Impacto

I.- ANATOMÍA

Admito que cuando viajo (pocas veces, esa es la verdad) a los territorios del teatro y la poesía me encuentro, como en toda ciudad que no he visitado tanto, caminando sobre terreno pantanoso. Probablemente se deba a un prejuicio, a mi escasa afición por la escena y por la metáfora, pero prometo continuar indagando por estas geografías si el impacto que recibo es tan alentador como el que disfruté este jueves, 21 de octubre, en el Círculo de Amistad XII de Enero en Santa Cruz de Tenerife.

Sala que acogió la representación de Proyecciones, la única obra teatral de la que se tiene constancia dejó escrita Pedro García Cabrera. La pieza se presentó en formato semimontado bajo la dirección de Isabel Delgado, mientras la dramaturgia la asumió Roberto García de Mesa, quien reveló al final de la sesión y en un animado debate con el público que no había cambiado ninguna palabra ni ninguna coma del texto original.

En el apartado técnico se encontraban Clemente García Noda (escenografía) y una de las actrices, Verónica Acosta, asumiendo también las funciones de imagen y sonido. Proyecciones contó con el trabajo actoral de la ya citada Verónica Acosta y de Adán Hernández, Eduardo Jiménez Feria, Nurh Jojo y Zebensuí Felipe.

Proyecciones está estructurada en ocho cuadros (hay un noveno perdido en el limbo de las suposiciones) donde el autor reflexiona en ocasiones con una modernidad desarmante sobre política, sexo, familia… Ignoro si esta original pieza se llevó a escena cuando fue escrita, la década de los 30 del pasado siglo XX, pero sí fue así quiero pensar que animó generosos y constructivos debates al menos en este pacato archipiélago en el que vivimos aislados. También quiero pensar en los animados y generosos debates que producirá en este pacato archipiélago de pacotilla si esta obra continúa representándose y no se queda sólo en la representación que tuvimos oportunidad de ver el jueves.

II.- DE UN INSTANTE

Uno de los cuadros propone un curioso debate sobre el socialismo que merece masticarse con lentitud. Muy recomendable para los que actúan “por amor al pueblo”. De hecho, en un momento dado, imaginé que aquellas palabras escritas hace tantos años iban dirigidas a José Luis Rodríguez Zapatero y a los afiliados y simpatizantes de su partido que a este lado del Atlántico no han encontrado mejor solución para resolver sus problemas que partirse la cabeza a leñazos.

Hay otro cuadro que me conmovió, transcurre en una biblioteca. Un lector charla con el empleado mientras fuman un cigarrillo. De fondo un reloj que va hacia adelante o atrás según quieran sus protagonistas. El final de este segmento es de antología. Y creo, con las adaptaciones pertinentes que se quieran, que podría dar vida a uno de esos tantos cortometrajes que se ruedan en esta tierra.

Otros cuadros que me sorprenden y que hace que por unos momentos esté viendo teatro son la conversación que mantiene un padre con su hija (perturbador) y una cabaretera con un caballero de extraña moral porque es un hombre normal.

Y la cosa sigue. Y sigue. Y te sorprende que una obra de los años 30 –pese a su en ocasiones lastrador compromiso con su tiempo– te resulte a veces tan actual.

Tan de nuestro tiempo.

Saludos, surfeando olas, desde este lado del ordenador.

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