El curioso caso de Alberto Moravia

El escritor Alberto Moravia gozó de relativa popularidad en este país llamada Expaña en los años 70 y 80 del pasado siglo XX. Luego cayó en el olvido, aunque afortunadamente muchos de sus libros son todavía encontrables si uno es un visitante habitual de los mercadillos.

Y yo, que soy un visitante habitual del entrañablemente anárquico mercadillo de mi ciudad he tenido la suerte de ir aumentando mi biblioteca Moravia con títulos que desconocía del maestro.

Entre otras novelas, Moravia es autor de El conformista, libro que inspiraría posteriormente la película del mismo título de Bertolucci, un cineasta que antes de rodar ambiciosos e ideológicos filmes como Novecento, co-escribió junto a ese gran esteta de la violencia que es Dario Argento la que probablemente sea una de las mejores obras del maestro Sergio Leone, Hasta que llegó su hora.

Esta misma mañana hablaba de Leone con otro gran aficionado de Leone. Pero no quería hablar en este post del director de Érase una vez en América sino del curioso caso de Alberto Moravia. Un escritor cuya literatura gira como una peonza en torno a la relación entre hombres y mujeres con una sensibilidad y un realismo que desarma.

Leo, tras encontrar un ejemplar excelentemente traducido por María Esther Benítez y editado por Alianza Editorial cuando sus portadas las diseñaba Daniel Gil, Cuentos romanos. Medio centenar de relatos del autor de El desprecio, novela que fue llevada a la pantalla por un Jean-Luc Godard igual de borracho de sí mismo que otras veces. Así que para versiones cinematográficas más personales y curiosas de Moravia les recomendaría la durísima Dos mujeres (Vittorio de Sica) y esa casi obra maestra del cine erótico que es El hombre que mira de Tinto Brass.

Los relatos que forman Cuentos romanos se tratan de pequeñas piezas, no más de cuatro o cinco páginas, en las que Moravia ofrece un intenso y vibrante retrato de la capital italiana a través del paisaje de sus gentes. Hombres y mujeres de toda condición social cuyas historias, trágicas y cómicas, son excelentes historias que cualquier cineasta con luces debería de adaptar para contarlas en formato de cortometraje. Roma así podría transformase en La Laguna, Agaete, Arrecife o San Sebastián de La Gomera porque la ciudad Eterna es, en estos cuentos, la geografía urbana. La sólida geografía interior de sus personajes (que es lo que importa) sirve para cualquier escenario urbanita por muy provinciano que resulte. 

El caso es que estos cuentos están escritos con sencillez aplastante, describiendo a través de los gestos de sus protagonistas (hombres y mujeres de la calle) una serie de situaciones digamos que insólitas que el autor resuelve casi siempre con un guiño que no deja insatisfecho. La vida continúa, reflexiona Moravia cuando termina el cuento con el inevitable punto y final.

Leyendo Cuentos romanos he vuelto a sentir el gusto que tengo por el cine italiano de los años cincuenta y sesenta. Un cine que se alimentó adaptando muchas de las obras de Moravia como La romana, por citar otra de las más conocidas.

Entre otros relatos incluidos en esta edición Alianza de 1984, destacaría  dos títulos que por una u otra razón han sabido llegarme más que los otros. Me refiero a Crimen perfecto y Pic nic.

El primero cuenta como un amigo decide asesinar a otro porque le roba (no le quita) a las mujeres tras ver en un cine Crimen perfecto de Hitchcok. El segundo narra un almuerzo de fin de año en el que un librero toma conciencia.

Son cuentos con un punto existencialista extraño en estos tiempos en los que nado, y su lectura ha contribuido a enseñarme a ver las cosas de otra manera. También a preguntarme en qué consiste la fórmula mágica que hace que la obra de un escritor, en este caso la de Alberto Moravia, no muera con el paso del tiempo.

Saludos, otra recomendación escobillonera, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “El curioso caso de Alberto Moravia”

  1. e Says:

    Alberto Moravia es el mejor escritor de la vida…
    Te leva de acà para allà y te da “dolor de mente” pues nunca sabes què pasara…
    Es el inventor-descubridor del realismo màgico no-latioamericano…
    ¡Cuànto me tomarà alcanzar su genialidad al escribir!

  2. Francisco Ortiz Says:

    Exacto: no muere con el tiempo y sigue vigente como la de muy pocos autores del pasado.

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