Néstor Santana: “No soy un artista conceptual sino intuitivo”

“Mi obra gira alrededor del ser humano” dice Néstor Santana (Garachico, 1944), que resume en una exposición que consta de unos 30 cuadros aproximadamente cincuenta años de trayectoria artística. La muestra permanecerá abierta en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, en la calle Castillo de la capital tinerfeña, hasta finales de febrero donde abrió el jueves 8, un día antes que comenzase los Carnavales, fiesta cuyo cartel ilustró en 1999.

Néstor Santana es un artista intuitivo y no conceptual, quizá fruto de una vida que se rindió al nomadismo durante algunos periodos llevándolo a Venezuela, donde comenzó su carrera pictórica; luego a Tenerife y Alemania, donde formó parte de un grupo artístico, Terpentin, del que aún suenan muchos de sus ecos. Regresó de nuevo a su isla en los años noventa para continuar pintando mientras exploraba nuevos territorios y se relacionaba más con los escritores que con los artistas que en aquellos tiempos formaban parte de la vida intelectual de la isla. Es reseñable, en este sentido, que fue uno de los pocos artistas plásticos por no decir el único que formó parte de la tertulia del Arkaba en la que se reunían Rafael Arozarena e Isaac de Vega, entre otros, para hablar de lo divino y de lo humano. De aquella experiencia, Néstor Santana recuerda además de las largas conversaciones con los autores de Mararía y Fetasa como aquella amistad se fue convirtiendo con el paso del tiempo en familia. “A ellos les debemos posiblemente toda la estructura intelectual que podamos tener”, dice en su homenaje.

- ¿Qué fue lo que le animó a presentar esta retrospectiva?, ¿desde cuándo lleva madurando esta exposición?

“Cada diez años suelo hacer una exposición en Tenerife, sobre todo pensando en los coleccionistas que tienen obra mía para que puedan ver lo que he hecho en esos diez años y también pensando en los jóvenes que en ese período han pasado de adolescentes a adultos. La última fue en el 2014 en el Convento de Santo Domingo y la sala MAC patrocinada por el Ayuntamiento de La Laguna y la Mutua Tinerfeña. Creo que cincuenta años es un tiempo suficiente para echar una vista atrás que no se limite a los últimos diez años”.

- La exposición reúne, como ha explicado, cincuenta años de obra artística. ¿Cómo fue el proceso de selección de los cuadros y qué criterios utilizó para seleccionar los trabajos que forman parte de la exposición?

“He tratado de hacer una representación de las diferentes etapas en las que he tenido preocupaciones artísticas de distinta índole. Mi obra gira alrededor del ser humano y he tratado de escudriñar en todas las facetas de la vida buscando un lenguaje que se acerque lo más posible a la verdadera dimensión de la vida humana”.

- A lo largo de estos años ¿qué evolución aprecia en su obra, qué características destacaría?

“La evolución en la obra de un artista no es nunca lineal, sino circular tratando de acercarse lo más posible al ideal que uno tiene en la cabeza. Por ello se verán cuadros que van en un sentido y otros en el contrario para volver al sentido inicial. Lo que trato de mostrar son las idas y venidas de la creación artística que además se nos escapan. Yo no soy un artista eminentemente conceptual sino intuitivo”.

– Empieza su carrera como pintor en Venezuela, ¿qué recuerda de aquellos años?, ¿cómo era el mundo artístico que conoció?

“Estamos hablando de la Venezuela de los años 70, la Venezuela Saudita, con mucho dinero y mucho entusiasmo por el arte. Durante esos años yo lo que hice fue perfeccionar el oficio en la Escuela de Antonio Torres, muralista canario. Como ejemplo, los domingos abrían todas las galerías y la gente paseaba de una a otra con la familia y se encontraban los asiduos para comentar. Era una Venezuela muy viva”.

- ¿Cuáles fueron sus primeras influencias?

“Antonio Torres, mi profesor, siempre decía que las rupturas en el arte solían esconder la insuficiencia del artista para heredar un bagaje tan imponente y aportar un granito de arena en el desarrollo de la pintura. Es muy difícil saber cuánto se ha heredado y cuánto se ha añadido. Creo que Rembrandt y Velázquez, por otros motivos, son el Don Quijote de los pintores”.

- ¿Y cómo definiría Néstor Santana el arte de Néstor Santana?

“Creo que siendo honesto, la fuerza que muestran los cuadros no es producto de mi elaboración pictórica sino que se hace presente por sí misma por la potencia de lo visual en el cerebro humano”.

- ¿Le ha condicionado la sala del Círculo de BB.AA a la hora de exponer?, ¿cómo ha aprovechado el espacio?

“A mí me parece una de las mejores salas de exposición en Santa Cruz de Tenerife. Había participado en muchas colectivas y tengo muchos recuerdos que me unen sentimentalmente al Círculo de Bellas Artes. Por lo que exponer ahí para mí es emocionante”.

- ¿Su estudios de medicina le han servido en su trabajo como pintor?

“Creo que al principio, cuando tenía la anatomía fresca, me pudo servir algo. Luego, la pintura ha ido por otros derroteros más relacionados con mis amigos que, curiosamente, siempre han sido escritores”.

- ¿Qué constates, inquietudes, reconoce en su trabajo?

“Un crítico de arte me dijo en cierta ocasión que mi obra era creacionista, refiriéndose a la creación del mundo. Creo que quiero abarcar y mostrar la epopeya humana, sobre todo en unos tiempos de pensamiento débil y banalidad artística. Sé que es inalcanzable, pero lo intento”.

- En 1978 se traslada a Tenerife, ¿qué recuerda de aquellos tiempos?, ¿cómo era el mundo artístico de la isla y cómo fue su relación con los fetasianos?

“Cuando llegué a la isla, enseguida Gonzalo el Conco me metió en la Generación de los 70 con pintores como Gonzalo González, Juan Hernández… Posteriormente, a través de un familiar conocí a Rafael Arozarena que tenía guardia todos los viernes en la Junta de Obras que estaba al lado de la cafetería Arkaba. Rafael, que era un gran seductor, enseguida me creó el hábito de pasar la noche de los viernes en su compañía. Un día aparecieron por allí Isaac de Vega y Juan José Delgado, profesores en la Esperanza, y se sumaron al grupo de los viernes. Después llegaron Roberto Cabrera y su mujer, Olguita, y así surgió la tertulia del Arkaba, reunión de escritores, artistas y dramaturgos que se reunían los viernes por la noche. Para nosotros, que entonces éramos jóvenes, Isaac de Vega y Rafael Arozarena eran dos personajes increíbles imbuidos de fetasianismo y que se convirtieron en nuestra familia. A ellos les debemos posiblemente toda la estructura intelectual que podamos tener”.

- ¿Cómo percibe la isla su mirada como pintor?

“Yo no sé si conozco en profundidad lo que está pasando en la isla aunque creo que hay una gran indiferencia por la cultura, estamos demasiado preocupados por sobrevivir pero aquí siempre ha habido mucho talento y supongo que seguirá habiéndolo”.

- ¿Recoge la exposición obra reciente, de unos cinco años atrás?… Si fuera así, ¿las constantes siguen siendo más o menos las mismas que hace cincuenta años?

“No, desde luego que no. Las últimas obras he tratado de incorporar el espacio, el paisaje onírico e inevitable de nuestras islas pero desde una perspectiva más homérica mezclada con la actualidad, como tiene que ser”.

- ¿Qué necesita para pintar un cuadro?, ¿una idea, un sentimiento? ¿Pinta llevado por la improvisación o medita antes lo que terminará siendo pintura?

“Isaac de Vega siempre decía que tenía que esperar a que viniera el otro para empezar a escribir. Refiriéndose a que cuando uno se mete en el laberinto de la creación, lo deseable es dejarse llevar por el instinto y por esas manos que, como decía Goya, ven más que sus ojos. La creación artística es un proceso que no se puede explicar con conceptos”.

- ¿Con que materiales se siente más cómodo pintando?

“Desde hace muchos años, los artistas modernos hemos ido sustituyendo el óleo por el acrílico. Aparte de eso yo también hago dibujos, acuarelas…”

- ¿Qué fue lo que lo llevó a residir en Alemania, y cómo fue su relación con los Jóvenes Salvajes?, ¿quiénes eran los Jóvenes Salvajes?

“Mi ida a Alemania, que no era mi idea original, fue producto de creer que iba al sitio más actual en el mundo del arte europeo (año 87). La Generación de los Jóvenes Salvajes se produjo a través de una galería de Colonia y el contacto que tuve con ellos fue a través de un galerista De Vrie que, viendo mi obra, me dijo que me iría mucho mejor en París que, irónicamente, había sido mi idea original. De todas maneras, a los pocos días de mi llegada entré a trabajar con la Galería Baukunst de Colonia, la más importante de Colonia entonces, propiedad de la familia Gerling”.

- ¿Qué fue el grupo Terpentin?

“Lo creamos en Colonia entre un ruso Joseph Kiblitsky (hoy, jefe de Curadores del Museo Ruso de San Petersburgo) y un grupo de artistas alemanes para traer pintores rusos a occidente y hacer exposiciones nuestras en Moscú y San Petersburgo. Hoy día conservo mi amistad con Kiblitsky y en el catálogo hay un texto escrito por él sobre mi trabajo”.

- Regresa a Tenerife en 1995, ¿cómo encuentra la isla, y los grupos artísticos que había entonces?

“Ya todo había cambiado mucho a mi vuelta. Se respiraba cierta indiferencia y falta de entusiasmo. Aun así, Caja Canarias me hizo una gran exposición de esos diez años en Alemania”.

- Fue el autor del cartel del Carnaval en 1999. ¿Qué recuerda de aquella experiencia y qué valor le da a que una de sus obras sirviera para promocionar la fiesta por excelencia de la capital tinerfeña?

“Sí, es la gran fiesta de Santa Cruz y fue la primera vez que se nos ocurrió la idea de que fueran los ciudadanos los que eligieran el cartel entre los tres que presenté. Eligieron uno que llamaban el de los tacones y es que el carnaval tinerfeño gira mucho en torno a lo femenino”.

- ¿Qué cree que le falta y le sobra al arte que se hace en Canarias en la actualidad?

“Debo confesar que no estoy muy puesto en lo que se hace actualmente, pero desearía que los pintores nuevos tuvieran personalidad y expresaran con gran libertad su propio mundo, que es la manera de realizar una obra propia de modo satisfactorio”.

Saludos, se ha dicho, desde este lado del ordenador

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