La princesa Guayarmina ha muerto

No envejeció bien Silvana Pampanini (Roma, Lazio, 25 de septiembre de 1925-Ibídem, 6 de enero de 2016) y eso que en su juventud rivalizó en pantalla y en las salas de fiestas con mujeres de bandera como Sofia Loren, Gina Lollobrigida y Claudia Cardinale, entre otras, mientras era perseguida por una legión de paparazzis que no tenían –ni tendrán en sueños– la cara ni el cuerpo de Marcello Mastroianni.

La carrera cinematográfica de la Pampanini no está salpicada de grandes películas, aunque forma parte de la tierra que habito, una Canarias cada día más idiotizada y lela, porque hizo de la princesa Guayarmina en ese delirante largometraje que es Tirma, una cinta dirigida a dos manos por Paolo Moffa y Carlos Serrano de Osma en los años cincuenta del siglo XX, y que se rodó en Gran Canaria.

Basada en una obra teatral de Juan del Río Ayala, Tirma es más una película de aventuras que un filme histórico y riguroso con la leyenda que trata. De hecho, si alguna altura ha logrado con el paso de los años es que hay que verla con mirada distanciada e irónica y olvidar, en la medida en que se pueda, la reacción airada de expertos de la cultura aborigen como Cuscoy, quien escribió en un artículo que publicó el periódico El Día a propósito del estreno de la película: “¿Qué se pensará de sus primeros pobladores, que unas veces parecen indios iroqueses, otras veces polinesios, y otras veces senegaleses? Guayarmina pudo también llamarse Ojo de Amanecer, hija del cacique Búfalo Valiente, y nadie se hubiese extrañado. Quisiera saber uno el por qué de esos faycanes vestidos de franciscanos y esos guayres que se comportan en el tagoror de la misma forma que los caciques indios en torno a la fogata”.

Tirma no deja de ser así un western o una película de aventuras de serie B. O una especie de traducción de Pocahontas, solo que John Smith se llama don Hernán, papel que interpreta Mastroianni, y Pocahontas una Guayarmina que tiene las curvas de Silvana Pampanini. El tercero en discordia es Gustavo Rojo, que asume al capitán de los salvajes canarios Bentejuí, y que interpreta el actor Gustavo Rojo que, como todo el mundo debe saber, es hijo de esa mujer valiente y adelantada a su tiempo que fue la tinerfeña Mercedes Pinto, la autora de Él, una novela cuya versión cinematográfica dirigió Luis Buñuel.

Al margen de Tirma, que no fue precisamente su mejor película, Silvana Pampanini trabajó a las órdenes de otros cineastas, como el extraño y fascinante a ratos Armando Bó en Insaciable, una película rodada a la mayor gloria de la esposa del cineasta, la espectacular Isabel Sarli; y de Dino Rissi en una producción de encargo que lleva por título Un italiano en la Argentina.

Producida por Moffa, Pampanini compartiría protagonismo en Il Matrimonio con Vittorio De Sicca y Alberto Sordi y también bajo la tutela de Moffa aparecería en Allegro Scuadrone, aunque su carrera no terminó de trascender de la misma manera que las de otras compañeras de generación. Y no porque a la Pampanini le faltara talento y mucho menos que careciera de belleza ya que reunía a raudales estas cualidades, pero no tuvo lo que se dice mucha suerte quizá porque alternó géneros diversos sin ton ni son (comedia, policíaco, aventura) sin que terminara por ubicarse y, lo más importante, que los espectadores la identificaran en alguno de ellos.

Retirada del cine, Silvana Pampanini fue espaciando sus apariciones en la pantalla grande, aunque solían entrevistarla para televisión porque llegó a ser un icono del cine italiano en una de sus épocas de mayor esplendor, los años cincuenta.

No obstante, resulta amargo observarla pasado el tiempo. Con la edad, el físico de la actriz se fue estropeando y poco le ayudó a restablecer su antigua belleza varios operaciones de cirugía estética que la transformaron, si cabe, más en una parodia de lo que fue.

Por eso, resulta natural que prefiera recordarla como la princesa canaria que hizo temblar el corazón de don Hernán y Bentejuí, una mujer que más que princesa casi fue una diosa.

Una diosa del cine italiano.

Una diosa del cine.

(*) En la imagen, Silvana Pampanini y Marcello Mastroianni en Tirma (1954)

Saludos, se ha dicho, desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta