Carmen J. Nieto: “Al quitar los adjetivos el texto se fue quedando seco como una jarea”

Desde el pasado 13 de marzo se puede adquirir en librerías Sin aditivos (Alrevés, 2023), novela que presentó su autora, Carmen J. Nieto, el pasado 19 de marzo en el Espacio R La Recova, en la capital tinerfeña. Con su anterior novela, 9 Corto, Carmen Nieto irrumpió en el género negro y criminal como una escritora que además de contar una historia muy negra y sembrada de cadáveres, propuso un juego al lector –nueve capítulos en los que cada frase estaba compuesta por nueve palabras– que ahora repite en Sin aditivos (Alrevés, 2023), una historia que no tiene adjetivos.

- En 9 corto y ahora en Sin aditivos apuesta por una literatura con restricciones, ¿por qué?

“Perec dice “me pongo normas para ser libre”. A mí me resulta una forma muy natural para acotar el universo creativo y así me concentro más en la trama, en la historia que quiero contar y no divago tanto. Creo que la restricción o traba también mejora mi estilo, me obliga a buscar otras fórmulas no tan trilladas y aprendo mucho con cada novela. Además, es un desafío. Eso me motiva y me ayuda a concluir el proyecto cuando tengo tentaciones de abandonarlo”.

- Entiendo que por eso el título de la novela, Sin aditivos es por… ¿Sin adjetivos?

“Jacques Roubaud dice que todo texto escrito bajo una traba habla de la propia traba. Ahí es donde realmente adquiere sentido la restricción en la novela, cuando fondo y forma están conectados. En este caso, el tema que me daba vueltas en la cabeza empieza porque me planteo la diferencia de trato que se da a las personas, a las tragedias humanas dependiendo de si los protagonistas son blancos o no, si son españoles o no, y siempre encontraba adjetivos. También es verdad que de un tiempo a esta parte nos preocupa mucho lo que contienen los alimentos (hay hasta aplicaciones móviles para eso), nos preocupamos por nuestra salud, saber si los alimentos tienen aditivos perjudiciales y me gustó ese juego. Sobre todo, porque no nos preocupa tanto de dónde vienen esos alimentos, y quien dice los alimentos dice otros productos. Además, al escribir género negro se impone una cierta parquedad en el texto. A mí, las novelas negras que me gustan son esas novelas desesperadamente ásperas, y al quitar los adjetivos el texto se fue quedando seco como una jarea. Todo me encajaba, esa novela no podía ser escrita de otra forma”.

- Cuándo se despierta en usted el entusiasmo por escribir. ¿Y por escribir este tipo de novela, novela negra?

“He escrito desde que tengo memoria. Antes se escribían cartas y postales y al estar lejos de una familia o de la otra, en mi casa siempre se escribían cartas. De muy pequeña, alguien me regaló un diario y en vez de escribir mi día a día, escribía historias que se me iban ocurriendo. Tengo muchas “novelas” escritas y agradezco no haber publicado nada cuando tenía veinte años porque hoy me avergonzaría de esos textos. Empiezo a pensar en escribir mejor y de una forma más técnica mucho más tarde, con algo más de cuarenta años. Entonces, me apunto a los cursos de escritura y, por suerte, encontré un gran maestro.

Mi padre leía novela negra. Todas las novelas de Pepe Carvalho (a mi padre no le interesaba Manuel Vázquez Montalbán) estaban en mi casa. También había novelas de Andreu Martín. La verdad es que tenía cierto empacho de novela negra y no entraba en mis planes escribir género negro. Luego, cuando ya soy un poco mayor, hay un auge de la novela negra y se escriben historias muy buenas, también se reeditan algunos clásicos del género. Vuelvo a cogerle el gustillo a esas lecturas y eso, unido al ambiente del taller de escritura, me lleva a meterme con una novela negro criminal y me alegro mucho de haberlo hecho ya que me siento muy cómoda en ese registro”.

- ¿Qué es lo que le interesa del género?

El retrato social, lo que algunos llaman crítica social y yo prefiero llamar retrato o autocrítica porque el escritor también pertenece a la sociedad que pone en el punto de mira. También es un desahogo, el género negro te permite un cierto desquite”.

- Fue alumna de varios de los talleres literarios que dirigió el escritor grancanario Alexis Ravelo, autor también del prólogo de 9 corto ¿cómo lo recuerda y que aprovechó de sus enseñanzas?

“Es difícil en este momento, que todo está tan reciente, ponerse a pensar en la figura de Alexis. Yo soy alumna de Alexis Ravelo. Para mí, está presente porque ya es un clásico, un escritor con mayúsculas, y no sólo dentro de la novela negra. Ravelo pone en valor el género con La estrategia del Pequinés, es un texto que cumple diez años ahora y sigue muy vigente. Haciendo cuentas, estuve desde 2016 hasta 2021 en sus talleres y laboratorios de escritura. He tratado de aprender todo lo que he podido. Es importante la generosidad y la entrega de Alexis en los talleres. Allí no íbamos a pasar el tiempo. Íbamos a trabajar y a aprender. Eso exige un esfuerzo por parte de los alumnos y del profesor. Uno de los aspectos más importantes ha sido la recomendación de lecturas. Tener a alguien que se conoce de memoria el corpus literario mundial (los alumnos del taller solemos bromear con eso) es un lujo, porque para cualquier proyecto que uno quiera acometer es necesario tener unas lecturas en la mochila, y a veces vamos cojos en ese sentido. En los talleres y en el laboratorio siempre nos ha buscado las lecturas que nos iban a sujetar en nuestros proyectos. Ahora tenemos sus obras, y hemos de buscar en ellas esa solidez. También te digo que hemos discutido mucho, con muchísimo cariño y respeto. Sobre nuestros distintos puntos de vista, cómo abordar los trabajos, el tratamiento de los personajes y de los textos. Yo desde mi atrevimiento y él desde su sabiduría y su paciencia”.

- Me llamó mucho la atención el estilo con el que está escrita Sin aditivos y también la ambigüedad de algunos de los personajes, comenzando por el protagonista.

“El estilo viene dado por el género. Si lo miras bien, cuando decides escribir novela negra, novela histórica, romántica o fantástica, eso ya es una restricción, si escribes género ya tienes acotado un canon y un estilo, al que luego ya te ciñes a tu manera. El protagonista va traspasando la línea entre el bien y el mal, entre lo legal y lo ilegal, lo moral y lo inmoral. Son los personajes que me gustan en la ficción, creo que son más ricos en matices y ayudan a contar la historia. Y al final, en la vida todos somos un poco así, aunque nos llenamos de excusas. En esta novela esa línea se borra y además se borra de manera formal porque al restringir los adjetivos hay muros que desaparecen también y el protagonista los traspasa”.

- Pero si quitamos los adjetivos ¿qué somos?

“Mientras escribía la novela, me di cuenta de que siempre puedes recurrir a un sustantivo. Si me permites el juego de palabras, si nos quitan los adjetivos somos realmente la sustancia de la que estamos hechos”.

- Me llama la atención que tanto en 9 corto y Sin aditivos sus protagonistas no sean, precisamente, ejemplares, ¿por qué esta mirada?
“Me gusta trabajar con personajes que tienen muchas facetas. Reconozco que los conceptos de apariencia, hipocresía, imagen pública se repiten en lo que escribo. Son temas con los que voy trasteando y sobre los que reflexiono mucho y al final se materializan en lo que una escribe, se traspasan a la historia”.

- Supongo que por los retos que se plantea en 9 corto y en Sin aditivos es una escritora que arma muy cuidadosamente sus novelas.

“Cada novela es diferente. Para mí, eso es lo que me engancha a seguir escribiendo: la novedad. De 9 corto yo digo que fue contabilizada antes de ser escrita. Tengo ese cuaderno lleno de números y operaciones matemáticas. Estaba muy obsesionada con que no hubiera ningún descuadre y después escribí la escaleta para que entrara al milímetro en la estructura. En Sin aditivos he aprendido mucha morfología y sintaxis: adjetivos que se nominalizan, participios, etc. En esta novela, yo tenía muy claro de qué quería hablar. Dudé mucho al principio del enfoque, del punto de vista del narrador. Había releído Matar un ruiseñor hacía poco porque sabía que trataba el tema de las diferencias sociales, del racismo, y encontré la frase en la que Aticus dice “si quitas los adjetivos, tendrás los hechos”. Aticus es un abogado y yo ya tenía un personaje creado que era abogado. Me gustó la idea de los adjetivos, empecé a pensar que, a veces, todo lo que nos separa son solo adjetivos. El artículo de David Ojeda en Canarias 7 me hizo pensar que tenía que tratar la historia desde este lado, el lado que aparentemente está a salvo. Así que hice un esquema de inicio, nudo y desenlace y tiré con la escritura. En el proceso fueron apareciendo otros elementos que le fueron dando cuerpo. Me gusta que haya un cierto equilibrio. Si los adjetivos nos separan ¿qué nos une? En este caso, nos une la palabra. De ahí surgió un personaje que trata de hermanar con la palabra a quien quiera escucharlo. Digamos que esta novela se fue armando como juego de construcción: pieza a pieza”.

– ¿Está trabajando en alguna nueva idea?

“Sí, claro. Yo he escrito todos los días de mi vida desde que recuerdo. Está claro que no siempre con la intención de publicar. Ahora tengo en mente una nueva novela, y estoy empezando a hacer pruebas. Tengo un tema que quiero tratar y quiero escribirlo con una restricción pura. Las pruebas que he hecho me hacen pensar que puedo escribir una historia apoyándome en eso y en un par de puntos de apoyo más que estoy buscando”.

- ¿Una de las señas de su estilo seguirán siendo las restricciones literarias?

“Me gusta escribir así. Sin embargo, yo creo que la novela es argumento. Si la restricción ayuda a que la novela avance y mejore, la usaré como recurso. Hablo de la novela porque me siento cómoda en ese formato. Hace poco me pidieron un relato corto, un cuento, para una antología y me costó mucho. Para mí, terminar con cierta corrección un cuento ya es un desafío en sí mismo, en ese caso no recurrí a las restricciones. El cuento en sí, si lo quieres hacer bien, ya está bastante restringido”.

- ¿Por qué este desafío?

“Tiene que ver con la forma de ser. Yo creo que los desafíos te hacen sentir más viva. Pienso que si yo siento esa emoción cuando escribo, algo se traspasará al texto y a los lectores”.

- ¿Qué autores y autoras considera que han marcado su trayectoria como escritora?

“Alexis Ravelo, indiscutiblemente. Italo Calvino, incluso antes de saber que era oulipiano, En mi juventud me dio por leer a los autores rusos. Los cuentos de Chéjov son lecturas recurrentes. También Cristina Peri Rossi, cuando la leí por primera vez le cogí mucho respeto a eso de escribir”.

- ¿Hasta que punto cree que el escenario es clave en el desarrollo de este tipo de literatura, la novela negra?

“Es importante porque forma parte del mundo que creamos en la ficción. Si además estamos retratando la sociedad, en el espacio físico se reflejan los males y las miserias. A mí no me gusta que la novela sea una guía de viajes, porque para eso ya está la guía michelín. Si el paisaje forma parte de la novela es porque ayuda a contar la historia y a comprenderla mejor”.

Saludos, mañana será otro día, desde este lado del ordenador

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