Rubén Gallo: “A mí me duele México y quizá por eso Cuba es mi patria de repuesto”

Escritor, ensayista y catedrático en la Universidad de Princeton, Rubén Gallo (Guadalajara, México, 1969) cuenta con una bibliografía en la que destacan, entre otros libros, los que ha dedicado a Cuba, país que considera su segunda patria porque México, como en su día le pasó a Unamuno con España, “le duele”.

Rubén Gallo es uno de los invitados del IV Festival Hispanoamericano de Escritores que se desarrollará en Los Llanos de Aridane a finales de septiembre de este año, una edición que está dedicada a México y que espera reunir en esta bonita y cultivada ciudad de La Palma a una veintena de escritores de ese país.

El escritor admite la influencia de, entre otros, Octavio Paz y Fernando Vallejo. Si no pudo conocer al primero, sí que tuvo la oportunidad “hace poco” de conversar con el segundo. Algunos de los personajes reales que habitan su universo literario son Sigmund Freud y La Habana, la capital cubana, una ciudad que conoce muy bien, tanto el latido de su literatura como el de sus habitantes.

Gallo es autor, entre otros libros, de Conversación en Princeton, que recoge una clase magistral sobre la actualidad y el oficio de novelista con el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa; y sus libros cubanos: Teoría y práctica de La Habana y Muerte en La Habana, en la que se toma el pulso a una ciudad que nunca duerme y que ocupa un gran espacio de recuerdos entre los que viven en ella y los que han tenido la suerte de conocerla.
Otros libros del escritor son Freud en México: historia de un delirio, Las artes de la Ciudad, y la compilación México, D.F., lecturas para paseantes. Es miembro de la junta directiva del Museo Sigmund Freud de Viena y ha sido profesor visitante en las universidades de Viena y Jerusalén. Desde 2008 dirige el Programa de Estudios Latinoamericanos de Princeton.

- ¿Hasta que punto cree necesario leer y escribir en tiempos tan oscuros como los que vivimos en la actualidad?

“Cito una frase de José Lezama Lima recogida por Reinaldo Arenas: “la palabra es lo único que nos salva: ¡escribe!”

- ¿Cuándo y por qué se despertó en usted el entusiasmo por la literatura y por escribir?

“Nací en Guadalajara, una ciudad de provincia, muy cerrada y conservadora. Me asfixiaba y la literatura fue el oxígeno que me permitió respirar”.

- ¿Recuerda alguno de los primeros libros que lo convencieron y le animaron a escribir?

Rayuela, La guerra del fin del mundo, los ensayos de Octavio Paz, los cuentos de Sartre, alguna novelita de Balzac, entre muchos otros”.

- Creo que cultiva sobre todo el ensayo, pero ¿y la ficción?

“Desde 2017 he publicado dos novelas: Teoría y práctica de La Habana (2017) y Muerte en La Habana (2021). Esta última fue toda una aventura: está basada en el homicidio real de un valenciano que se mudó a La Habana en busca del paraíso erótico, que encontró y disfrutó hasta que lo mataron. Para escribir la novela tuve que seguirle la pista a ese personaje, que se llama Manuel, y eso me llevó a entrevistar a mucha gente: chaperos, amigos del personaje, policías, detectives. Uno de ellos — el comisario que llevó la investigación en La Habana — ahora vive en Canarias. Fui a entrevistarlo y así descubrí estas islas maravillosas que tanto me recuerdan a esa otra Isla”.

- Ha dedicado estos dos libros a Cuba y a La Habana. ¿Qué tiene de especial para usted esta ciudad y ese país?

“Cuba es el país de José Lezama Lima, de Reinaldo Arenas, de Severo Sarduy, de Virgilio Piñera, de Guillermo Cabrera Infante: he ahí una genealogía literaria que ha nutrido mi vida y mi obra.”

- En estos dos libros aborda entre otros asuntos el turismo sexual, también la homosexualidad en un país como Cuba que se reconoce fuertemente machista. ¿Piensa que está cambiando la mirada del cubano sobre la mujer?, ¿y en México? ¿Y en Norteamérica?

“El machismo y el homoerotismo van de la mano: sólo hay que leer a Reinaldo Arenas para entender que los momentos más represivos de la historia fueron también aquellos de más libertad sexual. El machismo es una pose, una serie de códigos que vuelve posible el juego y la subversión. Lo más triste que vivimos ahora no es el machismo sino la ausencia total de códigos”.

- Escritores como Pedro Juan Gutiérrez y también Leonardo Padura muestran en sus novelas zonas oscuras que hasta hace relativamente muy poco no eran habituales que se reflejaran en la literatura cubana. ¿Algo está cambiando en Cuba?

“La Habana cambió, cambia y seguirá cambiando. Es una ciudad que sorprende por su capacidad de reinventarse y de reinventarnos. La Habana de Tacón, la de Leonard Wood, la de Estrada Palma, la de Machado, la de Batista, la de Castro y la de ahora son ciudades y realidades distintas. Pedro Juan Gutiérrez, en sus cuentos, nos ha dado la crónica más sincera y más realista de lo que fue La Habana de los años 90”.

- ¿Qué opinión tiene de movimientos como San Isidro?

“Cuando se escriba la historia del siglo XXI, entenderemos cuál habrá sido la importancia de estos movimientos”.

- Después de la muerte de Fidel Castro y con su hermano Raúl retirado a los cuarteles de invierno, ¿cómo observa la situación en Cuba?

“Ahora nos damos cuenta de que los años 2008-2017 fueron una época dorada: nunca, en la historia de Cuba desde 1959, ha existido un periodo con tantas libertades, impulsadas por un auge económico que en muy pocos años transformó a la Isla. Se abrieron espacios culturales, galerías de arte; cada semana llegaban a la Habana decenas de periodistas, curadores, artistas…Surgieron nuevos restaurantes, bares y centros nocturnos. Algunos, como el Bar Roma, fueron retratados por el fotógrafo Leandro Feal. Lamentablemente, por causas muy complejas que incluyeron la llegada de Trump a la Casa Blanca, todo esto duró muy poco: se derrumbó como un castillo de naipes.”

- ¿Y de México?

“Porfirio Díaz dijo una vez: “Me duele Chihuahua”. A mí me duele México. Quizá por eso Cuba se ha convertido en mi patria de repuesto”.

- ¿Cómo valoraría las políticas de Estados Unidos de Norteamérica con estos dos países?, ¿y con el resto del continente americano?

“Hay una frase célebre de Porfirio Díaz: “Pobre México: tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Y otra más de Jean-Paul Sartre: “Si los Estados Unidos no existieran, la Revolución cubana hubiera tenido que inventarlos”.

- Es profesor de Literatura en la Universidad de Princeton. La pregunta es ¿cómo creen que observan los norteamericano a los del sur y los del sur a los del norte?

“Me temo que en este mundo globalizado, dominado por las redes sociales, todo se ve igual. Es decir que nadie ve a nadie. Creo que nunca en la historia se ha dado un episodio como el que vivimos ahora: lo que impera a nivel global es un narcisismo malsano que seguramente algún día se estudiará como la gran patología del siglo XXI. Sólo hay que mirar a nuestro alrededor: todos tomándose fotos sin parar para subirlas a las redes”.

- ¿Qué tiene México que atrae tanto a los escritores del norte?, pienso en Malcolm Lowry, Ambrose Bierce, B. Traven si se me permite, entre otros.

“El México de principios del siglo XX es como la Cuba de los años sesenta: cientos de viajeros, entre los que había poetas, novelistas, pintores, directores de cine, filósofos y políticos, llegaron a esos países en busca de algo, que en ambos casos tenía que ver con la Revolución. Nadie encontró lo que buscaba, pero muchos de entre ellos, como Artaud o Sartre, encontraron otras cosas que los sorprendieron y que siguen sorprendiendo a sus lectores”.

- ¿Qué influencias reconoce en su literatura de escritores como Octavio Paz y Fernando Vallejo?

“A Octavio Paz lo vi dos veces pero nunca pude hablar con él. Me hubiera gustado conversar con él sobre la India y sobre Athanasius Kircher. A Fernando Vallejo — el escritor contemporáneo que más admiro — lo conocí hace poco. Mi novela Muerte en La Habana es un homenaje a La virgen de los sicarios y alguno de sus personajes se cuela en mi trama. En abril de 2022 fui a Medellín y pude conocer a Fernando. Pasamos dos días conversado de muchas cosas y me llevó a conocer la ciudad: tomamos el metro, los teleféricos, caminamos por el centro. En un barrio muy pobre pasamos al lado de un grupo de vendedores ambulantes. Uno vendía cortaúñas; otro, vitaminas; otro más, cables para teléfono celular; había uno que pregonaba: “el último libro de Vallejo, el último libro de Vallejo…” Le dije a Fernando: “Qué país tan culto el tuyo. En México los vendedores ambulantes gritan sin parar: “¿hongos en los pies? ¿hongos en las uñas?” pero en Colombia promueven tus libros…”

- ¿Qué autores jóvenes mexicanos destacaría?

“Entre los jóvenes, hay un escritor que admiro mucho: Daniel Saldaña. Sus Aviones sobrevolando el monstruo es uno de los libros más bellos y más desconcertantes que se han escrito sobre la Ciudad de México y sobre otras ciudades del mundo”.

Saludos, ándale, ándale, ándale, desde este lado del ordenador

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