Reflexiones de un viejo que no pretende ser decente

I was born under a wand’rin’ star…

COMPARACIONES ODIOSAS

Entre las muchas cosas que me fastidian (será cosa de la vejez, leñe) es que se compare a un tal Kaká con fulano o mengano. O que se diga algo así como: He vendido eso como un Ferrari cuando se trataba de un 600.

¿Qué pretenden?

Cuando uno de mis nietos me informa de las idioteces que tiene que soportar por esto en su puesto de trabajo me pregunto porque ninguno de sus iluminados jefes recurre a otras comparaciones. A mi, por ejemplo, me gustaría que el gritón de turno y que lo tiene agarrado literalmente por los cojones (laboralmente hablando) le soltara “joder, tío, es que pensé que eras como John Ford y al final has resultado ser Ed Wood”. O “pensé que contrataba a Ray Bradbury y me has salido un Ray Barbry”. Para quienes no lo sepan, cabestros, lo de Ray Barbry es un pseudónimo al que recurrió uno más de aquellos escritores fantasmas que en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo se ganaban la vida con su literatura de todo a cien camuflando sus verdaderos y castizos nombres por Clark Carrados, Silver Kane o ese mismo Ray Barbry que, como habrá observado el atento lector, nacía con el espíritu de despistar al personal haciéndole creer que se trataba del mismísimo Ray Bradbury.

Tal y como están las cosas y dando ya por inútil que quienes recurren a los símiles culturicen su lenguaje, debo de confesar que a mí esto de las comparaciones con jugadores galácticos o automóviles que no cortan carreteras sino vuelan me pone los pelos de mi arrugada piel de punta. Será porque cuando oigo que lo suelta el jefe o quien tiene el parné lo que amenaza es tormenta. O una manera nada elegante de señalarle la puerta y enviarle a  la puta calle para que forme parte del equipo de parados que tanto crece y se multiplica en este país llamado España.

UN FELIZ DESCUBRIMIENTO

Leo con bastante agrado un libro la verdad que inclasificable: Fuck America. Lo hago contagiado por las elogiosas críticas que leí el sábado pasado en algunos suplementos culturales y su recomendación, afortunadamente, no es equivocada. Con Fuck America de Edgar Hilsenrath te partes de la risa y también te partes con las lágrimas.

Sus capítulos finales son de aquellos que ponen la piel de gallina. Busco desesperadamente otra novela del mismo autor publicada en castellano, El nazi y el peluquero, pero me avisan en la librería en la que suelo recalar cuando no tengo nada mejor que hacer (casi todos los días) que está descatalogada. En fin.

POLÉMICA CON EL RASTRO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE

No he seguido con mucha atención la que se está montando en torno al Rastro de la capital tinerfeña porque por aquello de la edad ya no me fijo bien en las cosas, pero si leo bien las informaciones creo entender por las críticas formuladas ahora desde la Federación de Comercio de la provincia de Santa Cruz de Tenerife (Fedeco) que se pretende –una vez más– que el mercadillo cambie de ubicación.

Coño, pienso. Y sigo leyendo pegando los ojos en la pantalla del ordenador de mi nieto.

Estos señores quieren además que se vele por las mercancías que se venden en el rastrillo aprovechando la publicación del nuevo Real Decreto que regula la venta ambulante.

Cómo no, la panda de Fedeco ha planteado igualmente que la imagen que ofrece el Rastro “quizás no sea la más adecuada para un municipio como Santa Cruz, en cuanto a que no mantiene una uniformidad estética, carece de instalaciones y la mercancía se expone en innumerables casos en el suelo”.

Y esta bobería me hace pensar como abuelo que esta gente –los de Fedeco– no han puesto la suela de sus zapatos en ningún mercadillo o rastro en su puñetera vida.

Paralelamente, la presidenta del Rastro, Carmen Tejera, ha anunciado (no sé si lo habrá hecho efectivo) que dimitirá de esta responsabilidad al no estar de acuerdo con que se obligue a que todos los vendedores ambulantes tengan que pagar una licencia para poder vender.

La señora añade que “estamos en crisis y hay muchas personas que aprovechan para sacarse un dinero vendiendo cosas de segunda mano”.

Y yo me reitero, como habitual paseante del Rastro santacrucero y sin ánimo de entrar en polémicas, que los señores de Fedeco nunca han pisado un Rastro. Y les ruego, como viejuno, que me sean inteligentes. Más que sea…

Y lo reclamo enarbolando el bastón porque el Rastro santacrucero se ha convertido para mí es un lugar magnífico en el que aventurarme precisamente porque no está ordenado.

Un domingo vas y te parece más chico. Y otro vuelves y te parece más grande, lo que me permite explorar nuevos y apasionantes territorios.

Y es que un rastro, y el de Madrid es un ejemplo, no es otra cosa que eso.

Una espontánea galería comercial en la que unos se desprenden y otros aprehenden. Intentar organizar algo así, cuya existencia vive precisamente de la improvisación, es como condenarlo a muerte.

LA INCREÍBLE HISTORIA DEL PREMIO MENGUANTE

Serán los años, carajo, pero me sorprende, la verdad, que el director, guionista y presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, haya obtenido el Premio Nacional de Cinematografía 2010, dotado con 30.000 euros y que concede el Ministerio de Cultura a los profesionales que durante el año anterior han desarrollado la labor profesional más sobresaliente.

Y cuento esta batalla porque a juicio de este achacoso espectador la obra de Álex de la Iglesia dejó de saberle a innovadora y transgresora dentro de un cine como el español tan poco innovador como trangresor desde que estrenó en la noche de los tiempos El día de la bestia.

No pretendo con estas temblorosas líneas cuestionar la decisión del jurado, pero sí la de reflejar un asombro viejuno porque si valoro el trabajo del tal Álex como cineasta no hay que tener dos dedos de frente para darse cuenta que la filmografía de este caballero se quema con la misma facilidad con que se van los días de mi ya larga existencia. ¡Cien años como estrella errante pesan!

Al margen de que el premio valore también su “clara labor” a favor “del consenso y del acercamiento entre todos los que forman parte del cine español, y de ellos con la sociedad” como presidente de la Academia, cinematográficamente lo más interesante de la Iglesia como cineasta es, a mi modesto entender, su corto Mirindas asesinas, aquella frustrada Acción mutante que más tarde degeneró en la deplorable serie para televisión Plutón B.R.B. Nero, y su El día de la bestia. El resto, incluida La comunidad, un tostón en toda regla: Perdita Durango (1997), Muertos de risa (1999) 800 balas (2002) Crimen ferpecto (2004) y Los crímenes de Oxford (2007).

La prueba del tiempo, como el algodón, no engaña. ¡Si lo sabré yo!

ABRAN LOS OJOS

Ojo porque también me incluyo entre los que forman parte de esta odiosa estadística que revela que la venta de libros descendió en el primer semestre de este año un cuatro por ciento con respecto al mismo período de 2009.

No sé las razones de los demás, pero la mía es francamente objetiva: los libros que me gustan resultan demasiado caros para un bolsillo que por aquello de la pensión que percibo no puedo permitirme, aunque haya días en los que mi santa señora me permite un homenaje.

Espero, no obstante, que editores y libreros lean con atención este  descenso en ventas para que vayan planteándose otras políticas con respecto al libro dichoso. De hecho, y pese a mi fobia con los adelantos tecnológicos, uno de mis nietos ya me está dando clases para que aprenda a bajármelos por la Internet.

Y palabrita que aprenderé.

Y UN ÓBITO

Se nos ha muerto el dibujante Víctor de la Fuente. Dijo adiós al mundo conocido a la edad de 83 años en la localidad francesa de Le Mesnil Saint Denis. En su producción como historietista destacan series como Los Gringos, La siberiana y Los Ángeles de acero.

¡Descanse en paz, maestro!

Saludos, en esto que llaman la tercera edad, desde este lado del ordenador.

One Response to “Reflexiones de un viejo que no pretende ser decente”

  1. Leo Says:

    Lo de Álex de la Iglesia es lamentable. Esa foto con la Sinde lo dice todo. Se trata de un premio político, no de un premio de cine, y mucho me temo que en pago por su impagable colaboración con el Ministerio durante los conflictos entre una parte del cine español, Cineastas contra la orden, y el Ministerio Sinde-Guardans, recordemos sus declaraciones pro orden ministerial desde la presidencia de la Academia, sus llamadas al orden a destacados Cineastas contra la orden, a grito pelado, para que depusieran su actitud, etc. Es lo que hay. Lamentabilísimo.

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