Domingo Luis Hernández: “La literatura canaria es una literatura de frontera”

Domingo Luis Hernández Álvarez llevaba un tiempo si publicar ninguna nueva obra, tendencia que ha roto en otoño de este año con Veneno en el paraíso (Mercurio, 2021), una novela donde el paraíso (personificado en la isla de El Hierro) “puede ser devastado por la presencia de la perversidad”.

Escritor en el que confluye también el ensayo y la poesía,Domingo Luis Hernández fue el impulsor hace más de veinte años de una revista, La Página, que por una cuestión de criterios muy discutibles para el escritor tuvo que cerrar pese a que la publicación ocupara ya un espacio en el panorama de revistas culturales nacionales e internacionales.

- Usted ha dicho que hay dos cuestiones generales que justifican la escritura de Veneno en el paraíso.

“Sí. Hay dos cuestiones generales al respecto. Una, la manifestación (que en la fábula se convierte en construcción caracterológica con los aditamentos de la acción que ello conlleva) de un individuo maléfico, tanto que es capaz de arrasar el mundo hasta matar. En la trama, luego del rastreo inicial por lo que el individuo es y arrastra hasta la pequeña isla, eso resulta fundamental, eso es lo que consagra el meollo de la novela. Y dos, el paraíso, el lugar armonioso que personifica la isla de El Hierro. Pero el paraíso puede ser devastado por la presencia de la perversidad y ello contagia y condiciona lo que el dicho paraíso es”.

- La historia está contada en primera persona, por lo que da la sensación que el personaje busca justificarse a sí mismo y ante los lectores.

“El subterfugio narrativo es la primera persona, aunque el centro del relato en realidad no lo es. Pero el personaje no busca justificarse, busca manifestarse en toda su intensidad. Porque la primera persona ahí es confesión; con una condición, además, la confidencia final y por ello (como señalan otras experiencia narrativas como El arpa y la sombra de Alejo Carpentier o Tristano muore de Antonio Tabucchi) la dicha confesión es verdad en su absoluto. Lo que el personaje precisa hacer ver a la persona a la que va dirigido el escrito es revelar lo desconocido y siniestro de su suerte. Eso detalla el escrito”.

- Si no me equivoco algún Sosnowsky ha aparecido en otras novelas suyas..
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“Cierto. Lo que Veneno en el paraíso cuenta es lo que se ha dado en llamar modernamente una “precuela”, es decir, hechos anteriores a lo que en otro lugar se mostró. En concreto lo que se narra en la novela son los hechos pasados que ocurrieron antes de lo que se formalizó en Erich el zurdo (que apareció en el año 2011). Esos hechos son esenciales para entender la verdadera disposición vital y programática del personaje Teodoro Raúl Sosnowsky. Que aquí cambia su identidad, por la manifestación expresa de un doble, Juan Pedro Quirós Castañeda, que lo acompaña con la transformación subsiguiente, incluso la transformación física”.

- La novela es una indagación sobre el mal que confronta con un paraíso que representa El Hierro, ¿qué quieres expresar?, ¿y por qué El Hierro?

“Lo que el personaje busca, en el proceso que precede a dar el salto hacia otro lugar (hacia el territorio de sus mayores que es La Habana), es la quietud, permanecer estable, quieto y en suspenso. Para ello elige un territorio singular, un territorio-paraíso que es la isla de El Hierro. Concurre que alguien absurdamente no le permite el sosiego. Y el monstruo que lleva dentro el Sosnowsky aflora, porque el monstruo que lleva dentro el Sosnowsky no está dispuesto ni preparado para resistir impávido, para no responder a lo que contra él, por muy irrelevante que sea, se manifieste. Lo que quiero expresar es que (como sostuvo de manera admirable Bruce Chatwin) el paraíso existe, es mensurable y asumible. Por eso Teodoro Raúl elige y elige ese lugar. Lo que ocurre es lo que los seres humanos argumentan en el paraíso no tanto por lo que el paraíso sostiene sino por los hechos malignos que se dan a entender en el paraíso. El Hierro queda incólume; las acciones de los hombres no”.

- ¿Propone su novela una vuelta de tuerca a Muerte de animales, de Juan Pedro Castañeda?

“En efecto. Muerte de animales es una pequeña novela muy interesante, sobre la que yo he escrito, por cierto. Lo que sentencia Veneno en el paraíso es, en verdad, una vuelta de tuerca al libro de Castañeda. Asumimos el paraíso por su probidad, por su constancia, por su perennidad, por su luminosidad, por su armonía y por su integridad. Pero el paraíso no es ajeno a las sentencias del mundo. Luego no es posible que en un relato no ocurra nada sorprendente, que el hombre no se mueva y manifieste ahí su perversidad, esto es, que en ese espacio divino no se revele la perturbación, que todo sea diáfano, tranquilo, intrascendente… Y esa querella es lo que sentencia Veneno en el paraíso frente a Muerte de animales. Yo creo, y así lo hago ver, que la contumacia de los actos lo son en lugar. O lo que es lo mismo, una cosa son los hombres y otra la esfera en la que se muestran los individuos. Eso salva la novela: El Hierro en su intensidad. Vendría a cuento acordar, al respecto, lo que ocurre en las Endechas a la muerte de Guillén Peraza: La Palma-paraíso, La Palma-paraíso a la que acceden extranjeros para devastarla y la isla-paraíso que se defiende en guerra ante ellos. Así está montada la novela como contrapartida. Por más con el nombre del doble del protagonista (en ironía) que es Juan Pedro Quirós Castañeda”.

- ¿A qué da más importancia en sus libros?, ¿la trama?, ¿los personajes?, ¿la forma en cómo la cuenta?

“La novela es una experiencia escrita compleja y exigente; tienes que preguntarte, antes de entrar en tema, qué es la novela y dar a conocer, con mayor o menor éxito, lo que fabricas. Por eso yo creo que esa zona que tú llamas “formal”, es decir, las estructuras, las estrategias y todos los elementos funcionales son imprescindibles al relato, todo eso que estudiaría la Teoría literaria y que en el novela son irrebatibles. Iríamos así de la fragancia expositiva de Borges al arrojo de Juan Rulfo no solo en Pedro Páramo sino en relatos extraordinarios como El hombre, por no hablar de la consistencia técnica de Cortázar en El perseguidor o en Rayuela. Y a mi, con ello, cuando escribo relatos me interesa especialmente la ficción, amarrar la alternativa del real, acogerme a lo otro sobre los modelos. Y entonces definir personajes (como hizo el gran Dostoievski) en lo que caracterológicamente son y en lo que representan como tales”.

- ¿En qué proyectos en los que está trabajando ahora?

“La verdad es que me encuentro en un periodo de trabajo muy intenso. En los tres sectores a los que me he dedicado hasta ahora. En lo que toca a mi labor ensayística, espero que en los próximos meses esté impreso (por Castalia, en Barcelona) un trabajo muy intenso sobre la obra narrativa de Luis Mateo Diéz (un libro de más de 500 páginas) que se llama Luis Mateo Díez: el reposo de los muertos. También esta concluido un ensayo (también largo) sobre el Borges particular que se llama Un otro Borges, que espero, asimismo, tenga luz pronto. En lo que toca a la producción narrativa, estoy trabajando con mi editorial (Mercurio) en un libro de relatos y está a la espera de imprimirse otra novela corta (La red). Asimismo están en mi escritorio dos nuevas novelas largas a falta de las correcciones finales que espero puedan imprimirse en los próximos dos años. En lo que atañe a la poesía tengo concluido un libro que recoge (conforme la experiencia que fue Perfil del tiempo) mis primeros trabajos poéticos. Y daré a conocer de inmediato uno nuevo inédito, que recoge la experiencia que va de Ilión, Ilión o Troya irresurgente hasta la actualidad y que se llama Mitosis. Al respecto he de aclarar, además, que cuento con otros dos libros de poemas asimismo terminados. Con ello yo creo que mi trabajo poético llega a su fin, salvo (quizá) alguna experiencia muy medida que me llevará algún tiempo concluir. Esa experiencia de los nuevos libros de poemas concluirá con una edición expresa conjunta que se llamará Isla”.

- ¿Qué pasó con La Página, revista literaria que usted dirigía?

“Pasó que la cordura y el respeto cultural de la anterior presidencia del Cabildo de Tenerife (el magnánimo don Carlos Enrique Alonso Rodríguez) y el consejero de Cultura de turno (o como se llame) don José Luis Rivero se cargaron, hasta los cero euros de subvención, lo que dio (por el apoyo directo del Cabildo) a una de las experiencias más sólidas e importantes de la cultura de Canarias, con distribución en todo el territorio del Estado y en el extranjero y un seguimiento pormenorizado; se cargaron más de 26 años de trabajo ininterrumpido con lo que ello significó en atención a lo que la revista contenía (de las redes internacionales a la asunción de la cultura canaria más incitante). Y eso queda para la historia, cuando la historia (que lo hará) lo revise, con nombres muy precisos a recordar”.

- Qué escritores cree que pesan más en usted?

“Borges alegó sabiamente que los escritores somos un abrigo de múltiples remiendos. Detrás de cada escritor consuena la inmortalidad de la escritura. Luego, diría muchos, muchísimos, desde las primera lecturas de juventud a las lecturas especializadas como profesor de literatura que soy. Es decir, si cito al Lazarillo, a Cervantes o a otros clásicos no miento. Pero no me resistiré a su pregunta. Hay escritores a los que no me resisto incluso por las repetidas lecturas. Cito: Dostoievski, Faulkner, Borges, Rulfo, Arlt, Cormac MacCarthy, Antonio Tabucchi, Peter Handke, Luis Mateo Díez, Buhumil Hrabal, Coetzee, Bruce Chatwin… Y habría de citar escritores que han sido decisivos para momentos precisos de mi producción como Agustín Espinosa, Isaac de Vega, Witold Gombrowicz o el Cortázar de El perseguidor”.

- ¿Y cómo cree que lo han influenciado?

“Los escritores influyen de diversos modos en lo que tu escribes, de cómo construyen sus iniciativas, cómo resuelven técnicamente sus fundamentos (en Faulkner, Borges, Rulfo, Tabucchi, Luis Mateo Díez…) a cómo modelan a sus criaturas y como desarrollan en consistencia sus mundos. En los escritores no solo descubres sino que aprendes los mecanismos ínsitos de la novela o de la poesía. Sin los otros es imposible tu literatura, porque esos grandes escritores no solo facultan sino que te dan a entender. Y con ese aprendizaje imprescindible (sin que ello suponga copia o algo parecido) tu actúas en responsabilidad y en suficiencia”.

- ¿Y la literatuira canaria?

“La literatura canaria es un fenómeno muy interesante a la que, sin embargo, no se le presta la atención que se le debe y merece. Hablamos de una literatura de frontera o, lo que es lo mismo, de una literatura que surge del desplazamiento de la centralidad, con el idioma incluido (el español, por ejemplo, o el inglés). Lo que se construye en la frontera es un artilugio doble que combina el allá de arrastre y el acá de llegada. Y esos dos pilares son los que sentencian. Con lo que ello implica en actuación dilecta. Por ejemplo, eso que don Domingo Pérez Minik llamó la “nobelería”. Eso somos en la frontera, sujetos al alcance de la novedad y de la ruptura. Eso ocurre en América Latina frente a España o en EEUU frente a Inglaterra. Y eso da la altura en esos lugares con todos los nombres que podríamos citar. Aquí ocurre desde la fábrica contra-invasora de las proverbiales Endechas por la muerte de Guillén Peraza por no hablar de la actuación de Cairasco de Figueroa y el Renacimiento, el XVIII canario con figuras de la cumbre (como los Iriarte o Clavijo y Fajardo), la vanguardia con la experiencia de Gaceta de Arte o nombres supremos como el primer García Cabrera o Agustín Espinosa o la actuación de los fetasianos en la postguerra que a mí me parece que es el fenómeno capital de la literatura en lengua española de entonces. Esos fenómenos, desde el punto de vista teórico o ínsito, de escritores precisos (de Viena y Cairasco en la épica, por ejemplo, a la funcionalidad de la vanguardia), han de estudiarse. Ocurre, sin embargo, que la perspectiva española sigue siendo la perspectiva colonial y es preciso comprometernos con la perspectiva postcolonial para entender y para valorar”.

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