Miguel Munárriz: “El verdadero viaje está en la literatura”

El año pasado circuló en librerías La escritura contra el tiempo. Ayer fue miércoles toda la mañana (Luna de abajo, 2021), de Miguel Munárriz (Oviedo, 1951),un libro que reúne algunos de los artículos en donde el escritor, poeta y articulista escribía sobre libros y que se publicaron en la revista Zenda. La edición, que cuenta también con un prólogo, está al cuidado de Ricardo Labra e ilustrado con fotografías de Daniel Mordzinski, y es un delicioso repaso por las obras y los escritores que marcaron la vida lectora de Munárriz.

Miguel Munárriz fue director de La Esfera, el suplemento cultural de el periódico El Mundo y es autor como antólogo de Toda la poesía, de Luis Eduardo Aute y de Los últimos del XX. Antología de poesía (1980-1997), entre otras obras.

- Publica La escritura contra el tiempo. ¿por qué contra el tiempo?

La escritura contra el tiempo fue un título que se me vino a la cabeza y creo que fue oportuno porque lo que hago es escribir contra el tiempo, contra la oxidación. Y leo también contra la oxidación del alma y para seguir escribiendo. Leer me pone en forma para luchar contra ese tiempo que nos abate a todos al final. El subtítulo del libro: Ayer fue miércoles toda la mañana es el título de mi blog en la revista literaria Zenda que fundó Arturo Pérez Reverte, quien me ofreció un espacio y la coordinación de parte de los contenidos de la publicación. El blog se llama así por un verso de Ángel González, el primer verso del poema Ayer de Ángel González que dice Ayer fue miércoles toda la mañana / por la tarde cambió / se puso casi lunes… Mi intención fue la de remarcar la ironía asturiana que definió la vida y obra del poeta”.

- ¿Conoció a Ángel González?

“Cuando formamos en los 80 el grupo Luna de abajo unos amigos que éramos letraheridos, cuatro que andábamos por la poesía y un quinto que es el editor de La escritura contra el tiempo, publicábamos los poemas de amigos de poetas amigos y el poeta que más nos interesaba de los vivos eran Jaime Gil de Biedma pero sobre todo Ángel González que impartía entonces clase en la universidad de Alburquerque, Nuevo México, por lo que el grupo decidió como poeta al que seguíamos entregarle unos cuantos libros que habíamos publicado y proponerle un libro homenaje en vida, idea que aceptó y le preguntamos nombres de poetas importantes que pudieran colaborar en la obra y nos recomendó a José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma y de ahí nació Guía para un encuentro con Ángel González, que se ha convertido en un libro canónico que, además de las colaboraciones que firman sus amigos contemporáneos, se trata de una auto antología comentada y temática de su trabajo como poeta. No creo que queden muchos ejemplares de la obra salvo en las librerías de viejo”.

- La escritura contra el tiempo puede leerse como un libro de viajes sobre los libros que ha leído.

“Al final el verdadero viaje está en la literatura. Los viajes físicos son importantes y se suelen contar pero yo leo para viajar. Los viajes son iniciáticos y la literatura es iniciática, te hace soñar, trasladarte. No recuerdo si fue Jean Paul Sartre quien dijo que lo mejor del viaje es la preparación. Esa víspera del goce que diría Pedro Salinas, algo que va a pasar y que intuyes que va ser muy importante en la vida. Todos somos literatura porque estamos hechos de cuentos y de historias. El gran viaje es siempre el viaje al interior de uno mismo”.

- En el libro dice que lee para disfrutar pero también para escribir.

“Javier Reverte, escritor y periodista, cuando viajaba seleccionaba los libros que iba a llevar en el equipaje porque si no lees, no escribes. Aprendes mucho leyendo. Aprendes gramática, a viajar y a conocer a otros. Maneras de vivir a través de los personajes de grandes novelas que ahora están dentro de mi y todavía siguen siendo verdaderos amigos, muchas veces más deseables que algunos vecinos y gente que conoces. La protagonista de Madame Bovary, de La Regenta, aportan muchísimo, como el Holden Caulfield de El guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. Todos estos personajes forman parte del imaginario y te dan siempre lo que son porque aparte de ser lo que comemos también somos lo que leemos. Por eso reivindico tanto el hecho de la literatura no solo como entretenimiento. La literatura es inagotable, siempre crece”.

- ¿Se fía de los críticos?

“Dirigí entre 1996 a 1999 el suplemento literario La Esfera en el periódico El Mundo donde tuve que tratar con todos los críticos literarios que colaboraban y todos tenían la capacidad de escribir para que te fiaras de ellos. Y creo que así lo hacían porque las editoriales no pagan para que escribas bien o mal de una obra. Es verdad que a veces no confías en un determinado crítico cuando escribe mal de un escritor porque, sencillamente, lo odia pero eso hizo que invitara a los colaboradores de La Esfera a que escribieran críticas de obras de escritores muertos. Ahora no sigo demasiado los suplementos culturales pero suelo leer firmas de las que sí me fío. No hay más remedio. Está también el seguimiento que hace el lector de los suplementos pero confío sobre todo de las recomendaciones que me hacen los amigos y algunos críticos literarios que me han ido convenciendo a medidas que los iba leyendo cada sábado, que es lo que me ocurre con José María Guelbenzu, que ha leído mucho y es sincero y tiene una vida muy larga y rica en literatura y Rafael Conte, con el que me pasa exactamente lo mismo”.

- En la introducción de La escritura contra el tiempo Ricardo Labra escribe en el prólogo que de Luna de abajo usted fue “el más cortaziano de todos nosotros”. ¿Sigue siendo cortaziano?

“Sí, totalmente. Adoro a Julio Cortázar y lamento no haberlo conocido. Sé que si lo hubiera conocido no me hubiera decepcionado. Seguí a Cortázar con verdadero denuedo, en cuanto había un libro de él que sabía que era nuevo lo adquiría y leía. Descubrirlo fue toda una revelación. Cuando leí La autopista del sur me quedé pasmado, fue un flash. Me ocurrió en una época en la que todavía leía a los españoles del momento, escritores que practicaban una literatura realista. Y entonces llegó el boom latinoamericano con escritores como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y el realismo mágico, la magia de la realidad, que hace que te des cuenta que la literatura es un campo inabarcable y exploras y encuentras nuevos horizontes. Reivindico a Cortázar porque fue uno de mis escritores de formación. Los latinoamericano del boom, en general, me formaron en el arte de la escritura y la literatura. Y Cortázar, del que he leído todo. Rayuela, por ejemplo, es una novela generacional, experimental y en cierta medida una antinovela o la novela de un latinoamericano, argentino para más señas, que vive en París. El exilio, la nostalgia, la poesía, la búsqueda del amor. Pero recomiendo sobre todo leer al Cortázar autor de cuentos, de cuentos como Los venenos porque ahí se aprecia que fue un escritor que manejaba muy bien a los personajes adolescentes. Cortázar como cuentista no decepciona nunca”.

- Pero tengo la percepción que mientras Borges sigue, Cortázar se olvida.

“No tanto porque creo que hay cortazianos en el mundo que intentamos ponerlo en su sitio. Hay que leer a Cortázar es una frase de Juan Cruz cuando volvió a editar sus libros. En cuanto a Borges, sí, hay un mundo borgiano interesante y otro muy intelectual que resulta, a mi modo de ver, menos frívolo. Si me preguntaran qué cuento de Borges recomendaría, respondería Emma Zunz porque se trata de uno de sus relatos más tradicional y realista. A Borges lo apoya un universo intelectual que no lo abandona y a Cortázar los que defendemos que no podemos olvidar nos de su literatura”.

- ¿Qué libros suele recomendar?

“Cuando recomiendo, recomiendo cosas buenas y fáciles de leer. Si alguien no ha leído a Faulkner no le digo que se lea Absalón, Absalón, que es una novela muy dura pero sí Santuario, que además es una buena novela”.

- ¿Qué hace con los libros que no le gustan?

“No los leo”.

- ¿Pero qué hace con ellos?

“Los acumulo. En casa nos van a comer los libros. Tengo estanterías hasta en la cocina y eso que soy de los lectores que selecciono porque queda mucho por leer y releer. Si no me gusta un libro no lo termino y no me da pena decirle a quien termina un libro pese a que no le haya gustado que no hay que sufrir con la literatura. Eso sí, hay libros muy herméticos, como La muerte de Virgilio, de Hermann Broch, que leí con veinte años, lo que explica que no dejara de preguntarme mientras lo leía ¿qué es esto?, pero sabía que había algo, que había algo ahí. El Ulises, de James Joyce, no pude terminarlo pero estoy seguro que algún día volveré a él porque sé que me voy a enfrentar ante una obra de gran calidad y un autor que puso toda su vida en ello, pero hablo de las grandes obras de la literatura que son difíciles pero no de las infumables, que son esas que no hay que leerlas ni perder el tiempo con ellas”.

- ¿Se fía de los premios literarios?

“Soy muy inocente y me fío de todo el mundo. Intuyo que los premios provinciales, los que son públicos, tienen que serlo. Luego están los premios que pagan las editoriales, que son comerciales, se apuesta por un escritor importante para vender libros, no estamos en los años 40, cuando estos mismos premios de editoriales descubrían escritores como Carmen Laforet o Miguel Delibes pero en principio no tengo por qué no fiarme de los premios literarios”.

– Ha escrito poesía, artículos pero ¿y novela?

“Escribí algunos cuentos pero los publiqué hace ya muchos años y la novela, la novela la tengo ahí porque es algo que me puede devorar. Le tengo mucho respeto a la novela. Creo que no es difícil hacerla, lo difícil es escribir una buena novela pero no voy a negar que tengo la necesidad de contar cosas que me han pasado pero no como una novela”.

- ¿Y cuál es su relación con el libro electrónico?

“Cuando me voy de vacaciones llevo una maleta llena de libros. Los manejo mucho por lo que el electrónico no es santo de mi devoción aunque me parece estupendo que exista y que haya gente que los utilice pero yo soy de los que se sienta en el sillón con uno de los cuatro o cinco libros que leo a la vez. No hay un invento tecnológico con la fortaleza del libro. Me gusta leerlos, tocarlos. Ver la foto del autor. Me gustan los libros”.

UN BIBLIÓMANO

Miguel Munárriz es un enamorado de los libros y de la lectura pero no se considera un bibliófilo a pesar que en su biblioteca cuente con varias ediciones de autores inmortales como Julio Cortázar y Miguel de Cervantes.

“La relación que mantengo con los libros no es la de un biblíófilo pero sí la de un bibliómano”, de manera que los libros que le gustan ocupan un lugar privilegiado en su hogar. “Se trata de una relación especial”, dice el poeta, también de una relación “sana y cercana” con los libros. “Es casi una vibración”, destaca.

Varias habitaciones de su casa la habitan los libros, incluso la cocina, y muchos de ellos “no los voy a leer pero eso me ayuda a que siga leyendo muchísimos más”. Y concluye: “mi relación con los libros es cariñosa y de agradecimiento a lo que me han dado”.

FOTO

¿Es La escritura contra el tiempo un libro de críticas literarias? Miguel Munárriz responde con un contundente no. Él no propone críticas sino recomendaciones de algunas de sus lecturas favoritas. También un puñado de opiniones sobre leer y los libros. La cuestión, insiste, es que “hay que leer”. Y sobre leer, y mucho, van los contenidos de La escritura contra el tiempo- En la imagen, Miguel Munárriz junto al tristemente desaparecido cantautor, cineasta, poeta, escritor y escultor Luis Eduardo Aute.

Saludos, leyendo espero al…, desde este lado del ordenador

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