El viajero insomne: fallece Arturo Maccanti

Arturo Maccanti pese haber nacido en Gran Canaria en 1934 se había convertido en un personaje más de La Laguna, una ciudad que terminó siendo suya y en la que era habitual encontrarlo paseando por sus calles y plazas.

A raíz de la publicación del libro Vivir sobre la vida: poesía reunida (CajaCanarias, 2011) quedé con el poeta para entrevistarlo a propósito de la obra. La cita, no podía ser de otra manera, tenía que ser en La Laguna y en concreto, me especificó por teléfono mientras arreglaba unos asuntos en Santa Cruz de Tenerife, en la sala Conca. Así que  entre cuadros y esculturas comenzamos a charlar sobre su vida, su obra, el mar, la isla e Italia.

Y el tiempo pasaba…

Maccanti no ocultaba su satisfacción por la edición de Vivir sobre la vida, en especial porque reparaba un libro de similares características que años antes había publicado el Ayuntamiento de La Laguna y del que se sentía especialmente molesto.

Un año después, en 2012, leí que el poeta lamentaba haberse quedado fuera del sistema de cobertura social y sin pensión, tras haber trabajado durante 30 años, cinco meses y 25 días. “Una injusticia tan grande que no tengo palabras”.

Tras su muerte, deja, entre otros poemarios, Un viajero insomne, El eco de un eco de un eco del resplandor, San Borondón, El corazón del tiempo, En el tiempo que falta de aquí al día y, si las noticias no son erróneas, poemas inédito en lengua italiana: L´impalpabile sabbia (La impalpable arena).

Desde 1951 residía en Tenerife, periodos que alternaba con viajes a Italia, de cuya literatura fue traductor. Junto a Manuel González Sosa y Antonio García Ysábal puso en marcha la colección editorial La fuente que mana y corre y colaboró con la ya legendaria Editorial Taller de Ediciones JB, que dirigió el también poeta Manuel Padorno.

Al margen de su trayectoria como creador, Maccanti encendió la chispa de la celebración de La Laguna, Ciudad de Poesía, en mayo de 2001, y desde 2002 era miembro de la Academia Canaria de la Lengua. Recibió un  año después el Premio Canarias. Un reconocimiento algo tardío para un hombre que consideraba a los poetas “un viejo incluso cuando es joven… Medita y reflexiona sobre cosas no vividas.”

Saludos, fundimos a negro, desde este lado del ordenador.

4 Responses to “El viajero insomne: fallece Arturo Maccanti”

  1. Iván Cabrera Cartaya Says:

    No voy a hacer un nuevo inventario de los datos biográficos de Arturo Maccanti: otros se han apresurado a hacerlo antes que yo, y quienes apreciábamos al hombre, a quienes nos importaba antes de su muerte, y nos sigue importando su escritura después, los conocemos de sobra y es inútil reiterarlos aquí. Los escritores viven a pesar o ligeramente al margen de sus libros y circunstancias vitales. Tal vez, lo primero que nos llega de un poeta es su voz, y quizá sea esa voz, distinta e irrepetible, su mayor legado. Mi encuentro con la voz poética de Maccanti se remonta a mis años de instituto, cuando tenía quince o dieciséis, y encontré la antología titulada El eco de un eco de un eco del resplandor (1989). El título, extraído de un poema de Vicente Aleixandre, era lo peor del libro. En su interior, esa voz se alzaba y se acercaba, como una mano amiga, cálida y melancólica, como si ya me conociera y me esperase, y con la fuerza y la fragilidad de los sentimientos que nos conciernen a todos, y que comprendemos de una manera luminosa y sintética en la mejor poesía. Como he escrito en otro sitio, además de la educación tal cual la recibimos en casa o en clase, creo que algunos de nosotros se imparte a sí mismo una suerte de educación sentimental, para decirlo con un título de Flaubert, un aprendizaje íntimo donde la poesía puede y debiera tener una función, un entrañable lugar. Creo que Arturo pertenecía a esa estirpe de poetas italianos, Montale (a quien tradujo), Cardarelli, Sandro Penna, Pascoli o Quasimodo, donde tristeza, sensibilidad e instinto se aliaban para componer el poema, y reconstruir una memoria siempre por hacer y matizar. En mis años laguneros como estudiante de Filología, solía encontrarme a Arturo paseando con las manos a la espalda, con su bolso negro a un costado, ensimismado, saludando a los amigos, o compartiendo tertulias en la pizzería La Carrera con José Luis Fajardo y Alberto Pizarro. Quiero recordar y quedarme con la imagen de aquel Arturo risueño que tomaba café en el bar Pedro, en La Concepción; o del que una ya lejana tarde de niebla me hablaba de una casa amplia y hermosa que mirábamos mientras él soñaba con esa posesión: una soledad contemplativa que escucha música y escribe poemas, mirando como cae la tormenta desde una ventana. En los últimos años me encontraba con él durante este mes de septiembre, cuando el jurado del premio de poesía Emeterio Gutiérrez Albelo se reúne en Icod para fallar el certamen. Siempre aprendía muchas cosas conversando con él y, sobre todo, escuchándolo, oyendo su voz, que se abría con esa sencillez cariñosa con que lo contaba todo, sin exagerar ni presumir nada: como la alta luna de aquel poema de Ricardo Reis. Ahora me veo obligado a despedirme del poeta, del amigo, deseando que no sea para siempre y con sus Óxidos (2003) entre las manos, el libro que más me gusta de entre los suyos, al menos aquí, “en el mundo visible”, bajo el “sol morituro”.

  2. Iván Cabrera Cartaya Says:

    Solo tres matizaciones a tu texto, Eduardo, en cuanto a algunos de los títulos de los libros de Arturo: “San Borondón” no es un libro de poemas de Arturo Maccanti, sino unos “pliegos” de poesía cuyo nombre completo era “Pliegos de San Borondón” (1958-1960) que editaba en Gran Canaria el también poeta Manuel González Sosa; uno de aquellos pliegos se le dedicó a la poesía de Arturo, como ocurrió con otros poetas canarios que, por edad, se consideraban poetas de los años 50 o “Generación del medio siglo”. En cuanto a “El corazón del tiempo”, creo que el título del libro era, en realidad, “El corazón en el tiempo” (La fuente que mana y corre, 1963). “Un viajero insomne”, estupendo además, es en realidad “Viajero insomne” (2000), reeditado en 2010 por Artemisa Ediciones dentro de su colección Biblioteca Premios Canarias de Literatura. Un fuerte abrazo y disculpa estas acotaciones hechas solo por ser un poco más precisos.

  3. Iván Cabrera Cartaya Says:

    Es curioso, pero “Viajero insomne” (2000, 2010) es casi el mismo título que le puso a su último libro el gran poeta italiano Sandro Penna: “El viajero insomne” (1977).

  4. admin Says:

    Muchas gracias por tus matizaciones. Un abrazo.

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