¿Debemos odiar los lunes? y una reflexión sobre la subsistencia de los escritores

* El investigador italiano Martin Beux presentó en 2010 –en la Facultad de Lengua y Literatura Extranjera de la Universidad  de Génova– su tesis El tamaño del daño en la obra de Víctor Álamo de la Rosa (análisis y traducción). De ese trabajo parte El Hierro literario. Exploración de la obra de Víctor Álamo de la Rosa, un volumen que alivia las cuestiones puramente académicas para entregar al lector un viaje por la literatura del Archipiélago y sus paisajes. El libro -que acaba de ser coeditado por Ediciones Idea y Ediciones Aguere- se presenta este lunes, 24 de enero, a las 19 horas en la sede de la Mutua de Accidentes de Canarias (MAC) de la calle Robayna nº 2, en Santa Cruz de Tenerife. En el acto, intervendrán, junto al autor, el escritor homenajeado y estudiado, Víctor Álamo de la Rosa; el escritor Pablo Martín Carbajal, y el director de Ediciones Aguere, Ánghel Morales García.

* El documental Fotógrafo de guerra, dirigido en 2001 por Christian Frei, abrirá este lunes 24 de enero el ciclo Robert Capa. Cine y fotoperiodismo organizado por CajaCanarias de forma paralela a la retrospectiva que se encuentra instalada en el Espacio Cultural de la entidad. La cinta se exhibirá en versión original con subtítulos en español, a las 20 horas, con entrada libre hasta completar aforo. Fotógrafo de guerra es una radiografía del realizador suizo Christian Frei, basada en el trabajo del fotógrafo de guerra James Nachtwey. El documental se adentra en el corazón de los conflictos bélicos más actuales a través de una serie de reportajes, en los que queda patente la reivindicación del derecho de información.

* Me llega un extenso pero muy bien razonado artículo de Nicolás Melini sobre la subsistencia de los escritores. Pide que se difunda y así lo hago en este humilde blog que lucha contra los elementos mientras navega contra viento y marea. Estas reflexiones, informa Melini, fueron publicadas en La Mancha, también en la web de la la Escuela de Letras y en la de la Asociación Canaria de Escritores (ACAE). Como bien resume el propio Nicolás Melini los planteamientos que expone en esta larga reflexión son:

-La industria editorial tiene que hacer mucho más por la subsistencia de los escritores (reparto equitativo de beneficios).

-Las instituciones públicas tienen que hacer mucho más por la subsistencia de los escritores (legislación y recursos económicos en diversas modalidades).

-Los escritores tienen que hacer mucho más por su subsistencia (activismo).

Saludos, a lo game over por hoy, desde este lado del ordenador.

35 Responses to “¿Debemos odiar los lunes? y una reflexión sobre la subsistencia de los escritores”

  1. Alfonso González Jerez Says:

    Estimado Melini, la supervivencia de los escritores, como la de los odontólogos o fontaneros, debe depender única y exclusivamente de los escritores.

  2. Ana Says:

    Muy bien dicho, señor González Jerez, pero ¡qué morro el de este Melini! O sea que mientras la gente está robando en los supermercados, acudiendo en tropel a los comedores sociales y cogiendo restos de comida en los contenedores de basura, este vago (y perdone si le ofendo, señor Melini) ¿pretende seguir viviendo de subvenciones y otras mamandurrias? Y encima sin aportar nada nuevo al mundo de la literatura. Se necesita tener cara dura…

  3. Nicolás Melini Says:

    Estimado Alfonso, gracias por tu opinión. Estoy completamente de acuerdo con lo que dices. De hecho, creo que en la actualidad la supervivencia de los escritores depende de ellos mismos, y no creo que nada de lo planteado en mis artículos supusiera que la supervivencia de los escritores dependiese de alguien, si no de ellos mismos. De lo que se trataría, a mi modo de ver, es de generar unas condiciones en las que un mayor número de escritores pudieran vivir de su trabajo como escritores. No todos. Tal vez no yo. Algunos más. Y no sólo por las razones actuales: el valor de mercado. Lo que nos está llevando a una fuerte banalización de la cultura, que hasta Vargas LLosa acusa.

  4. elintenso Says:

    Y es que la cultura, es decir, el conocimiento, el devenir de una sociedad depende en buena medida de los criterios y valores con los que se rija dicha sociedad. La de ahora, basada en el consumismo, en el hoy, en el ladrillo, en el insulto, en la televisión mala, en los nuevos cachivaches electronicos, en el made in china, en el desprecio a los ancianos, en el pelotazo,… no da para mucha cultura. Así que los escritores, los artistas, los artesanos, la reflexión,… que se busquen la puta vida.

  5. Nicolás Melini Says:

    Estimada Ana, lamento que la gente esté acudiendo en tropel a los comedores sociales. Sin embargo, seguro que comprendes que eso no es culpa mía, ni de los escritores. No son los escritores los que se han llevado el dinero. Los que lo han hecho tienen nombres y apellidos. Por otro lado, lo que se plantea en mis artículos no tiene por qué consistir en “vivir de subvenciones”, hay un abanico amplio de posibilidades de actuación, y no sólo se beneficiarían los escritores, también la sociedad. En cualquier caso, debo aclarar que, la verdad, no tenía mucha intención de debatir esto en al ámbito de Canarias. Últimamente he perdido la esperanza de que en Canarias se pueda abordar algún proyecto que merezca la pena. No sólo en este tema. Es un asunto que me parece importante plantear a nivel nacional. Colgué los artículos (escritos hace dos años y debatidos entonces en varios lugares) y se los envié a una serie de amigos escritores, con la consigna de que si estaban de acuerdo los difundieran. Eduardo ha tenido a bien hacerlo. Pero, por decirlo de algún modo, yo diría que esto no tiene nada que ver con Canarias. Es un primer paso de concienciación. Si es verdad que existe un problema con la subsistencia de los escritores, tal vez más adelante, tal vez en otra coyuntura económica, se tome alguna medida.

  6. Daniel Says:

    Creo que es fundamental que los editores conozcan las preocupaciones de los autores y que exista un diálogo. Lo malo es que en Canarias hay muchos autores que desconocen cómo funciona el mundo editorial, ni el subvencionado ni el de verdad, y es fundamental conocer tu trabajo para vivir de él, los costes de la edición: la imprenta, la maquetación, la corrección, la traducción, la promoción, la comunicación, la distribución, los libreros, LAS DEVOLUCIONES, las mermas, el diseño de las cubiertas, los pagos al Vegap, los gastos fijos como la luz, el agua, Internet, teléfono, ejemplares justificativos y de prensa, anticipos y liquidaciones a los autores, a los prologuistas, a los antólogos, a los directores de colección, la gestoría que te lleva las cuentas, los retrasos en los pagos de tus clientes… No se trata de dividir el papel en cuatro partes y arreando, el tema es mucho más complejo y creo que sería sano que algunos escritores se pusieran un poco al día del mundo en el que se mueven. Me permito, con tal de afinar en un futuro diálogo, recomendar dos títulos que pueden arrojar algo de luz: EL MANUAL DEL EDITOR, de Manuel Pimentel, y LO PEOR NO SON LOS AUTORES, de Mario Muchnik, (publicados bajo sus respectivos sellos: Almuzara y Del Taller de Mario Muchnik). La otra opción es la autoedición, lo cual lleva, si se quiere vender, un desaburguesamiento (no sé si existe el término) de los autores, pues es muy, muy duro vender libros, para hacerse ricos mejor abrir un bar.
    Saludos a todos.

  7. Antonio J. P. Says:

    Yo también estoy en desacuerdo contigo, Nico. Si te digo la verdad no entiendo bien qué es lo que reivindicas. Además esa palabreja que empleas -”subsistencia”- no sé bien qué significado tiene exactamente en el contexto de tu exposición. Y apunto de forma ligth sobre los 3 apartados tal como tú mismo los ordenas:
    - ¿Industria cultural?: ni tú ni yo ni el de más allá tenemos que ver con nada industrial, aparte de que hablar de “reparto equitativo” es como hablar de Antonio Machín y sus maracas… Creo que jugamos a algo cuya participación en el juego de escribir y publicar depende de nuestra voluntad de estar o salir de él y punto.
    - ¿Instituciones públicas?: pues yo creo que más o menos se saca algo, hombre. No sirve para nada, pero ahí están. (No sé cómo no te das cuenta, tú que le das al cine también, que hay bastante a su favor, con sus truculencias, pero sí, hombre.
    - ¿Los mismos escritores?: pues bien, eso es lo que estamos haciendo, lo que haces tú, lo que hago yo y el Pepe de los Palotes, no otra cosa… ¿Activismo? Supongo que no te referirás al llevado a cabo por la Asociación esa (valga como ejemplo) y donde tú mismo publicaste tu texto. Háblame de ella y te diré quién eres.

    Ah, y luego en tu respuesta al amigo Alfonso sacas a pasear a Vargas Llosa, no sé si es para que coja aire… ¿Banalización de la cultura? Que yo recuerde la cultura y todo estaba ya más que banalizado desde el día que nací.
    Casi me recuerdas a un cura predicando jejejee.

    ¿Que por el hecho de escribir nos deberían de pagar? ¡Qué bueno, ojalá! Pero entonces habría que reivindicar que por el mismo hecho de nacer deberían de darnos como mínimo una pensión de esas llamadas no contributivas, cosa que yo sí reivindicaría antes que tu proposición.

    Va todo con mucho afecto, ¿eh?… por decir algo y por si alguien se anima a aportar algo más.

  8. Nicolás Melini Says:

    Daniel, te agradezco tu comentario y las recomendaciones. Sé que muchos editores lo pasan muy mal. Espero que no entiendas nada de lo que digo como un reproche directo y exclusivo a los editores. El tema es mucho más complejo. Se trata de algo que viene de muy atrás: por cierto, el otro día, Marías recordaba que hasta no hace mucho, los editores pagaban sólo una vez por el manuscrito, y se lo quedaban de por vida; independientemente de que el libro vendiera mucho o poco no volvían a pagar nada a los autores. Luego se consiguió un pequeño tanto por ciento de las ventas, no hace tanto. Así que todo tiene su historia y su evolución. Cuando cambian las condiciones sociales, y ahora parece que lo está haciendo, las condiciones pueden cambiar. En cualquier caso, como te decía, creo que se trata de un tema que nos excede, tanto a los escritores como a los editores. La industria del libro a la que me refiero no está constituida sólo por los editores y los escritores. Estos artículos no deberían de ser entendidos, en ningún caso, como una suerte de escritores versus editores. Sé que para muchos editores es igualmente frustrante no poder atender, aunque sea un poco, a la subsistencia de los suyos.

  9. Antonio J. P. Says:

    Pues Nico, con esta aclaración, “salvando” a los editores, ahora sí que te equivocas y pierde el sentido de todo lo que has planteado. Sabes muy bien lo que hay… Si como apunta Daniel el editor está preocupado hasta del pago de la luz, imagínate yo en mi en mi casa de qué voy a estar ocupado… también de la luz…. Y si al final de tu último post sumas que también “para muchos editores es igualmente frustrante no poder atender, aunque sea un poco, a la subsistencia de los suyos” ya la cagaste (valga la expresión popular)… ¿Reivindicas subsistencia o qué es lo que reivindicas… Ahora entiendo menos. Creo que ya estás aplicando vaselina a tu planteamiento.

  10. Ezequiel Pérez Plasencia Says:

    Disiento de algunas cuestiones planteadas aquí. La supervivencia de los escritores no depende única y exclusivamente de ellos. Hay casos recientes que demuestran a las claras que un editor-merodeadeor del presupuesto puede echar por tierra el trabajo de seis meses de un autor. O que la amistad con un consejero exalta y publicita la obra de otro más bien mediocre. Precisamente ayer me enviaba un correo electrónico una persona que escribe muy bien y se encuentra alejada de consejerías y editores canarios llamados responsables y serios manifestándome su impotencia ante cierto golferío y caradura instalados en el archipiélago, ese gente que suele presumir de su quehacer por la cultura.

  11. Alfonso González Jerez Says:

    Estimado Nicolás:

    Permiteme insistir en mi perplejidad. No sé por qué nadie (salvo los propios interesados) tiene que hacer ningún esfuerzo para que los escritores paguen las facturas con sus novelas, cuentos, poemas o ensayos. Como sin duda recordarás, Thomas Eliot trabajó bastantes años en el banco Lloyd’s de Londres, y no debió hacerlo mal, porque lo ascendieron en varias ocasiones. Y en esos años terminó The Waste Land y escribió muchos, pero muchos artículos y ensayos. Versión más local: Juan García Hortelano, un buen novelista, fue administrativo de Telefónica toda su vida: expedientes de 8 a 3 y tardes y noches para los libros. Soñaba con jubilarse, pero un infarto lo mató a los 63 años. Versión más local todavía: Ventura Doreste fue un funcionario de la Mutualidad Laboral, lo que combinó, al final de su vida, con una plaza de profesor no numerario en la Universidad de La Laguna. Estos ejemplos podrían multiplicarse.
    Que un escritor viva de lo que escribe no es ningún derecho, pero tampoco garantiza que su producción aumente ni cuantitativa ni cualitativamente. En realidad todo este asunto nada tiene que ver con la literatura, sino con las apetencias y los anhelados estilos de vida de cada cual (en este caso, de cada escritor). Muy respetables como tales, pero nada más.

  12. Daniel Says:

    Yo, con permiso de todos, me voy a tomar un poco de aire fresco, antes de que el ambiente se empiece a cargar y se haga irrespirable por estos lares.
    Un abrazo a todos

  13. Nicolás Melini Says:

    Querido Antonio, es sencillo, hay aspectos de lo dicho que, me parece, se pueden resolver o paliar trabajando conjutamente autores y editores, porque los editores y los escritores tienen muchos intereses comunes. Por ejemplo, todo lo que tiene que ver con la presencia de los escritores en el ámbito escolar y bibliotecas. Los editores suelen estar interesados en colegios y bibliotecas sólo hasta donde consiguen colocar ejemplares, para eso sí hacen, si pueden, algo de presión con las instituciones. No la hacen, sin embargo, para que haya una presencia en estos espacios por parte de sus autores. Y eso es algo que redundaría en la supervivencia de los escritores que estén interesados en acudir a estos espacios. Por otro lado, es algo absolutamente beneficioso para el conjunto de la sociedad. Siempre recordaré como un hito el día que un artista vino al instituto, en La Palma, a darnos una charla. Diré el nombre: César Manrique. Si no ponemos los medios para que cosas así sucedan, no sólo no subsistirán algunos escritores más que ahora, a nuestros hijos no les va a quedar más que lo que aquellas grandes corporaciones quieran venderles a través de la tele o en el centro comercial con cine como reclamo incluido, y acaso acabemos con librerías en las que lo único que destaque sea lo apilable en tongas al nivel de Moccia. Si eso es lo que se vende, para qué tener otra cosa. Ese tipo de librerías ya existen, y algunas de las que no alcanzan a ser así, cada vez se parecen más a ellas.

  14. Nicolás Melini Says:

    Estimado Alfonso, sí, todo eso es cierto. Tener una vida ordenada, en muchos casos, puede venir muy bien para escribir. Tener un oficio al margen de la escritura, puede ser muy beneficioso en el caso de algunos escritores. Pero creo que lo que he expresado en esos artículos, y en mis comentarios aquí, no se reduce a algo tan simple como “los anhelados estilos de vida de cada cual”. No. Desde luego no hablo de mí y un anhelado estilo de vida mío. Y no creo que los escritores que se han sentido identificados con esos textos anhelen ningún estilo de vida en particular. Tal vez tenga que ver con el anhelo de una consideración social que no depende de premios ni elogios ni vanidades… Creo que en el ámbito del periodismo pasa algo similar. Antes el periodista era una rata para la sociedad, pero la excelencia se valoraba. Cuanto más fuertes han sido las empresas de comunicación, menor consideración hacia la excelencia de los trabajos. Los periódicos se hacen hasta sin necesidad de ningún tipo de excelencia por parte de los periodistas. Los medios pueden desechar a algunos buenos periodistas sin miedo a perder dinero. Cuando puedes prescindir de los mejores, es que el negocio funciona. Como en el caso de esas películas que, a pesar de ser objetivamente muy malas, se pudieron vender bien: tenían lo que hacía falta, no excelencia, sino una serie de elementos de venta: un negocio redondo). Ahora ni siquiera la crítica, que se ocupa de señalar lo que es excelente y lo que no, tiene la menor influencia sobre el mercado. Las opiniones de los que más saben no sirven de nada. La excelencia ha quedado arrinconada, no influye; influye el que vende, independientemente de su calidad. En un mundo en el que lo importante es producir y vender, lo ideal es poder prescindir de la excelencia: las prendas de ropa se deshilachan a los dos días y nadie dice nada, las impresoras se rompen automáticamente cuando convenga a los fabricantes y la cultura se fabrica con arreglo a unas expectativas de mercado. Y en ese contexto, tal vez (no suelo estar seguro de nada), ampliar la calidad de las condiciones de vida de unos pocos escritores más, por su excelencia y al margen de lo que vendan –tal vez tal vez— nos ayudara a conferir a los escritores esa consideración que se pierde. El mensaje: a estos los valoramos como un activo económico aunque no vendan. Estos son buenos para todos nosotros aunque no llenen las arcas de nadie. Y currando, claro, que todo ello se puede hacer proporcionando placer a los demás, transmitiendo amor hacia aquello que amamos, y sembrando, para que en adelante sigamos confiriendo algún valor a la excelencia. Por supuesto, de ensayarlo, los peligros son muchos.

  15. Mario Domínguez Parra Says:

    Y Wallace Stevens era vicepresidente de una compañía de seguros, y William Carlos Williams era médico, y Gottfried Benn era médico, y Lorine Niedecker (una de las-los grandes poetas en lengua inglesa) fregaba suelos al final de su vida.

    Por supuesto que la grandeza de la obra de una escritora o escritor no depende de que su dedicación pueda ser a tiempo completo. En muchos casos, escribieron cuando y como pudieron (recuérdese el caso extremo de Erich Auerbach, autor del ensayo “Mímesis”, que tras el ascenso de los nazis al poder tuvo que exiliarse y trabajó en ese libro casi sin material bibliográfico a mano, en Turquía).

    Las instituciones casi siempre han tratado la cultura, los libros, como algo menor, de cierto prestigio que puede llegar a ser peligroso si se convierte en crítico. Por eso, no creo que se pueda confiar en ellas.

  16. Gaby Says:

    Soy un desconocedor de todo esto, pero preferiría que un periodista se ganara sus garbanzos con su profesión, el electricista con la suya, el fotógrafo idem, y por supuesto el escritor, y más si es bueno, escribiendo. ¿No hay mercado ni interés para que sea así para todos? Puede ser. Por lo que leo no hay maldito interés en que así sea, más bien en usar a los demás como carroña, y algunos de los que apuntan preocupantes palabras con algo de mala leche son personas vinculadas a la palabra. No se confundan de enemigos, amigos

  17. JRamallo Says:

    (…) “Solía decirte -lo recuerdas, ¿verdad?- que detestaba que me considerases una persona útil, que ningún artista desea que le consideren ni le traten así; porque los artistas, como el arte mismo, son por su naturaleza esencialmente inútiles. (…) La realidad es que el sentimentalismo no es sino un cinismo en vacaciones”. (De Profundis; O Wilde).

    (…) “venían a visitarme escritores, todos ellos poetas. POETAS. Y descubrí una cosa curiosa: ninguno de ellos tenía medios visibles de subsistencia. Si tenían libros publicados, no se vendían. Y si daban recitales de poesía, muy poca gente acudía a ellos, excepto digamos que entre 4 y 14 personas, también POETAS. Pero todos vivían en apartamentos bastante bonitos, y parecían tener tiempo de sobra (…) a mí lo que hacían me parecía endeble y pretencioso…, pero ellos seguían adelante, y vestían bastante bien, y parecían bien alimentados (…) poco a poco, fui descubriendo su secreto uno por uno. En la mayoría de los casos, al fondo, bien escondida, se ocultaba LA MADRE. La madre se ocupaba de esos genios, pagaba el alquiler y la comida y la ropa. (El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco; C Bukowski).

  18. Alfonso González Jerez Says:

    Nota previa a Ramallo: escribir no es una profesión, aunque pueda llegar a serlo. A ver si lo aclaramos de una vez, porque, si no es así, me temo que nadie podrá llegar a conclusiones válidas para todos. Por otra parte demonizar incondicionalmente al mercado (a cualquier mercado imaginable) es un ejercicio de gandulería intelectual. A ver si a todos los que escriben — y existe cierta curiosa tendencia en todos los escritores de considerarse ya no legibles, sino magníficos — debe reconocérseles por decreto el derecho a vivir del cuento (o de la novela, el ensayo o el poema).
    Al amigo Nicolás. Yo estoy de acuerdo con propuestas –por otra parte practicadas en este y otros ámbitos –como las que esbozas en tus comentarios. Pero son propuestas en beneficio de la literatura, de su difusión y su consumo, no en beneficio de no sé qué consideración social del escritor. ¿Por qué te preocupa tanto la consideración social del escritor? Pero, ¿qué más da todo eso? Espero que no te lo tomes a mal, pero no se si pretendes que tu panedero, el vecino del quinto o el funcionario de Obras Públicas te salude con un estimulante respeto cuando te presentes ante ellos:
    – ¿Me pone una barra de pan y cuatro pachangas?
    – Encantado, señor Melini. ¿Y cómo va ese libro de cuentos? Le pongo las pachangas gorditas, a ver si no se le pierde ningún adjetivo…
    En este discurso hay algunos tópicos que sería conveniente matizar. La falta de crítica realmente rigurosa en sus valoraciones, por ejemplo. No es la crítica — exista o no — la que banaliza los mercados, sino más bien lo contrario. O el arrinconamiento de la calidad: la calidad, hombre, siempre ha habitado en los rincones mientras brilla la medocridad bajo la luz de las arañas de palacio. O eso de que las adminitraciones públicas y los políticos tratan la literatura “como algo menor”, en expresión del señor Domínguez, algo que desmiente testarudamente la historia, y los recursos y esfuerzos de regímenes como el nazismo y el estalinismo son solo el ejemplo más extremo (criminalmente extremo) de todo lo contrario. Una evaluación de los cientos de millones de euros dedicados en los últimos veinticinco años en subvencionar productos editoriales por ministerios y comunidades autonómicas cortaría el hipo. ¿Algo menor? Nada de eso. ¿Algo económica y simbólicamente domesticable? Por supuesto.
    Perdonánme la tautología, pero lo que deben hacer los escritores es escribir. Esa es su recompensa y su carga. Como ciudadanos no está nada mal que luchen por la difusión del libro, por unas administraciones públicas menos estúpidas, manirrotas y manipuladoras en el terreno de la gestión cultural, por una colaboración más estrecha y respetuosa con las editoriales, por defender sus derechos contractuales. Claro que sí. Pero emprender cruzadas por la “respetabilidad social” de los escritores o a favor de que vivan de lo que escriban me parece no solo una pérdida de tiempo, sino un objetivo claramente errado que tiene más que ver con deseos subjetivos que con necesidades objetivas. Literarias, sociales o culturales.

  19. Mingus W. Says:

    JRamallo, el tal Bukowski también quería ganarse su botella de alcohol y el alquiler de sus pensiones baratas con la escritura, cosa que no pudo hacer (como bien usted sabe, pero quizás otros no), hasta bien cumplidos sus añitos, pero él se emperró en ello, y mire, tuvo suerte, al menos lo disfrutó un pizco. Otros no tuvieron esa fortuna. Que cada cual haga lo que pueda, total, son tres días y esto es un estercolero lleno de palabras.

  20. Nicolás Melini Says:

    Estimado Mario, también soy escéptico respecto de las instituciones. Pero pienso en aquellos que se encuentran gestionando aspectos del sector del libro, y no me cabe la menor duda: muchos quisieran hacer cosas, y no pueden. Están en sus puestos y con las manos atadas.

    Por supuesto, no en todas las administraciones, ni en todas las comunidades autónomas, ni en todos los países de la UE, la cosa se encuentra en el estado que se encuentra en Canarias. La frustración es mayor. No sólo en el tema del libro.

  21. Nicolás Melini Says:

    Gaby, tus palabras estás dotadas de un extraño sentido común. A veces desconocer algo no es mal lugar desde donde mirarlo.

  22. Antonio J. P. Says:

    (Jejejeje Gaby: a ti te voy a dedicar un poema en el vigésimotercer libro de mi carrera literaria)

    Señores y señoras: teniendo en cuenta que yo estoy de acuerdo, viendo los comentarios aquí colgados, con lo expuesto por Alfonso en alto grado… tan alta vida espero que muero porque no muero.

    Y como reflexión global, y dejando ya de dar misa, hablan de “diálogo” con unos y con otros y con no sé quién. Señoras y señores: primero, aquí no hay con quien dialogar. Y segundo, si por casualidad va y alguien te permite el diálogo, que sepas que no has dialogado con nadie: simplemente es para que vayas diciendo por ahí que Sultano o Mengano es dialogador.

    Así que aprovecho para anunciarles que pronto saldrá al mercado (y no me refiero al de Nuestra Señora de África) un nuevo libro, por supuesto de mi autoría. ¡Hala!

  23. Mario Domínguez Parra Says:

    Estimado señor González Jerez:

    El nazismo y el estalinismo fomentaban a escritores-as por su filiación ciega a los regímenes respectivos, no por su calidad exclusivamente. Aunque entre ellos había escritores grandes, como los alemanes Gottfried Benn o Ernst Jünger (éste quizás con una actitud algo más ambigua para con Kniébolo).
    En libros como los recientes de Vitaly Shentalinsky (que editó Galaxia Gutenberg) o como las “Confesiones” de Marina Tsvietáieva (de la misma editorial), se puede observar con horror lo que le hacían a los escritores que se salían de la línea oficial de la literatura soviética.
    Usted dice que la cantidad de dinero destinada a cultura en España en los últimos 25 años es enorme aunque “algo económica y simbólicamente domesticable”. ¿No cree entonces que hay algo que falla? Lo que siempre se comenta, por ejemplo, de los libros que se editan en Canarias y que no llegan a la península. ¿Este presupuesto descomunal no permite que se agilicen los canales de difusión para todos los libros que se editan por aquí?
    Por otra parte, creo que hay que escribir, intentar publicar y una vez conseguido volver de nuevo al trabajo.

    Estimado Nicolás:

    De acuerdo contigo. Esoy seguro de que hay gente muy válida que intenta que los proyectos salgan adelante, pero es una lástima que nunca estén en puestos de responsabilidad directa.

  24. admin Says:

    Estimado Mario en tu lista de escritores afines al nazismo olvidas a otro grande: Hans Heins Ewers. Su Mandrágora es una de las mejores novelas fantásticas de todos los tiempos.

  25. Nicolás Melini Says:

    Estimado Alfonso, me quedo con tu último párrafo. ¿Acaso va todo ligado, también la subsistencia de los escritores? Efectivamente, se ha invertido muchísimo en libros, pero lo que cortaría el hipo sería hacer la comparativa entre lo que las administraciones han invertido en libros y lo que ha llegado a los escritores.

    Sinceramente, aunque no se nos debe escapar que se trata de un tema con implicaciones ideológicas y políticas, yo no sé por qué es necesario, en nuestro contexto y hablando de escritores y libros, que menciones el nazismo y el estalinismo. ¿Vamos para allá? Hombre, todos sabemos que no, y que por impulsar medidas que redunden en la subsistencia de los escritores y todo lo demás que aquí se ha expuesto no vamos a correr ningún peligro de que vayamos para allá. Para qué asustarnos sin necesidad.

    ¿Demonizar el mercado? Bueno, yo no creo que en vida vaya a ver una sociedad que no se sustente en lo que ahora, producir, vender, consumo. Desde luego, no me voy a ir a vivir a ningún lugar donde sus gobernantes tengan la menor pretensión de que no sea así. Pero aceptando que en esas estamos, una cosa bien distinta es no cuestionar que hay cosas de ello que nos hacen daño, o que nos hacen peores. Eso sería como decir, bueno, como vivimos en una sociedad capitalista, con una economía cada vez más neoliberal, pues está bien que los sátrapas evadan sus dineros en Suiza, las entidades financieras se pasen cuatro pueblos con sus transacciones y provoquen una crisis financiera, y que después de todo ello la gente se vaya al paro. Y como está bien, no hacemos nada para corregir lo que nos hace daño de todo eso.

    Yo no demonizo al mercado. Intento señalar lo que nos duele. El mercado del libro está funcionando de un modo que será muy positivo para muchas cosas. Para los escritores, no tanto. Y por eso sería bueno atender determinados aspectos del libro. A las instituciones, normalmente, les pedimos que se ocupen de aquello que consideramos necesario que se ocupen, porque nos importe y sepamos que, si no lo hacen, tomarán un camino que no nos gustará.

    Dices que estás de acuerdo con algunas de las propuestas esbozadas, pero que se trata de propuestas para el fomento de la lectura, el comercio del libro y su consumo. Muchas veces hacemos las cosas por razones que creemos justas, y, sin embargo, están equivocadas. O las hacemos a medias. Quién dice que la subsistencia de los escritores no sería una buena razón, que fortalezca las políticas de fomento de la lectura, el comercio del libro y su consumo. Quién dice, lectura sí, bibliotecas sí, apoyar el consumo sí, pero hasta aquí. Estos, no. Y en ese “estos, no”, ¿no hay una desconsideración?

    Y, Alfonso, tal vez no sea del todo cierto que esas cosas se hacen en beneficio de la literatura, de su difusión y su consumo. Siempre hay alguna cosa más en medio. Por ejemplo, la amiga que me acaba de escribir, absolutamente de acuerdo con los textos. Ella vive de sus bolos en bibliotecas, colegios y un largo etcétera. Es poeta. Escribe en gallego. Es curioso cómo cualquier cosita que mueva el interés de los políticos puede obrar el milagro que en otras comunidades no obra simplemente la literatura, el conocimiento, su difusión, su consumo. Que los poetas de 30 años puedan vivir de su trabajo. Es impresionante. Cuánto me alegro por ella.

  26. Mario Domínguez Parra Says:

    Estimado Eduardo, no conocía a Ewerd y su novela, la tengo en cuenta a partir de ahora. ¿Se puede conseguir en español?

  27. Mario Domínguez Parra Says:

    Ewers, quería decir.

  28. admin Says:

    La edición que tengo en castellano es de la mítica Nostromo… No sé si Siruela la reeditó en su día…

  29. Mario Domínguez Parra Says:

    Acabo de encontrar un blog sobre la obra de Ewers, de un traductor de su obra al inglés, por si te interesa: http://hannsheinzewers.wordpress.com/

    Gracias por la referencia bibliográfica.

  30. admin Says:

    Gracias a ti por el enlace!!!

  31. Alfonso González Jerez Says:

    La verdad es que lamento no haber terminado de entender lo que propone Nicolás Melini. Que le vamos a hacer. Pero si le interesa a alguien, bien, aportaré tres o cuatro notas.
    1. He citado al nazismo y al estalinismo como ejemplos extremos de regímenes que se interesaron muchísimo por la literatura y por los escritores. Desde sus discursos teóricos hasta su praxis política. Y en esos infiernos totalitarios las cosas no se limitaban a ensalzar a los escritores que eran buenos propagandistas y a eliminar los disidentes. Era algo más complejo, más turbio y más desasosegante. Muchos buenos e incluso magníficos escritores se subieron a estos carros. Repito que son ejemplos extremos, pero desde siempre el poder y la literatura han mantenido relaciones generalmente repugnantes. Desde las sociedades burguesas decimonónicas y hasta hoy las administraciones públicas se han ocupado mucho y han gastado mucho dinero en los libros, en la literatura, en las ediciones, en premios, en subvenciones. Obviamente otra cosa es la gestión de esos recursos y los modelos de política cultural por los que circulan. Pero esa expresión, cargada de cierta ingenuidad, según la cual “a los gobiernos no le interesa la literatura (o los libros, o los que escritores)” debe ser descartada porque, en realidad, nos tienen rodeados.
    2. Efectivamente. Campañas de fomento de lectura sí, bibliotecas públicas decentes sí, defensa de los derechos legales de los escritores sí, apoyo a las editoriales a través de concursos públicos y transparentes, sí. A todo eso sí, sabes, Nicolás, porque todo eso responde al interés general o a los derechos reconocidos y amparados por la ley. Pero no encuentro argumentalmente la forma — y sinceramente creo que tú tampoco — de conectar la defensa de estas acciones y principios con la reclamación — envuelta en un dolorido sentir — de que los escritores puedan o deban vivir de lo que escriben. A los que quieren escribir para vivir prefiero los que viven para escribir. No hay un solo argumento ético o estético para sostener la conveniencia de la literatura como profesión, y en cambio, hay algunos cuantos en contra. ¿Tú quieres vivir de tus novelas, cuentos o guiones cinematográficos, de tus conferencias o intervenciones mediáticas? Me parece absolutamente lícito, y con toda sinceridad, ojalá lo consigas. Pero es una opción exclusivamente personal que no puede legitimarse como un derecho propio o exigirse como un deber de los demás, incluyendo las administraciones públicas.
    3. Bien por la poeta gallega. Lo ha conseguido. Pero yo no lo encuentro algo particularmente admirable ni un hito histórico de la Xunta de Galicia o de la Diputación Provincial de Lugo. No es un triunfo de la civilización, sino el apaño astuto de una piba que debe ser muy lista. No me importaría tomarme un ribeiro con ella. E incluso — en una tarde desocupada –leerla.
    Un saludo y disculoas a todos –incluido a maese Eduardo — por el ladrillo.

  32. Antonio J. P. Says:

    ¿También por aquí? Pues vaya, me entusiasma tu exposición, Alfonso, y, aunque yo estaba ya que no sabía por dónde coger el asunto y lo más que me pasaba por la cabeza eran nubes, leo esto tuyo y coincide con lo que a mí me rondaba pero que no sabía cómo explicarlo.

    Para más casualidades y, en este caso, vinculado a tu primer punto de la exposición le envié estos días a Coriolano para el suplemento cultural que timonea aquí el amigo Eduardo -y que es de agradecer que se haya mantenido (no voy a hablar muy alto por si acaso jeje)- una reseña, Alfonso, sobre un ensayo de un profesor de la ULPGC sobre Reinaldo Arenas donde, entre otras cosas, trata bastante sobre lo que tú has expuesto… mmmmm.
    ¡Qué cosas!
    ¿Sabes lo que te digo? Que deberías peinarle un poco el flequillo a este comentario tuyo y publicarlo como una columna de las tuyas.

  33. Mario Domínguez Parra Says:

    Estimado señor González Jerez:

    Gracias por su reflexión.

    Sigo pensando que a los gobiernos por lo general no les interesa la literatura per se, sino por el provecho que de ella puedan sacar. Estoy de acuerdo con usted en que saben de su importancia y siempre buscan la manera de instrumentalizarla, ordeñarla.

    Como yo lo veo, cada homenaje a un escritor o escritora de las islas (María Rosa Alonso, José María Millares Sall, Rafael Arozarena, Isaac de Vega,…) solo se justifica desde el actual Gobierno de Canarias por el provecho (electoral incluso: crean una apariencia de interés por la literatura canaria que otros partidos no pueden tener, puesto que no son tan canarios) que éste pueda obtener de la promoción de la figura de esos escritores (que no de su obra). Iincluso las lujosas ediciones de la obra completa de esos escritores forman parte de esa autopromoción gubernamental. Lo importante para ellos es el libro como objeto, no como texto.

  34. Nicolás Melini Says:

    Estimado Alfonso, insistes en pensar que soy yo quien anhela determinado tipo de vida. Te recuerdo el primer párrafo, el que encabeza todo: yo escribo sobre este tema para aclararme. Y cuando tengo la suerte de debatirlo, intento seguir profundizando. Y, la verdad, me siento muy a gusto poniendo en cuestión algo que, parece, nadie ponía en cuestión hasta ahora. Es algo que, creo, me corresponde como escritor. Además de cuestionar otras cosas que hay por ahí, también cuestionar aquello que tengo más cerca y que me toca de uno u otro modo. Llamas a esto, en algún comentario más arriba, “cruzada”. Hombre, no, ¿no? Lo que sí es cierto es que nos encontramos en un momento histórico curioso, la cosa se ha ido deteriorando, y, además, nos ronda el cambio de paradigma en el mundo editorial (Internet). Y los escritores se han empezado a cuestionar lo suyo, y se han encontrado cuestionando, no sólo el futuro, sino la situación actual, el cómo hemos llegado hasta aquí. Y algunos, incluso, hemos encontrado que hay algo que no va. Ojalá estos artículos y nuestros comentarios sirvan para que alguien saque sus conclusiones sobre un tema que, parece, se daba por bueno como estaba, y tal vez no esté tan claro. Yo te agradezco haberlo comentado.

  35. admin Says:

    Shhhhhhhhh!!!!!

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