El reino de los cielos, una novela de Silvia García

“- Pues… no sé cómo aparece una estrella, porque hasta ahora sólo sabía que desaparecen. Lo cual ya es increíble. Pero si algo deja de existir, quiere decir que antes tuvo que empezar a existir. Y si se forma una estrella, me pregunto por qué existen todas las estrellas, y el espacio, y, como soy yo quien está mirando el espacio, de golpe me pregunto por qué soy yo, como las estrellas son estrellas. ¿Por qué existo? Pero también tú existes. Y esta casa. Y las cornejas. Y las islas que tenemos que buscar: también existen. Todo existe pero no sé por qué.”

(El reino de los cielos, Silvia García, Premio de Novela Benito Pérez Armas, 2012)

Pienso en Claus & Lucas, o las tres novelas de Agosta Kristof en un solo libro, cuando comienzo la lectura de El reino de los cielos, de Silvia García, título por el que obtuvo el premio Benito Pérez Armas 2012, al estar contada desde la perspectiva de un niño.

Pero donde hubo un análisis cruel, feroz y conmovedor sobre la inocencia, García trata de procurar una ingenua, y hábil para qué vamos a engañarnos, visión de las cosas que nada entre lo mágico y lo real.

Su novela cuenta la particular y peculiar rebelión que emprenden sus pequeños protagonistas contra el mundo de los adultos. Un mundo hostil y sin misterio que podría llevarlos a cometer un asesinato, ajenos las consecuencias morales que encierra ese posible crimen.

Novela escrita con una aparente, y solo aparente sencillez, El reino de los cielos tiene suficientes cargas de profundidad para despertar el interés del lector más despiadado. Es verdad que por muchas de esas cargas de profundidad se pasa de lado y a veces incluso de puntillas, inconsciente la escritora del material que tenía entre las manos; pero en otras sí que sabe sacarle jugo. Exprimir la sustancia suficiente para avanzar y dar vida a un cuento que resuelve como tenía que haberse resuelto aunque, a mi juicio, carezca de la emoción y el conflicto que auguraba en sus páginas anteriores.

Con todo, se trata de una novela singular dentro del panorama narrativo que en la actualidad se está escribiendo en Canarias. Un panorama que pese a las voces que lo atacan con virulencia y que me temo solo evidencia su franco desconocimiento, abre una nueva vía para investigar, y sobre todo narrar, historias con estas y otras claves.

Las reacciones son encontradas con El reino de los cielos. Tengo la sensación que no termina por ser la novela que tuvo que haber sido pero agradezco esa mirada de asombro y de sorpresa con la que la escritora da voz a su joven protagonista. Niño, niños que comienzan a dejar de serlo porque, ley inevitable de la vida, asumirán cuando crezcan eso que llaman responsabilidades.

Silvia García sabe transmitir emociones sin recurrir a retorcidos experimentos literarios, los que se camuflan bajo un tedioso lenguaje barroco. El estilo que emplea en El reino de los cielos es directo, de sujeto verbo y predicado. La voz en primera persona de un niño que va descubriendo su mundo al lector. Sin truco ni fuegos artificiales, y sí agradecida sencillez.

Las contradicciones y miedos de su protagonista desfilan por este libro sin desfallecer casi nunca en su aliento. Silvia García sabe mantener el tono pese a que a veces se le escape algo que te hace recordar que lo que se cuenta no lo dicta la voz de un niño sino la de un adulto, pero estos errores incluso se disculpan porque no son muchos.

Me pregunto que nos deparará narrativamente Silvia García si continúa explorando este territorio. Por donde dirigirá próximas novelas.

Leyendo El reino de los cielos se detecta que hay algo, aún en estado embrionario, pero algo que está latiendo y que, presumo, va más allá de la geografía poética que cultiva en la actualidad.

Saludos, suena la trompeta celestial de Chet Baker, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “El reino de los cielos, una novela de Silvia García”

  1. El anónimo escribidor Says:

    “Con todo, se trata de una novela singular dentro del panorama narrativo que en la actualidad se está escribiendo en Canarias. Un panorama que pese a las voces que lo atacan con virulencia y que me temo solo evidencia su franco desconocimiento, abre una nueva vía para investigar, y sobre todo narrar, historias con estas y otras claves.”

    Pero siendo usted una persona a la que sigo y a la que tengo como de esas sin pelos en el paladar, ¿cómo es que no da nombres? ¡El pueblo quiere sangre!
    Dicha la broma -para un fan como usted de lo negro, no tanta-, permítame decirle que: el panorama narrativo es lo que toda la vida se ha llamado literatura de género. Está la literatura, y luego la literatura de género, esto es aquí y en Pekin. Se puede escribir, y muy buena, pero está eso que se llama cliché. ¿Se pueden publicar 400.000 novelas negras, un género, insisto, con lo que eso conlleva para la arquitectura, trama, tono, conflicto/s, etc., año tras año y que tengan calidad? De todas formas, igual no se refería usted a la negra, sino a las de Gambín y Cía.

    Le diré algo que escuché a un pecador escritor de novela negra canaria -como son siempre cuatro los de la foto, sé que doy muchas pistas para resolver el misterio-: tenemos a Gambín, nuestro Dan Brown. Lo dijo uno de G21 cuya novela usted destrozó de arriba abajo. No era negra, y claro, pasan estas cosas, que en el cliché se sienten cómodos, pero fuera, pues Murakami, Houellebecq y McCarthy son mucha presión. Y lo entiendo. Debe ser duro.

    Ahora bien: no haga usted, querido crítico -una labor desagradable la del crítico, no del todo ponderada por estudios que analizan, por fin, el sentido de la crítica literaria, etc., en la que tendrá usted que escuchar muchas quejas y padecerá desavenencias-, como Saint Beauve. Si retomo las críticas a estos G21 y sus novelas negras -género que usted adora, yo adoro al Wallander de Mankell, mire usted, quitando clásicos como Christie, Hammet, Chandler, etc.-, la verdad, a la ganadora del premio la destroza. Prácticamente dice usted que no sabe escribir. ¿Encuentra calidad en estos narradores de negra? Calidad literaria no entendida como entretenimiento, si no como respeto a la literatura. El estilo. La forma. Porque me tiene usted esperando y sabe que lo respeto y sigo. Un abrazo desde anonimolandia.

  2. admin Says:

    Leñe, que me hace sentir usted un abuelo Cebolleta cualquiera… aunque se agradece su lealtad siguiendo esta biácora donde nos gustan tanto las cosas viejunas.

    Anónimo de Dios, me obliga usted a estrujarme la cabeza mientras descifro su primer párrafo… Ummm, déjeme pensar que el Alzheimer es cosa mala… Sobre la novela negra y de enigma se habló, y mucho, en las últimas jornadas de NNegra de Arona… También de lo que unos no consideran novela negra en sentido estricto. Sobre este asunto intervino el salvaje de Luis Gutiérrez Maluenda, lo que generó cierta polémica que, mucho me temo, usted se me perdió porque no asistió. Así que tres días castigado a un régimen severo de pan y agua.

    Respecto al segundo párrafo… Mira que son canallas los de la Generación 21…

    Y respondiendo al tercer y último segmento… Recórcholis, eso de que destrozo la novela ganadora es un juicio personal suyo, querido anónimo. Y aprecio la calidad literaria sea como vehículo de entretenimiento u otra cosa, que debe de haberla…

    Le agradezco estas líneas y, sin conocerlo o conociéndolo, un cariñoso abrazo de abuelo desde este lado del ordenador

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