Efraín Medina, el bardo

Si usted pasó el sábado pasado por el Teatro Guimerá y escuchó chillidos como si dentro estuvieran degollando a un cochino no tema, se trataba de Efraín Medina, consejero del Cabildo Insular, y ahora cantante.

Presentaba, con aura de estreno casposillo y provinciano, el espectáculo Mucho + amor, que integran canciones “que han estado desde hace muchos años con nosotros, que cantaban nuestros abuelos y nuestros padres, y que siempre estarán presentes, de una forma o de otra, en nuestras vidas”, dijo en una entrevista.

Por lo que me dice una espectadora del concierto, el talento musical de Efraín Medina está más cerca del bardo Asurancetúrix que de Los Panchos aunque la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Gladys de León, no es de la misma opinión, ya que como máxima responsable de la política cultural municipal y con un oído fino para la música (esto es una ironía) consideró que recibir a Efraín Medina “en un escenario como el del Teatro Guimerá es todo un privilegio”.

Con todas sus letras: “todo un privilegio”.

Lo que me hizo pensar en la mayoría de los grandes artistas que he visto desfilar por el Guimerá lo que me hace creer (la edad, supongo) que Gladys de León debe visitar con carácter de urgencia a un otorrinolaringólogo porque lo que se dice de oído, de oído está fatal.

Pero debe ser que soy un provinciano ya que me enseñaron desde pequeño a que mi teatro, el teatro Guimerá que es mi teatro, había que respetarlo porque era nuestro teatro. Y me refiero al espacio físico, un espacio que se encuentra además en una de las zonas más hermosas de la capital tinerfeña.

El equipo que gobierna el Ayuntamiento de esta ciudad sucia y fea, comprimida, de largas cuestas pero que cuenta, no obstante, con lugares ignorados, oasis en medio de la nada, tiene la insólita capacidad de pasar del notable al insuficiente.

No entiende, parece, que la cultura se enseña y no se castiga.

En fin, que Efraín Medina como cantante tiene todo el derecho del mundo a cantar canciones (yo también las canto, pero en la ducha) pero que sea todo un “privilegio” que actúe en el Teatro Guimerá como afirma la concejala de Cultura del Ayuntamiento de la capital tinerfeña me obliga a insistir en que se haga mirar el oído.

Al terminar el espectáculo musical –Medina actuó acompañado de nueve músicos y dos cantantes femeninas– mi amiga escandalizada reconoció que se levantó y coreó algunas de los temas que interpretaba “la nueva estrella de la canción canaria” sobre el escenario del Guimerá, teatro que tendrá que recuperarse de esta pesadilla hecha realidad en unos meses e incluso años.

Mi amiga dice que, literalmente, fue abducida más por las canciones que se oyeron que por su cantante ese sábado negro en la Historia de nuestro teatro. Que se puso en pie y que coreó alguna de ellas con la esperanza de apagar la voz de la “nueva estrella de la canción canaria” pero Efraín tenía el micro en las manos. Y no hay nadie capaz en esta tierra de quitárselo de las manos.

Mientras tanto, se preguntaba quién produjo el chou, cuánto costó, desde cuándo había solicitado el permiso para presentar este espectáculo en el Guimerá… Esas y otras preguntas de las que nunca obtendremos respuesta.

Y es que les da perfectamente igual.

El Ayuntamiento de la capital tinerfeña acoge en nuestro teatro un espectáculo que hubiera quedado bien en un karaoke y aquí no pasa nada. Como tampoco pasa nada cuando uno presta atención al Cabildo de Tenerife y su habilidad para no hacer demasiado afirmando que hace… demasiado (¡!) aunque próximamente hablaremos de esta casa que dejó de ser santa hace mucho tiempo.

El caso es que estas actitudes por ignorar a la ciudadanía se limitan a mimetizar la que emana de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias, órgano que a través de su Instituto Canario de (sub)Desarrollo Cultural convierte en éxito lo que solo son fracasos y como los tres chimpancés (los que se tapan la boca, los oídos y los ojos) continúa adelante con toda la cara de mundo evitando dar explicaciones a las preguntas que se les están multiplicando al viceconsejero sobre su gestión (cine, artes escénicas y ahora también las musicales).

Así que tal y como están las cosas, y reinterpretando un bolero que no sé si cantó (vamos a dejarlo así) Efraín Medina el sábado pasado: reloj, por favor, marca las horas, que todo esto sea un mal sueño… ¡¡¡Quiero despertar!!!

Pero na de na. De momento solo Ansiedad con sus dosis de Perfidia.

Y que viva el cha, cha, cha.

Saludos, dos gardenias…., desde este lado del ordenador

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