Llámala Janet, Janet Leigh

Un día extraño y triste para la comunidad cinéfila que se ha despertado con el anuncio de la muerte del compositor italiano Ennio Morricone, ese artista que tuvo la particularidad de que casi todo el mundo se quedara con lo que estaba sonando por extravagante que resultara la sintonía. Dicho esto, y recordando a la afición que no nos gusta lamentar a nuestros muertos porque son ya demasiados los que cargamos en la mochila y con la esperanza de que, probablemente, todos se hayan ido a un lugar mejor, celebremos hoy que tal día como hoy (y van) abrió los ojos al mundo Janet Leigh (Merced, California; 6 de julio de 1927 – Beverly Hills; 3 de octubre de 2004), una discreta actriz de arrolladora presencia que protagonizó un puñado de títulos de gran importancia dentro del cine norteamericano. La filmografía llegó a su colofón con su actuación como protagonista en la primera parte, la mejor sin duda, de Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) y la recordada por terrorífica escena de la ducha. Asesinato, el agua que se mezcla con sangre y se cuela por el sumidero…

La carrera cinematográfica de Janet Leigh cuenta también con otras películas. La pueden ver en Colorado Jim, que es uno de los más grandes western de la Historia del cine; en Sed de mal, donde acompaña a un Charlton Heston disfrazado de mexicano entrando y saliendo de la frontera; Scaramouche, que es una deliciosa película de aventuras que no deberían dejar de ver y Los vikingos, ¿Quién era esa chica? y El gran Houdini, que son filmes en los que compartió protagonismo con quien fue su marido, Tony Curtis. Resultado de esa unión, otro milagro: Jamie Lee Curtis.

El papel de su vida fue, sin embargo, el que protagoniza en Psicosis donde interpreta a una atractiva mujer que llega al siniestro motel Bates para descansar de un largo viaje que no es otra cosa que una huida, una escapada porque ha robado no sé cuántos dólares a su jefe… Imagino que a estas alturas no habrá nadie por aquí que no haya visto Psicosis que es de lo mejor que firmó el maestro del suspense. Si no es así, corran y vean la que, probablemente, sea la cinta madre de un subgénero (psicokillers) cuyas películas ni de lejos llegan a la altura de esta obra maestra.

Muchas felicidades, Janet. Felicidades que hacemos extensivas a Sylvester Stallone y Geoffrey Rush, dos maneras de actuar y entender el cine que, ya ven, nacieron también tal día como hoy. Un hoy triste, lastimoso y en el que suena desde primeras horas de la mañana la chirriante banda sonora de La muerte tenía un precio.

Saludos, wacha wacha wacha wauuuu, desde este lado del ordenador

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