Andrés de Souza: “La Guerra de Marruecos se vivió en las islas con inquietud y preocupación”

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Andrés de Souza, director de honor de la Real Sociedad Económica, es el coordinador del volumen La campaña del Rif y Canarias, una obra que nace para celebrar el Centenario de la Batería de Montaña en la Guerra de Marruecos, la primera unidad expedicionaria canaria que participó en aquella guerra bajo el mando del capitán Salvador Iglesias, abuelo de Andrés de Souza.

La obra no propone un análisis político ni de estrategias militares aunque “se consideró que para entrar en el fondo de la participación canaria era preciso un primer capítulo que introdujera al lector en el Protectorado de España en Marruecos”, dice el coordinador del volumen.

Estructurado entorno a las acciones de los trece meses de campaña de la Batería y los avatares de la misma, el libro incluye fotografías, cuadros estadísticos y documentos, así como las Cartas de un Artillero, que se reproducen en facsímil. La obra se complementa con un análisis de las reacciones de la sociedad civil y la huella que dejó su regreso a Tenerife sin baja alguna en combate.

- ¿Qué recuerdos tiene de su abuelo, el capitán y más tarde general Salvador Iglesias. ¿Cómo le marcó su experiencia en África?

“Tengo muchos pues además de los viajes con mis padres que residían en la península, viví en su casa de la calle San Agustín 21, de La Laguna durante mi etapa universitaria. Hay periodos en la vida de las personas que nos marcan de modo definitivo y eso le ocurrió a él con las dos campañas en que participó en la larga y cruenta Guerra de Marruecos, la primera en la campaña de Melilla siendo teniente en 1911-12 y la segunda en la campaña del Rif como capitán en 1921-22. Eran muy frecuentes sus menciones a las mismas y creo que llegó a entender el carácter y costumbres de aquellos aguerridos bereberes rifeños con los que tuvo que combatir. Posiblemente ese fue el secreto del éxito de su segunda expedición también llamada campaña de Yebala”.

- ¿Cómo definiría su carácter en familia y como militar?

“Era serio, circunspecto pero afable en el trato familiar. Debo destacar que mi madre nos dijo muchas veces que mientras vivieron en la casa paterna siempre era él quien estaba pendiente del bienestar y educación de sus tres hijas, sin embargo era más exigente con los varones, de lo que doy fe cuando residí allí, posiblemente como reflejo de lo que se exigía a si mismo. Las referencias que tenemos como militar y que se reflejan en numerosos testimonios es que era una persona reflexiva, de rostro imperturbable en todas las situaciones, exigente con sus oficiales pero cercano y siempre preocupado por sus soldados. Su entereza ante situaciones difíciles provocaba confianza y seguridad en aquellos que sirvieron a sus órdenes. Era un militar absolutamente vocacional”.

- La campaña del Rif y Canarias celebra el centenario de la Batería de Tenerife en África (1921-1922), batería que regresa después de su experiencia bélica a las islas sin contar con ninguna baja, ¿dónde sirvió la batería?, ¿y qué número de hombres tuvo? ¿Hubo condecorados?

“El 14 de septiembre de 1921 embarcaron en el buque Capitán Segarra rumbo a Larache los 163 efectivos de la Batería de Montaña de Tenerife, con su capitán al mando, Salvador Iglesias Domínguez, tres oficiales, un suboficial y seis sargentos, con toda su impedimenta, las correspondientes piezas de artillería, municionamiento y ganado (13 caballos y 42 mulos). Posteriormente el 7 de febrero de 1922 se incorporaron a la batería otros 66 artilleros. El campo de acción de esta unidad fue el sector de Yebala, dentro de la comandancia de Larache. La actividad desplegada fue constante desde el primer momento participando en 17 combates, avanzando con grandes dificultades por lomas y collados de un escarpado territorio. Recorrieron en los 13 meses de campaña aproximadamente 900 km en plan de operaciones, totalizando 1.500 si se suman las marchas y la protección de convoyes. La eficaz y valiente intervención de la Batería de Montaña tinerfeña en la toma de las posiciones de Gonas, Adrú y Afenin merecieron que el capitán Iglesias fuera citado como distinguido en la Orden General del Ejército el 22 de diciembre de 1921”.

- ¿Mantuvo su abuelo contacto con algunos de los soldados que tuvo a su mando tras regresar a Tenerife?

“Tuvo contacto con muchos de ellos a lo largo de su vida y debo decir, por haberlo visto en mis años de estudiante, que aquellos que habían estado a sus órdenes se sentían orgullosos de ello y a él acudían, aún estando ya en la reserva, cuando tenían alguna dificultad en cuya resolución él pudiera intervenir. Por otro lado su amistad con el que fue su primer teniente en la Campaña de Yebala, Sebastián Martín-Neda se mantuvo a lo largo de la vida de ambos”.

- ¿Cuál es el origen de que la Batería recibiera la protección el Cristo de La Laguna?

“Debe tenerse en cuenta que el acuartelamiento de la Batería de Montaña, lindaba con el Santuario del Cristo de La Laguna, formando casi un recinto único, ello condujo a que esta unidad artillera fuera conocida como la Batería del Cristo. De hecho cuando parte como grupo expedicionario a la Guerra del Rif, es despedida en la madrugada del 14 de septiembre de 1921 en misa de campaña presidida por la Sagrada imagen que es sacada al efecto del Santuario. Al Cristo se encomendaron los artilleros pidiendo su protección y a todos les fue entregada una sencilla estampa que muchos, entre ellos mi abuelo, conservaron toda su vida”.

- ¿Cómo vive Canarias la campaña del Rif?

“Hasta el momento en que se ordena por el Ministro de la Guerra la movilización de las unidades artilleras, la Guerra de Marruecos se vivió en Canarias con la inquietudes y preocupaciones propias de cualquier lugar de España, teniendo en cuenta que hasta ese momento no había sido movilizada con destino a aquella larga guerra ninguna unidad destinada en el Archipiélago. La defensa de éste era cuestión prioritaria”.

- ¿Y por qué es destinada a combatir en África?

“El llamado Desastre de Annual provocó una verdadera catarsis en todo el país y en consecuencia la reacción del Gobierno que tuvo que adoptar medidas drásticas para pacificar el Protectorado de España en Marruecos. Por ello el Ministro de la Guerra en telegrama del 29 de agosto de 1921 al Capitán General, ordena la inmediata movilización de las baterías de Montaña y de Costa de Tenerife y Gran Canaria, que deben ir con su reemplazo completo incluyendo a los soldados de cuota, es decir suprimiendo privilegios de éstos”.

- ¿Cuál es la reacción de la opinión pública canaria ante el conflicto, sobre todo tras la derrota en Annual?

“El llamado Desastre de Annual con sus innumerables pérdidas humanas, tuvo reflejo en la prensa canaria como lo tuvo en el resto de los medios peninsulares, fue aquel un tremendo golpe para el prestigio de España y para el honor de sus ejércitos. Los canarios también lo sintieron así y de modo especialmente sensible por estar tan alejados de la península y su cercanía al continente africano. Ello quizá pueda ser la explicación del enorme apoyo popular a las fuerzas expedicionarias de Tenerife y Gran Canaria que por primera vez iban a participar en la ya larga y cruenta Guerra de Marruecos. En efecto, desde el primer momento en que se conoce la orden de movilización de las baterías, la ciudadanía se volcó apoyando a sus soldados con homenajes, regalos y donativos, todo lo cual fue recogido minuciosamente en las crónicas de aquellos días tanto por el diario republicano El Progreso, como por el conservador Gaceta de Tenerife”.

- ¿Cómo recibe la sociedad tinerfeña el regreso de los miembros de la Batería de Montaña?

“El regreso de la Batería según los cronistas de la época fue realmente apoteósico, siendo recibidos casi como héroes. Había razones para ello, las harkas rifeñas de origen bereber estaban formadas por guerreros aguerridos y violentos que no solo se oponían a la presencia española sino que tampoco aceptaban la autoridad del Sultán de Marruecos. Toda guerra entraña peligro para las vidas de lo que participan en las mismas, pero aquella por las características orográficas del terreno y sobre todo por las del enemigo al que se enfrentaban, justificaban la preocupación de los familiares de aquellos artilleros. Cuando regresan sanos y salvos, sin baja alguna, son recibidos por el Cristo de La Laguna en la plaza de su nombre, la emoción ciudadana fue indescriptible. Una vez más las exhaustivas crónicas de la prensa constituyen un testimonio de valor histórico incuestionable para apoyar lo expresado”.

- ¿Incorpora el libro documentos inéditos de aquella experiencia?, ¿cuáles destacaría y por qué?

“En efecto, se han aportado en el libro documentos inéditos y deseo destacar entre ellos el estadillo del embarque de la Batería el 14 de septiembre de 1921 en el puerto de Santa Cruz por reflejar de forma indubitada la composición de la batería y los semovientes embarcados aquel día. Otro documento de interés es el programa para celebrar el Día de Santa Bárbara de aquel mismo año 1921, fechado en Alcazarquivir (Larache), en el que entre otros eventos se señala la “rifa de innumerables objetos recibidos de Tenerife”, muestra más del apoyo de la isla a sus soldados artilleros como ya he mencionado. También destaco la hoja volandera que se repartió el 17 de octubre de 1922, día del regreso, en la misa de campaña con una emotiva y al mismo tiempo descriptiva oración de acción de gracias al Cristo de La Laguna”.

- Nos gustaría conocer las cartas imaginarias que se reproducen en la obra, ¿quién las escribió?, ¿cuál es su contenido?

“El académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando, Ramón de Ascanio y León-Huerta, utiliza el género epistolar para reflejar lo que a lo largo de los meses de campaña fue escrito por el capitán Iglesias a su mujer, complementado la información con los testimonios recogidos al regreso de la Batería a su cuartel de La Laguna. El ellas se manifiesta una gran sensibilidad pero no por ello están carentes de rigor histórico y fidelidad a las costumbres locales que se recogen en su libro”.

- La obra incluye Las décimas de África, ¿se escribieron en el mismo frente?, ¿quién fue su autor?, ¿qué vienen a cantar estas décimas?

“Fueron escritas en mismo frente y vinieron en el macuto del artillero Félix González Hernández, incorporado a la Batería el 7 de febrero de 1922, En el seno de su familia estas Décimas sirvieron año tras año para arrullar a los niños en el regazo de las madres, su descendiente Patricio León las instrumentó con singular sensibilidad. En ellas se canta la añoranza de la tierra, la preocupación ante lo desconocido, el amor a la patria, la confianza en el capitán que los mandaba y el agradecimiento al Cristo de La Laguna por su protección”.

- Además de la Batería de Montaña sirve en África la Batería de Costa, ¿quién la dirigía, cuál fue su papel, regresaron sanos y salvos también a Canarias?, ¿a qué lugar la destinaron?

“La orden de movilización incluía la Batería de Costa de Tenerife, la cual embarcó el 18 de diciembre de 1921 en la M/N Delfín, rumbo a Larache. La mandaba el capitán Manuel Torrente Baleato y parte de la misma fue incorporada a la unidad de Montaña. Si bien tuvieron un recorrido diferente, estos artilleros participaron en el ciclo de operaciones denominado campaña de Yebala que avanzando en forma de tenaza confluyeron con las unidades de Ceuta en el macizo de Jomás y la toma de Tazarut, con la consiguiente derrota del xerif Al Raisuni. Lamentablemente, cuando regresaron en mayo de 1923, no llegaron sanos y salvos pues registraron bajas con fallecidos”.

- Por último, ¿qué son los soldados de cuota?

“La Ley de Reclutamiento y Reemplazo de 1912, instaura el Servicio Militar Obligatorio para todos los españoles aptos para manejar las armas, eliminando la posibilidad de redención mediante pago y la sustitución. Sin embargo no se eliminaron todos los privilegios de aquellos que tuvieran medios económicos pues los mozos llamados a filas en cada reemplazo que pudieran acreditar instrucción militar, costearse el equipo y abonar una cantidad determinada veían reducido su periodo de servicio a diez meses mediante abono de 1.000 pts. o cinco meses si la cantidad era de 2.000 pts., con la posibilidad de elegir destino lo que les permitía eludir servir en aquellas unidades que se encontraban fuera de la península, como era el caso del Protectorado. La taxativa orden del Ministro de la Guerra dispuso que también los “soldados de cuota” de los reemplazos llamados, deberían incorporarse al cuerpo expedicionario y así se cumplió”.

En las imágenes:

1.- El capitán Iglesias (de pie) rodeado de sus ooficiales en el campamento de Muires (Larache).

2.- Andrés de Souza, coordinador del volumen

Saludos, calima, desde este lado del ordenador

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