La primera edición de Fimucinemá concede el premio Alex North a La quinta estación

Este año se celebró la primera edición de Fimucinemá, festival que tiene la peculiaridad de conceder un solo galardón, bautizado con el nombre del compositor Alex North, que no recae en actores, cineastas, guionistas sino a la mejor música de largometraje de ficción.

Fimucinemá nace con el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife Fimucité,  que dirige el músico y compositor Diego Navarro, y que este sábado, 13 de julio, clausuró su séptima edición tras una semana intensa de conciertos y proyecciones de películas que airearon la atmósfera de una ciudad, Santa Cruz de Tenerife, en la que además de caer un sol de justicia contó con el aroma pestilente de la Refinería. Un perfume que para los que vivimos en esta capital de provincias se ha convertido en un clásico.

ABRE PARÉNTESIS

¿Eso explica que los días que bajaba a TEA Tenerife Espacio de las Artes me imaginara lo extraño, y siniestramente inquietante, que resultaría ver a a la ciudadanía que aguanta con estoicismo año va y año viene esa pestilencia llevando máscaras antigas?

Creo, en todo caso, que no sería el mismo verano ni la misma ciudad si no respiráramos ese airecillo a huevos podridos y azufre…

CIERRA PARÉNTESIS

En la primera edición de Fimucinemá,  coordinada por el crítico y especialista Manuel E. Díaz Noda, el jurado decidió otorgar el premio Alex North a La quinta estación (Peter Brosens & Jessica Woodworth, 2012), una cinta desconcertante, que extrae lirismo de la inquietud y que cuenta con una banda sonora que encaja como un guante en su crónica serena sobre el fin del mundo.

No intento describir con palabras las sensaciones generadas por esta película para no caer en los errores en los que sí incurren otros, pero fue lo mejor que se vio de una selección de películas bastante irregular.

Irregular sobre todo en la aportación española, con dos títulos La venta del Paraíso (Emilio Ruiz Barrachina, 2012) y Summertime (Norberto Ramos de Val, 2012) muy decepcionantes en su conjunto, aunque la cinta de Ramos de Val se toma a guasa, lo que disculpa su huida ¿hacia adelante o hacia atrás?

Otro de los largometrajes que se exhibió en Fimucinemá fue Kon-Tiki (Joachim Rønning & Espen Sandberg, 2012),  un filme que con todos sus defectos no deja de resultar una entretenida y atractiva aventura en el mar en la que se recrea el viaje que emprendió Thor Heyerdahl, con cuatro chalados más, a bordo de una embarcación de madera para demostrar su teoría: que los pobladores de la Polinesia podían descender de los antiguos peruanos.

También se vio Irina, La Mallete Rouge (Bernanrd Mazauric, 2013), que pese a la parquedad de sus medios sabe tocar teclas sentimentales; The Weather Outsider (Jason Freeman, 2012), una producción que no termina por casar bien una de fantasía con mensaje pero travestida en clave negrocriminal, y Hay Days (Lance Lindahl, 2013), otra pequeña producción independiente repleta de canciones, muchas de ellas country que, al margen de sus resultados estrictamente cinematográficos, gustará si te gusta este tipo de música.

El jurado de la primera edición de Fimucinemá estuvo formado por la coordinadora de la Filmoteca Canaria, María Calimano; el realizador y guionista Andrés Koppel; el realizador Eddy Cardellach: el compositor y músico Fernando Ortí y quien ahora escribe estas líneas.

De vuelta a casa, y tras pasar un domingo difrente, pienso que a modo de arranque, de inicio de un festival al que le deseo la mejor suerte del mundo, Fimucinemá necesita ahora crecer como ya ha crecido su hermano mayor, Fimucité, cita con la música de y para cine que este año celebró su séptima edición.

Saludos, Wiillie Nelson suena de fondo, desde este lado del ordenador.

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