No a la guerra. Una reflexión cinéfila en torno a ‘El león del desierto’

Entre otras debilidades cinematográficas confieso que me encantan las películas de temática colonial. Títulos como Lawrence de Arabia, Zulú, Tres lanceros bengalíes, Los últimos de FilipinasLas cuatro plumas, Amanecer zulú, Kartum, Beau Geste, 55 días en Pekín, La última carga, El viento y el león, entre otras tantas que ocupan un lugar de honor en mi memoria cinéfila.

En este tipo de películas se celebra las gloriosas campañas coloniales emprendidas por la vieja Europa en distintos puntos de la geografía y como era de esperar, digamos que el cine británico es quien mejor ha sabido celebrar sus victorias y también derrotas en otros continentes con un aliento épico y manipulador que hace que siga considerándolos como los maestros de este género que entronca con el de la aventura.

Existen sin embargo una serie de cintas que cuentan la misma historia pero desde el otro lado, películas igual de interesantes y dignas de ver porque por una vez los que no tienen voz narran lo que padecieron para dejar de formar parte de aquellos colosales imperios.

Entre otros títulos se me viene a la cabeza la interesante La guerra del opio, del cineasta chino Xie Jin; El principio: La balada de Mangal Pandey, de Ketan Mehta que ofrece una curiosa versión (números musicales made in Bollywood incluidos) sobre la revuelta de los cipayos que puede verse en  programa doble con Rifles de Bengala (László Benedek, 1954) y la que a mi juicio sigue siendo la mejor de todas ellas, El león del desierto, dirigida por el sirio Moustapha Akkad –comenzó su carrera en el cine como asistente de producción en Duelo en la Alta Sierra, de Sam Peckimpah–  y financiada por el presidente de Libia Muammar al-Gaddafi ya que la cinta cuenta la heroica resistencia que mantuvieron a finales de los años veinte las tribus libias lideradas por Omar Mukhtar contra el ejército fascista italiano al mando de Rodolfo Graziani.

La cinta, de claro tono hagiográfico, no deja de resultar un emocionado filme biográfico sobre Mukhtar y un canto emocionado a los hombres y mujeres que formaron parte de aquellas improvisadas guerrillas que combatieron con lo que buenamente podían contra un ejército tan poderoso y moderno como era el italiano.

Además de Mukhtar, personaje que interpreta Anthony Quinn, actor que ya había trabajado a las órdenes de Akkad en la interesante El Mensaje, crónica de la vida y los tiempos de Mahoma (1), en El león del desierto también interviene un histriónico Mussolini que protagoniza un igual de histriónico Rod Steiger, así como Oliver Reed en el papel de Graziani.

No quiero establecer paralelismos entre el periodo histórico que refleja esta cinta con lo que actualmente estamos observando que sucede en Libia (una guerra en la que me han metido sin que nadie pidiera mi opinión a través de un referéndum) pero creo que hoy más que nunca El león del desierto es un título de necesario visionado para entender la forja de una nación que hoy gobierna ese insólito y excéntrico personaje llamado Gaddafi.

Como era de esperar, el estreno de El león del desierto obtuvo críticas desastrosas en el dicen cultivado primer mundo, lo que repercutió en su relativo fracaso en salas aunque quien les escribe tuvo la oportunidad de verla por primera vez (después la he vuelto a revisionar en numerosas ocasiones porque tengo copia –comprada, conste– en dvd) en el hoy desaparecido Teatro Baudet, siendo quizá de uno de los pocos espectadores que quedó hechizado ante un filme que me mostraba que los buenos podían ser los rebeldes y encima un puñado de adoradores de Alá.

El león del desierto está plagada de escenas de acción, de batallas muy bien rodadas por el cineasta (fue productor de la serie Halloween) así como de un curioso y bien explotado enfrentamiento entre los dos líderes de aquella guerra que el resto del mundo consideró de baja intensidad: Mukthar y Mussolini. El segundo desesperado porque no podía entrarle en su cabeza rasurada que una tropa de desarrapados fuera capaz de hacerle frente a un ejército militarmente muy preparado.

Por esta y otras razones en el mundo árabe la película, popularmente conocida por el nombre del personaje protagonista, Omar Mukhtar, se ha convertido en título de culto mientras que en Italia (Wikipedia dixit) las autoridades italianas decidieron prohibir su exhibición en 1982 porque, según el siniestro primer ministro Giulio Andreotti “dañaba el honor del Ejército italiano”.

Ironías de la historia, el director y productor de esta curiosa joyita, Moustapha Akkad, falleció tras un atentado kamikaze en Jordania en 2005 cuya autoría se achaca Al Qaeda y Ammán.

Saludos, yo solo sé que no sé nada, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “No a la guerra. Una reflexión cinéfila en torno a ‘El león del desierto’”

  1. Mario Domínguez Parra Says:

    Yo tengo ganas de ver la película de Mohammed Lakhdar-Hamina “Chronique des années de braise”, sobre la guerra de independencia de Argelia contra los franceses.

    http://www.youtube.com/watch?v=cO4r_i7Amos

    http://www.lakhdar-hamina.com/Chronical_of_the_smoldering_Years.htm

  2. admin Says:

    La batalla de Argel de Pontecorvo no está nada mal. Te la recomiendo si aún no la has visto.

  3. Mario Domínguez Parra Says:

    No la he visto, la tendré en cuenta. Gracias.

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