicos o que le sugieren la lectura de otros libros. Historias que le obligan a veces a documentarse y pedir asesoramiento en toda clase de temas. Por ejemplo, cuando aparece algún tipo de veneno en sus novelas llama a un amigo farmacéutico, “mi asesor de asesinatos”, para que le explique sobre estas sustancias.

En cuanto a las historias que demandan documentación no duda en empaparse del asunto leyendo todo lo que llega a sus manos. Se trate de historias sobre nazis que huyeron de Alemania tras el declive del III Reich, espías occidentales “captados” por la antigua URSS o, como es el caso de El tesoro del corsario, en quiénes eran y cómo actuaban aquellos forajidos del mar.

Las once novelas que tiene publicadas son radicalmente distintas unas de otras aunque casi siempre aparezca como paisaje Tenerife y Santa Cruz. Son de hecho muy pocas las historias que transcurren en otro sitio que no sea la isla. “Bueno, tengo una que se desarrolla en Barcelona y en un pueblo del sur de España”. Y una más en una pequeña ciudad que, imaginamos, si existe es solo en su imaginación y en la de los lectores que llegan a ella.

Sus libros de todas formas transcurren también en otros sitios, en otros escenarios como Berlín, Washington o Bruselas, que aparece en Convergencia su primera novela y ciudad que no había visitado hasta después de la publicación de la obra y en la que descubrió que una de las calles que menciona en el libro no era de libre acceso de personas y vehículos sino solo de personas. Una vía peatonal.

Las ideas, explica Jorge Rojas, están bullendo siempre en su cabeza, tanto, que incluso cuando se despierta por la noche toma lápiz y papel para anotar las que en ese momento piden permiso para ser reproducidas.

Jorge Rojas fue aparejador en los años 70 aunque a partir de 1976 dejó este trabajo por el de gerente de Harinas de Tenerife. Pasó, comenta con humor, “del polvo del cemento al polvo de la harina”. En 1978 escribió su primera novela, Convergencia, que obtuvo el premio Agustín Espinosa que concedía el Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife. Este reconocimiento fue el detonante que continuara con una carrera literaria que siempre se tomó como un descanso de su actividad profesional. “Una vía de escape”, dice. Como vía de escape le supone la lectura. Además de Agatha Christie y Arthur Conan Doyle, le gusta la obra de Somerset Maugham, Benito Pérez Galdós, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina y Arturo Pérez Reverte aunque no ha leído ninguna de las novelas de la serie Alatriste. De todos ellos y de muchos otros siempre le queda algo cuando los lee.

En cuanto a las novelas que ha escrito, este es un breve resumen de diez de las que ha publicado:
Convergencia cuenta la historia de un hombre que trabaja en la OTAN pero que espía para la URSS. Tras se descubierto, escapa y recala por azar en Tenerife donde su relato converge con el de un natural de la isla.

Impacto trata sobre el tráfico de drogas, solo que una droga nueva, fruto de su imaginación y que en el libro se denomin a Dutchi y que se extrae de un helecho de su invención también.

La fuga se basa en una visita que hizo el autor al museo de Pérgamo donde le asombró las medidas de seguridad de la instalación museística. El libro transcurre en Berlín, un Berlín que el Muro divide en dos mitades. En el relato, un canario de ascendencia alemana descubre que tiene un hermano gemelo que vive en la zona oriental y tras hablar con él en el mismo Museo de Pérgamo, le propone que se pase al lado occidental diseñando un complicado plan de fuga.

Diluvio se trata de la obra que más le ha costado escribir hasta la fecha, en ella relata cómo empieza el fin del mundo día a día…

La riada se basa en los tristes hechos que ocurrieron con la tromba de agua que cayó sobre las islas el 31 de marzo de 2012. Es la única novela de Rojas publicada por entregas en un periódico de la isla. En la misma, el autor aprovecha para añadir algo de suspense como la aparición en distintos puntos de Tenerife de unos gánigos a los que se suma el brutal asesinato de tres mendigos.

El linchamiento narra la historia de un pedófilo que tras asesinar a una joven es descubierto y está a punto de ser linchado por una masa de ciudadanos indignados.

El último nazi propone el relato de un químico que escapa de Alemania los últimos días de la II Guerra Mundial y que se queda a vivir en Tenerife cuando el barco que lo lleva a Argentina hace escala en el puerto de Santa Cruz. En la isla continuará con sus experimentos hasta descubrir un compuesto capaz de acabar con la gasolina. Los sudafricanos quieren comprar su producto mientras el Mossad, los servicios secretos israelíes, planifican la manera de secuestrarlo y llevarlo a Israel para que sea juzgado.

El mensaje se desarrolla en la actualidad y la acción arranca cuando se descubre en una vieja casa de la calle de San Francisco en la capital tinerfeña el esqueleto de un hombre que fue asesinado el 25 de julio de 1797, el mismo día de la firma de la rendición de las tropas británicas tras su frustrado ataque a Santa Cruz de Tenerife, iniciado el 22 de ese mismo mes.

La novela menos thriller en esta relación de títulos es Un soplo divino, novela en la que cuenta la historia del hombre más guapo del mundo. Y su condena también.

El tesoro del corsario
, publicada este mismo año, es de momento su último libro aunque no sería de extrañar que próximamente publicara uno nuevo y si las cosas van espera que se estrene incluso esa obra de teatro que cuenta, insiste, con un final inesperado.

Saludos, mañana más, si los dioses quieren, desde este lado del ordenador

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