“Durante los preparativos de También los enanos comenzaron pequeños en la isla canaria de Lanzarote”

Creo que la primera película que vi del cienasta alemán Werner Herzog fue Aguirre, la cólera de Dios y recuerdo que me trastornó cuando los trastornos, a veces, son para bien. En la triada de directores que por aquel entonces formaban lo que se llamó nuevo cine alemán (años setenta), es decir entre Fassbinder y Wenders, estaba Herzog que dio el do de pecho con la fastuosa Fitzcarraldo aunque si prefiero alguna de sus películas sobre otras (y su remake de Nosferatu no cuenta) esa es Cobra verde, cine que explora las desgracias del colonialismo con el mismo estilo de Pontecorvo en Queimada, dos películas, la una y la otra, para ilustrar los efectos devastadores de la esclavitud como del saqueo continuado de una potencia sobre otra, así como resolutiva para comprender lo que significa de verdad revolución.

Ya subiremos un comentario sobre el libro del que a continuación reproduzco una cita porque aparece la isla de Lanzarote, que fue en su día escenario de una de las primeras películas de este cineasta alemán amante de la aventura y odiador oficial del Klaus Kinski, actor en varias de sus películas.

“En Aguirre, además de mi hermano Lucki, quien también tuvo su primer momento de gloria fue Walter Saxer. Me había fijado en él antes, durante los preparativos de También los enanos comenzaron pequeños en la isla canaria de Lanzarote. Era un joven suizo de San Galo que se había aventurado en el mundo. Por aquel entonces regentaba un pequeño hotel en la isla y nos ayudó, por ejemplo, a encontrar el coche que tenía que dar vueltas en círculos sin parar. Poco después de comenzar el rodaje, cuando el vehículo, una cafetera de los años cincuenta, ya estaba insertado en los fotogramas de la película, sufrió una avería irreparable”.

Cada uno por su lado y Dios contra todo, memorias, Werner Herzog, Blackie Books, 2023. Traducción: Marina Bornas

Saludos, telón, desde este lado del ordenador

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