A propósito del puchero narrativo canario

La colección G21 Narrativa Canaria Actual ha iniciado su andadura con la publicación de dos novelas: Murmullo de hojarasca, de José Luis Correa, y Biografía reciclada de Manolito el Camborio, de Cristo Hernández.

Ofrece la pequeña novela de Hernández –apenas un centenar de páginas–  un retrato que sabe a muy poco del protagonista que da título a su obra. Probablemente porque su autor fue consciente que el material que tenía a mano no daba para más.

Una pena.

Esto me hace pensar si será verdad que, pese a los tiempos de crisis que vivimos, estemos asistiendo a una profunda renovación de la narrativa canaria.

Actual.

Es cierto que hay variedad de títulos y que autores no faltan –algunos  dignos a destacar– pero aprecio en la mayoría una aterradora falta de complejidad que podría dar al traste con lo que temerariamente unos llaman fenómeno y yo como un ingrediente más del puchero literario canario.

Ya se ha comentado hasta la saciedad que casi todos estos escritores actuales cuentan con suficiente obra publicada, también que cultivan una variedad de géneros que hasta el día de ayer era como territorio ignoto para los escritores nacidos o educados en las islas.

Pero detecto en la mayoría de los actuales una misma desidia, un dejar o llenar páginas sin itinerario que tritura lo que podría ser un coherente discurso literario.

Estoy en mi derecho como lector de demandar historias que además de estar bien escritas, entretengan.

Que disfrute abriendo las páginas del libro para sumergirme en la profundidad del relato.

Pero algo extraño ha pasado con la Biografía reciclada de Manolito el Camborio.

Siendo una novela corta me ha parecido larga.

Larga pese a su ironía.

Pero lamento escribir que no he encontrado gracia a la ironía ni hacia donde pretendía conducirme con ella.

Esto me hace reflexionar que no encuentro entre los miembros que forman parte de la narrativa canaria actual escritores que ofrezcan una visión de la Canarias actual que me haga pensar.

La mayoría suele perderse en personajes que por norma general protagonizan historias que no van hacia ningún lado, y no porque escriban bajo la tapadera cómoda del experimentalismo sino porque –me da la inquietante sensación– no son capaces de dar el acabado que merecían sus, aparentemente, coherentes y genéricas apuestas literarias.

La Biografía reciclada de Manolito el Camborio parece, en este sentido, un borrador. O lo que comenzó siendo un cuento un ahora aforado ejercicio reciclado de novela corta que se hace larguísima.

Pero lo mismo me pasa con José Luis Correa, quien tampoco apura ni da la consistencia exigible a su Murmullo de hojarasca.

O Javier Hernández Velásquez, que engorda sin propósito alguno su El fondo de los charcos casi como si pretendiera encontrar la clave con la que poder cerrar su ambiciosa novela sobre la capital tinerfeña.

En Los tipos duros no leen poesía, Alexis Ravelo propone una curiosa pero rutinaria novela del personaje Eladio Monroy. 

¿Y?  

Y algo parecido me pasa al digerir el último negro policial de Antonio Lozano, que no es un escritor de la narrativa canaria actual pero sí un narrador canario del que esperaba algo más de su, a mi juicio, decepcionante La sombra del minotauro.

La escritora tinerfeña Yanet Acosta propone una divertida pero primeriza y endeble aventura en su El chef ha muerto.

Y si bien no he comenzado aún a leer la novela Kopi Luwak de Antonio Cabrera Cruz, admito que estoy depositando en ella mis esperanzas tras los apasionados elogios de Nicolás Melini. Un tipo, Melini, con el que comparto algunas complicidades que espero no se frustren.

Deseo que Víctor Conde no me defraude con su última novela, Hija de lobos –título que presenta el próximo 6 de octubre en el Espacio Cultural de El Corte Inglés de Santa Cruz de Tenerife– porque Conde al menos conoce y maneja muy bien las claves del género en el que se mueve…

En cuanto a El guanche en Venecia y Erich el zurdo, de Juan Manuel García Ramos y Domingo-Luis Hernández, respectivamente, encuentro en su lectura exactamente el mismo interrogante que me aqueja con el grupo de narradores canarios actuales: ¿saben de lo que están escribiendo?

Partiendo del principio solidario que está muy bien que, pese a la crisis, estemos asistiendo a un interesante momento literario de la novela escrita en Canarias ¿por qué no dudar si todo lo que se está publicando se trata de verdad de novela?

Es decir, de algo tan simple y complejo como ¿me estás contando de verdad una historia?

Solo puedo decir que, en estos últimos meses en los que he leído mucho de los de antes y actuales narradores canarios. tengo mucha hambre.

Y cuando tengo hambre es porque lo que he digerido no me ha saciado.

Luego concluyo que algo falla y le falta a al puchero literario canario.

Claro que como tituló un amigo que ya es hermano:

“¡Salvemos el puchero!”

Saludos, mis tripas protestan, desde este lado del ordenador.

11 Responses to “A propósito del puchero narrativo canario”

  1. Nicolás Melini Says:

    Querido Eduardo, como comprobarás en el comentario en el que te refería a Kopi Luwak, te estaba recomendando una novela que estaba leyendo en aquel momento, es decir, que ni siquiera había concluido (la estaba comenzando) cuando te lo comenté, y lo hice más porque continuaras con esta labor crítica tuya que porque supiera que era esa la novela que estás buscando. De hecho, ni siquiera he concluido su lectura: se me atravesaron varios libros que tenía que leer por obligación y alguno que estoy leyendo por placer y aún no la he finiquitado. Lo digo por aquello de mis “apasionados elogios”. Me conviene ser prudente, aunque deseo tanto como tú, o más, que sea esa novela. Arranca interesante, eso sí me parece y hasta ahí puedo manifestar.

  2. Daniel Says:

    TOCÁNDOME LOS COJONES, de Jaime Centurión (Ed. Baile del Sol), apenas cien páginas de condimento picante, fresco y libre para todo buen puchero que se precie. Saludos.

  3. eva Says:

    Hola Eduardo, he leido tu mención a la novela de Kopi Luwak y quería tan sólo comentarte que en este caso sí que la he terminado de leer y me apasionó de principio a fin. Considero que la narrativa de Antonio Cruz es muy fresca y de lo mejorcito que he leido últimamente. Saludos

  4. admin Says:

    Gracias Eva por tus palabras. Antonio tuvo la gentileza de enviármela y la tengo en espera. Un abrazo.

  5. carlos Says:

    ¿Tú también, Melini?

  6. Luis León Barreto Says:

    Estimado Eduardo García Rojas: la verdad es que tienes valor y atrevimiento para hacer crítica literaria en esta tierra tan huérfana de crítica. El Escobillón me sorprende y gratifica tu voz independiente. Gente como tú hace mucha falta. Buenos trabajos tuyos en el suplemento que me hace llegar el amigo Coriolano. Abrazos.

  7. admin Says:

    Gracias, Luis, un fuerte abrazo escobillonero.

  8. miguel aguerralde Says:

    Hola! Me ha gustado leer tus artículos. Te invito, eso sí, a ampliar apenas un pelo el arco de narradores canarios que analizas. No sólo te ofrezco un paseo por mi web y mi obra, que para mi sería un placer, sino a tantear la hornada de escritores noveles canarios como Rayco Cruz, Moisés Cabello, Macu Marrero o Carlos González Sosa, por citar sólo una mano de nombres pujantes a los que, para no variar, se nos dedica muy poco espacio en nuestra tierra y debemos buscarlo fuera.

    Un abrazo y felicidades por el blog.

    Miguel Aguerralde.

  9. admin Says:

    Intentaré hacerme con algunos de sus trabajos. Gracias por tus generosas palabras hacia este (nuestro) blog. Un abrazo.

  10. El anónimo escribidor Says:

    ¡Hola! La verdad es que últimamente leo mucho tu blog porque estoy preparando una publicación con Idea. En verdad, me ha chocado encontrar -buscaba tu opinión sobre Melini, que veo que es buena- las felicitaciones sobre G21 y luego este artículo. Das un poco de miedo. Supongo que a esto se expone quien se atreve a publicar y bien está que sea así. Aunque haya pasado tiempo, te invito a conocer a esos autores canarios que comenta Aguerralde -no conozco a ninguno personalmente: soy una rara avis que se mueve fuera de círculos de escritores, y no lo digo de forma peyorativa, porque esto no tiene nada de malo-, por variar.

    La verdad es que soy más lector de la literatura clásica canaria -tenemos poca historia-, pero de Agustín Espinosa a Josefina de la Torre, digamos, va más mi corpus. Y los hermanos Padorno, los Millares Sall, etc., claro -los clásicos son los clásicos-.

    Dicho esto, me voy a meter en eso que se llama “narrativa canaria”. Te va a entrara una risa tremenda. Hay una cosa que me preocupa y es la calidad literaria. Como toda primera obra, la mía no está carente de errores. Lo sabes porque no te autoengañas y porque todavía no manejo los recursos narrativos -esto es una cuestión de tiempo y esfuerzo, y unas gotitas de talento, que no sé si hay-. Lo sé porque en mi paradigma de lecturas hay autores a los que uno admira, esa famosa angustia de las influencias, y sé, conozco, que no he llegado a ese dominio formal.

    Pero sigo en ello. Creo que esta primera publicación está bien para lanzar fuera ciertos textos que guardaba. ¿Que luego, como Juan Ramón Jiménez, voy a casa de los amigos a robarles mi primera edición por verguenza? Todo puede pasar en este paraje volcánico, como bien sabes.

    Hasta el deliro.

    Un abrazo y enhorabuena por el blog (sinceramente).

    el anónimo escribidor.

  11. admin Says:

    Gracias por tus generosas palabras… Y espero con mucho interés, anónimo escribidor, leer la publicación que preparas con Idea. Un abrazo.

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