Ceniza en los ojos, una novela de Jean Forton

Cada cierto tiempo uno tiene la fortuna de encontrarse con libros que lo sacuden, que lo sorprenden, que lo conmueven también. Llega a mis manos una novela y un autor al que desconocía pero que desde hoy ya forma parte de esa gran familia que me acompañan a través de sus libros. El escritor se llama Jean Forton y la novela Ceniza en los ojos (Blakie Books, 2011).

Quiso la muerte arrebatarnos a Forton cuando comenzaba a brillar su nombre en las letras francesas, quiso la suerte que su mejor obra, Ceniza en los ojos, quedara flotando en el océano de la ignorancia que rodea al de la república de las letras. Y eso tratándose de una novela cruel pero no despiadada, que en la contraportada advierte que algunos incluso comparan con la Lolita, de Vladimir Nabokov, porque se trata de la seducción de un hombre mayor a una adolescente… Pero hasta ahí las comparaciones porque ambas obras dibujan seducciones diferentes y sobre todo personajes femeninos que son como la noche al día.

Ceniza en los ojos se mete por otros callejones, explora otros caminos, todo ello narrado en primera persona por el protagonista, por ese hombre mayor que comienza a sentirse viejo y que contempla su alrededor con una ceja levantada como si lo que se moviera a un lado y al otro de su persona no significara nada.

Además, se trata de una voz, la del protagonista, que se rechaza ya que lo que oímos a través de sus palabras resulta la mayor parte de las veces desdichado. Se proponen reflexiones teñidas de cinismo que labran el carácter de un personaje, el protagonista, tremendamente narcisista aunque lastrado por las circunstancias de una vida que lo lleva a la deriva.

La seducción de Isabelle, la bella adolescente por la que siente el flechazo y a la que seduce tras un largo proceso de encuentros que finge casuales, dan espesor a un libro incómodo. Incómodo porque como toda seducción amorosa tiene mucho de mentira e incómodo porque la relación de seducción que cuenta resulta muy políticamente incorrecta.

Teniendo en cuenta que Ceniza en los ojos solo se “recuerda” por recordar a la Lolita de Nabokov, el libro de Jean Forton se suma a esa literatura que nació con vocación de polemizar. La adolescente de Ceniza en los ojos, Isabelle, es un personaje que cae en la tupida red de manipulaciones que teje como una araña a su alrededor el protagonista de la novela.

Isabelle al principio lo evita pero termina por claudicar ante la insistencia de un hombre mayor que comienza a darse cuenta que envejece. Nos cuenta una vez la somete, cómo la deja de amar y se burla de su inocencia y de su soledad. Isabelle no tiene amigas y mantiene una relación muy tirante con sus padres.

Jean Forton hace que su protagonista explore todas las debilidades de Isabelle con el único fin de llevarla al dormitorio. Una vez conseguido el objetivo, la abandona como agua sucia. Ahora observa a su victima con otros ojos. Ya no es objeto de su deseo.

Son pocos los personajes secundarios que desfilan en esta novela que desconcertará a quien se acerque a ella. En la casa en la que vive, la habitación del protagonista está al lado de la de Nicolas, un hombre feroz que a veces lleva al cuarto a su amante. Luego está la amante, que juega un papel muy importante; y el hermano de quien nos cuenta sus deslices sentimentales así como su cuñada, un mujer que lo detesta.

En cuanto al estilo, excelente la traducción al español de Palmira Feixas, está escrito de manera fluida. Estructurada en capítulos cortos y muy cortos, no se deja nada al azar en estas confesiones de un pecador injustificado que busca con estas memorias a lo Barba Azul congelar en el tiempo una experiencia que sabe prohibida pero que está ahí, precisamente en lo prohibido, el germen de su escritura y el germen de una historia que como todas las historias que son buenas de verdad, no dejará indiferente a nadie.

Lástima que no se haya reeditado Ceniza en los ojos pero si por algún casual tienen la oportunidad de encontrarla, les sugeriría que se hicieran con un ejemplar porque novelas así ya no se escriben, y mucho menos con ese sentido de la moral que disgustará a la mayoría, esa mayoría que no sabe otra cosa que repetir como un mantra lo que les dictan desde la televisión y sobre todo desde las redes sociales.

Es inevitable, una vez se termina de leer Ceniza en los ojos, que asalte al lector la inquietante sensación de que, efectivamente, es muy difícil que una novela con este discurso (más allá del amor canalla que siente un adulto hacia una joven) no vaya a suscitar debates y sobre todo limpiar la ceniza que muchos acumulamos en los ojos.

LO MEJOR: La sensación de desconcierto que asalta al lector ante una novela que aún resulta tan políticamente incorrecta

LO PEOR: Que su autor, Jean Forton, continúe siendo un perfecto desconocido

Saludos, a todas y a todos, desde este lado del ordenador

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