Viva el mal, viva el capital

Gorgorito se había despertado esa mañana medianamente feliz. Medianamente porque la jugarreta que había diseñado con su amiguito Poldito no había salido como ambos esperaban. Gorgorito, es lo suyo, hizo gárgaras antes de escupir el agua blanqueada por la pasta de dientes dentro del lavabo y luego intentó maquillarse pero sentía las manos torpes y notaba sobre todo muy en falta que nadie le llamara por teléfono.

“No puede ser verdad”, le comentaba a su propio reflejo, que el dineral que me exigía la bruja Ciriaca y que tan valientemente me negué a dar, no haya provocado una avalancha de aplausos, reconocimientos varios y numerosas llamadas de teléfono y correos electrónicos celebrando mi determinación… Pero, ay, Poldito, nadie, nadie me hace caso y desde aquí se escuchan las carcajadas malévolas de la bruja Ciriaca, que continuará saqueando a todo quisque sin que nadie le pare esas patas peludas que tiene…

Gorgorito temblaba escuchando las risas de la Ciriaca y se preguntaba qué pérfida operación judeo masónica preparaba para sisarle los 200.000 leuros, no 620.000 que decían por ahí, le tenía que adelantar por orden de la bruja al Buda contento. Pero no, ahí sí que no… ¿de dónde iba yo a sacar todo ese dinerito?, se dijo Gorgorito. Y menos a esa bruja Ciriaca que pese a que se haga pasar de izquierdas es prima hermana de la bruja Avería, así que desde que tomó poder no para de gritar viva el mal, viva el capital. Y así se está enriqueciendo él y su banda sin dejar que los otros, yo mismo, Gorgorito, nos convirtamos también en millonarios como ellos con el fin, eso tenlo presente, de evitar el pleito insular” porque, vaya, no lo he dicho, pero Gorgorito, Poldito, la bruja Ciriaca y su panda de ladrones digo asesores vive en un archipiélago pequeñito que flota en las aplacibles aguas del océano Melindroso…

Poldito quebró la corriente de pensamientos de Gorgorito anunciándole que ya estaba puesto el desayuno y que se lo tomara cuanto antes porque si no se ponía frío. La historia de siempre.

Gorgorito entró por fin en la cocina con el rostro todo blanqueado, se sentó y comenzó a desayunar mientras buscaba con los ojos su estaca porque estaba decidido a darle un par de estacazos a la Ciriaca… Bueno, él no sería quien le diera los estacazos, que para eso había otra gente. Le pidió a Poldito su teléfono que había dejado en la mesa de noche junto a la cama, ahora revuelta.

Escuchó los tonos hasta que escuchó una voz…

Gorgorito pronunció entonces la señal: Té, chocolate y café… Y esperó un rato a la contraseña, que no se hizo esperar: “sí, café, chocolate y té para los amiguitos”.

Mientras Gorgorito hablaba resonó la carcajada de la Ciriaca, que ahora volaba sobre una escoba con su mano derecha y una tropa de asesores cuyo sueldo por no hacer nada pone los pelos de punta a cualquiera que entienda de qué va esta historia…

Gorgorito colgó el teléfono, se llevó las manos a los oídos y dio un largo suspiro recordando cuando la Ciriaca y él tuvieron una larga semana de amoríos que marcó para siempre aquella relación condenada al fracaso. Ella, la Ciriaca, arramblaba con todo. Y a él, a Gorgorito, apenas le dejaba las migajas, lo que hizo que se enrocase y no quisiera salir de su casita de papel.

El desencuentro que desde entonces mantenían los dos había originado en todo el pueblo una corriente de especulaciones aunque más allá de su historia de amor hecha pedazos, como la nada esa, el caso es que su mundo se estaba viniendo abajo después de tanto indiscriminado saqueo. Saqueo de la Ciriaca y su pandilla de apandadores que ahora sobrevolaban la casita de papel donde vivía Gorgorito y su leal Poldito pero saqueo también del mismo Gorgorito y su leal Poldito en un largo y penoso historial de cómo cobrar un sueldo generoso con o sin mapas (por cierto, carísimo los putos mapas) como hoja de ruta hacia la nada.

Prudencia, la buena de Prudencia su vecina, lo dijo bien alto y claro a la bruja Ciriaca y sus acólitos como a Gorgorito y Poldito: dais asco. Lo de dais es porque Prudencia aunque nació en aquellas islas de infelices era de padre y madre peninsular. Godetes y celtíberos a mucha honra.

“Dais asco”.

Saludos, te, chocolate y café, desde este lado del ordenador

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