Juan Luis Galiardo… Hubo una vez ‘Guarapo’
Santiago Ríos, que lo dirigió junto a su hermano Teodoro, en Guarapo (1989) recuerda a Juan Luis Galiardo “un actor como la copa de un pino.”
Es una frase hecha, y el cineasta canario es consciente de la frese hecha –informa, no obstante, que se acaba de enterar esta misma mañana del fallecimiento de Galiardo– por lo que recuerda lo que le dijo el actor en cierta ocasión: “en este país para que te tomen en serio tienes que ir dándotelas de importante.”
Juan Luis Galiardo pertenece a esa clase de actores que se conocen como galanes. Intérpretes con notable atractivo físico que, en el caso que nos ocupa, se caracterizó además por un potentísimo vozarrón y unas ganas de vivir minuto a minuto.
Su carrera cinematográfica fue algo irregular, pero se convirtió en uno de esos actores que el espectador reconocía por su imponente físico.
Un físico que lo hace parecer algo arrogante pero que solo destilaba técnicas de actor.
Con el paso de los años Galiardo aún mantenía esa presencia irresistible que él aumentaba “dándoselas de importante.”
Madrigilda, Todos a la cárcel, Familia, Lázaro de Tornes y La chispa de la vida, su último trabajo frente a las cámaras, ponen de manifiesto que, como los buenos vinos, el actor supo envejecer.
Tanto, que antes de ser arrebatado por la muerte continuaba con una frenética actividad que lo llevó a recorrer los escenarios de España.
El año pasado, sin ir más lejos, representaba en Tenerife El avaro de Molière.
Lo suyo, dicen quienes lo conocieron bien, más que el cine fue el teatro.
Santiago Ríos señala que contactaron por casualidad con el actor para que interpretara al personaje que cierra el triángulo a través del cual gira la acción de Guarapo.
“Fue a través de uno de sus hermanos, que en aquel tiempo trabajaba de inspector de Hacienda en Tenerife –evoca– y nosotros pensamos entonces que era perfecto para el papel. Tenía el físico que buscábamos.”
La elección, y a las pruebas me remito, fue la correcta. Y la implicación del actor en esta película, el primer largometraje en la carrera de los Ríos, el que se exigía a un profesional de su altura.
“En la escena de la huida de Guarapo y durante la pelea que mantiene con Luis Suárez, le pusieron tanto realismo que se les escapó más de un golpe que para nada resultaba fingido.”
Santiago Ríos recuerda también que el último día de rodaje con el actor, en la ermita de San Telmo, ”lo tuvimos horas debajo de una motocicleta donde aguantó estoicamente tirado en el suelo hasta que nos dimos cuenta que a producción se le había olvidado al menos darle una almohadilla para que la espera no le resultara tan incómoda.”
¿Hubo quejas?
“No. –asegura Santiago Ríos– Juan Luis Galiardo fue uno de esos actores que, pese a que impusiera, lograba con el trato que se hiciera muy cercano. Aunque amenazaba siempre con comportarse como una estrella. Es decir, exigir cosas raras porque en España, lamentaba, cualquier miembro del equipo de rodaje se puede sentar en tu silla.”
Quizá eso explique su carácter abierto. De actor que no dejaba de trabajar las 24 horas del día. La suerte de verlo declamar en directo o soltar largos monólogos de los clásicos del Siglo de Oro.
“Como me dijo en cierta ocasión –rememora el cineasta– para que te tomen en serio en este país tienes que ir dándotelas de importante.”
(*) En la imagen el actor junto a los hermanos Ríos con motivo del estreno –veinte años después– de Guarapo en el Cine Víctor de la capital tinerfeña el 18 de diciembre de 2008.
Saludos, ¿alguien grita gol en el cuarto de al lado?, desde este lado del ordenador.
Junio 28th, 2012 at 17:03
Grande Galiardo en todo. Ese ser de los billetes de 500 euros en el bolsillo, de la musculatura suprema en forma de cojones y de mala leche, pero también de lágrimas exprimidas con el sudor de su maltrecho pasado y de su gran futuro. La contradicción del ser humano emocionante; el saber vivir de la locura entre nosotros. Las gracias desde aquí.