Leamos o no leamos, vivamos

Hoy es uno de esos días que son propicios para ponernos cursis. De hecho, ya he recibido algunos mensajitos celebrando el Día del Libro, que es ese objeto inanimado que solo se activa cuando se lee.

Además de celebrar los libros, les recomiendo también que feliciten a los Jorge o Jordi, o George que conozcan porque su santo cae también un 23 de abril

La leyenda dice que fue San Jorge quien venció al dragón, y el dragón puede ser visto o entendido como todo aquel que ataca a los libros aunque pienso en el caballero de la triste figura y recuerdo que fue precisamente la lectura de libros de caballería lo que hizo que se le fuera la pinza.

Un conocido insiste sobre ello, es decir, de lo peligroso que es pasarse la vida leyendo porque así no hay quien viva, ya que se vive la vida de personajes de ficción y no la suya propia.

Me consta que Pepe Carvalho, el detective creado por Manuel Vázquez Montalbán y que este año celebra su 50 aniversario, quemaba los libros de su biblioteca por eso mismo, como reacción a los días que había dedicado a la lectura y que le impidieron vivir la vida. Carvalho comienza primero por tirar a las llamas de su chimenea el Don Quijote precisamente. Un acto poético me dice ese conocido guionista y escritor que ya está un poco pasado de vuelta.

Pensemos en los primeros libros que nos secuestraron el corazón. En mi caso y ya lo he contado en este mismo su blog El Escobillón fue La isla del tesoro, de Robert L. Stevenson y más tarde Guardián entre el centeno, de J.D. Salinger. Tuve mi racha de Ray Bradbury, Theodore Sturgueon y Alfred Bester, entre otros maestros de la ciencia ficción y cómo no, H.P. Lovecraft que es un escritor cuya obra hay que descubrir siendo adolescente. Antes, mucho antes, me había zampado las novelas de aventuras de Emilio Salgari y H.R, Haggard y mucho tiempo después vinieron Ramón J. Sender, Max Aub, Arturo Barea, Agustín de Foxá, Wenceslao Fernández Flórez… Iniciado en la literatura negra y criminal llegué a lo que escribían y después publicaban nacidos en Canarias y encontré en alguno de ellos referencia de los grandes clásicos del género.

Y me dejo a otros muchos en el tintero, cómo escritores/as españoles y canarios, italianos y británicos, norteamericanos y franceses… europeos que se medían en igualdad de condiciones con asiáticos, africanos, neozlandeses y australianos. La literatura es tan grande que me aterra pensar que me iré al otro mundo sin leer ni descubrir a viejos como nuevos escritores/as. Borges decía que se imaginaba el paraíso como una gran biblioteca y en cierto ocasión Juan Manuel de Prada me dijo que él más que escribir lo que le gustaba era leer. Lástima que no pagaran por pasar el tiempo que le quedaba sobre la tierra ocupándolo en lo que más le satisfacía.

En fin, que es verdad que los que leen pierden mucho tiempo leyendo, y que la vida se nos va como un suspiro pero igual nadie ha reparado que mientras leemos nos sentimos eternos. Sobre todo si el libro gusta. Si no gusta, tírenlo a la hoguera.

Hoy es un día para que los que leen se pongan cursis. También una oportunidad para comprar y regalar si procede un libro. Yo recuerdo algunas de mis lecturas y relecturas. Entre las relecturas no sé cuántas veces releí Diez negritos, de Agatha Christie y el Drácula de Bram Stoker que fue una de las pocas novelas con las que pasé miedo. Es decir, que necesitaba descansar la lectura de aquellas cartas y diarios porque sentía que algo maligno estaba destrás, observándome con intenciones aviesas. Guardián entre el centeno fue otro de los libros que mastiqué y digerí no recuerdo ya cuántas veces y así una lista no tan larga como pareciera. Es lo que tiene leer. Lees, te entusiasmas con lo que lees y una vez terminado el libro te olvidas automáticamente de lo leído. O lo recuerdas vagamente.

Afortunadamente tengo todavía la manía de subrayar párrafos, frases con las que me tropiezo cuando cojo alguno al azar en mi nutrida e inútil biblioteca (los libros una vez leídos solo sirven para alimentar el fuego, y mal, por cierto) y pasando las páginas me tropiezo con textos subrayados que me recuerdan lo emocionado que me sentí cuando cogí el lápiz y lo pasé por debajo de esas palabras.

Pero en fin, que hoy es un día especial, de esos que invitan a ser cursi, a celebrar la existencia de un objeto inanimado que solo despierta cuando lo lees.

Saludos, lean o no lean, vivamos, desde este lado del ordenador

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