La literatura de Marto Pariente es una corriente de aire fresco en un género que, como le pasa a la novela negra y criminal escrita en España, se estaba acomodando. Así que Hierro viejo (Siruela, 2024) tiene aroma de novedad, y novedad de la buena porque tanto el paisaje como los personajes son auténticos, una autenticidad que el autor describe con frases cortas y diálogos que casi parecen navajazos en un escenario que imagino polvoriento y con un nombre que anuncia donde nos vamos a meter: Balanegra. Hierro viejo es una novela que huele a campo. Un western mesetario con un protagonista, Coveiro, de los que llega porque sabe dejar huella.
En la mejor tradición de la novela negra que cultivó Jim Thompson, el universo de Hierro viejo se condensa en un espacio, Balanegra, que tiene mucho de pueblo perdido en la inmensidad de la nada y unos protagonistas, comenzando por Coveiro y terminando por el último e insensato personaje secundario que aparece en el libro, muy redondos. Se trata de una novela dura y violenta que, reitero, siento como una corriente de aire fresco en el género que se escribe en España y también fuera de sus fronteras.
- La acción de la novela transcurre en Balanegra, ¿existe esta localidad?
“Existe. Se trata de un pueblo de la provincia de Almería. Me han de perdonar los paisanos almerienses, pero decidí trasladarlo al centro de la península porque con un nombre así no pude resistirme. Al margen de esto, de la anécdota, la verdad es que su nombre es lo único real del asunto. Suelo ubicar mis tramas en poblaciones ficticias. Determinados temas como lo son la corrupción o el narcotráfico me impiden, por deferencia hacia mis vecinos, utilizar tal o cual pueblo de la comarca. Todo aquello que circunda Balanegra es real, se puede localizar en un mapa, solo los monstruos son reales”.
- Entiendo entonces que Balanegra es algo así como un territorio mítico. Un espacio que le pertenece y del que se sirve en su literatura.
“Sí. Así es, Eduardo. Utilice territorios y escenarios comunes a otras de mis historias… Pero, en esta novela en concreto, me interesó difuminar todavía más los límites, aquello que se puede reconocer y se puede localizar en un mapa. Quise crear, tanto para el personaje principal como para el lector, la impresión de desarraigo, esa sensación que alguna vez hemos sentidos todos al regresar a un lugar querido tras mucho tiempo. Es cuando surge esa pregunta que aparece en la película Choose me: “No sé si soy yo o es la ciudad la que ha cambiado”.
- Estamos ante una novela coral aunque hay un personaje que destaca por encima de otros que es Coveiro, ¿cómo surge este personaje?, ¿está inspirado en alguien?
“Busco personajes principales que no quieren serlo, en esto Coveiro no es una excepción. Siento debilidad por la imperfección, la debilidad, las carencias y los traumas. La ambigüedad y la decadencia. Las férreas convicciones y sus contradicciones. Las amplias creencias de miras estrechas. La maldad, la locura y la exangüe divisoria entre ambos conceptos. La estupidez humana, su ego y sus juegos de espejos. Renuncio al héroe, no a su viaje. A esto hay que sumarle la intención de crear un personaje crepuscular, sin capacidad de redención ante un pasado violento, pero con la intención de dar esa última batalla por una buena causa”.
- ¿Baraja la posibilidad de escribir una precuela con Coveiro?
“Cuestión recurrente, jejeje. Suelen preguntarme por otros de mis personajes, los hermanos Trinidad, Riley, Frank y Eliana, los Bobby. Es un halago, la verdad. Esto quiere decir que los personajes gustan, son verosímiles y la pátina de humanidad está bien trabajada. La verdad es que todavía no me planteo la posibilidad de repetir con ninguno de ellos. Estoy en una etapa de mi aprendizaje como escritor en la que considero que forzarme a seguir creando me puede aportar más. Me obliga a seguir trabajando esta parte creativa de la narración”.
- En la novela los villanos se mueven por una especie de código de honor… Tiene como un aire de western, ¿qué le atrae de este género?
“Me gusta pensar que en esta vida hay que tener un plan aunque sea malo. Mi plan malo en esta ocasión, en esta novela, pasaba por contar una vieja historia en tiempos modernos. Rescatar el western crepuscular (esa última cabalgada hacia el ocaso, ese último atraco a un tren en marcha), pero trabajarlo bajo los códigos de la novela negra actual (algo que por cierto trabajaba muy bien Alexis Ravelo en muchas de sus novelas)”.
- Creo que en sus anteriores historias pasa lo mismo que con Hierro viejo, el paisaje. Tengo, de hecho la sensación de que el paisaje es determinante en este relato.
“Una premisa fundamental que me marco a fuego como escritor es tratar a los lectores como adultos; la ambientación en todas mis novelas (una parte fundamental a la hora de crear historias) se extraen de lugares que conozco de primera mano. Caminos, pueblos y carreteras que he recorrido una y mil veces. Hablo de lo que sé, de lo que conozco. Considero pues, que es lo más honesto de cara a los lectores”.
- ¿Se acoge a la leyenda de pueblo chico, infierno grande?
“Esto es una realidad interesante de explorar. La manida frase de “no es personal, solo son negocios” , en pequeña poblaciones donde todos se conocen, se disipa como el humo de los cigarrillos en el aire. Todo es personal, ese es el negocio”.
-¿Cuáles son sus influencias?
“Oh, muchas. Me gusta mentar a Cormac McCarthy, Ken Bruen, Donald Westlake, George W. Higgins, Jim Thompson, James Crumley, James Sallis y Elmer Mendoza. Pero en esta ocasión me gustaría hacer especial hincapié en mi querido Alexis Ravelo, en la profundidad de sus personajes, en la aridez de sus escenarios y en esa perturbadora manera de contar las cosas, una elegancia literaria que no exime del golpe, de un directo a la mandíbula. Por hablar de otros autores patrios, me influyó la especial maestría de Luis Gutiérrez Maluenda, Joe Álamo, Domingo Villar y Víctor del Árbol”.
- ¿Y cuándo nace en usted la necesidad de contar historias?
“Creo que es la sucesión lógica de las cosas. En mi caso, llegó un momento, tras un buen puñado de buenas lecturas, que la ignorancia y atrevimiento propios de la juventud, me invitaron a creer que sería posible siquiera aproximarme lo más mínimo a los autores que tanto admiraba. No fue así, por supuesto. Pero seguimos trabajando y adquiriendo herramientas para continuar creando historias”.
- ¿Y de decantarse por lo negro y criminal?, ¿qué atractivos tiene para usted el género?
“Es el género que más gusta, más me divierte e inquieta al mismo tiempo; me permite tratar temas y cuestiones universales, aderezarlos con humor y violencia, y ligar todo esto de una manera sencilla con problemas actuales, con la falta de memoria histórica, con los espejos rotos que construyen las democracias modernas”.
- Publica en Siruela.
“Me produce una alegría inmensa. Cuando supe que el cruce de caminos nos deparaba esta historia juntos, me produjo la sensación de orgullo por poder sumarme a un sello de calidad y garantía y, por qué no decirlo, la responsabilidad de publicar en la misma editorial en la que lo hacían dos de mis referentes como eran Domingo Villar y Alexis Ravelo. Todo ello sin olvidarme de grandes compañeros de profesión como Teresa Cardona y Victoria González Torralba entre otros. A esto hay que sumarle, el gran equipo de trabajo de la editorial. Cecilia, Julio, Elena y todas las demás personas que sacan adelante ediciones muy cuidadas y profesionales”.
- Leo que se siente más como un contador de historias que como un literato, ¿por qué?
“Porque considero que mi fuerte reside en la trama, estructura y personajes. No descuido para nada la escritura, pero uno ha de ser consecuente con sus limitaciones para ofrecer narraciones de calidad”.
- ¿Su trabajo en la Guardia Civil ha tenido alguna influencia en su obra?
“Más las vivencias que te proporciona esta singular ocupación que el propio trabajo en sí. Obviamente que otorga conocimientos técnicos muy útiles: véase levantamiento de cadáveres, demarcaciones judiciales o el funcionamiento y los engranajes de un arma de fuego. Esto es bueno para la novela negra y criminal, sin embargo son otro tipo de conocimientos los que más me han servido a la hora de construir la trama y dar la profundidad requerida a los personajes. El duelo ante hechos luctuosos imprevisibles, las relaciones familiares, la locura, la violencia funcional… Este tipo de vivencias”.
- ¿Qué es lo que pretende decir con sus historias?
“Me gusta pensar que mis historias son el reflejo de la falta de memoria. Otros autores queridos y admirados por mí, como Víctor del Árbol, se ocupan de trabajar a brazo partido en sus novelas para que el pasado no caiga en el olvido y, de alguna manera, aprendamos la lección. Yo trato la actualidad como el espejo roto que es, sin dobleces, sin ambages, sin aleccionar. La democracia sin memoria crea monstruos cargados de razones. Amigos, esto es lo que sembramos, esto es lo que toca dejar morir este año”.
- ¿Y qué elementos destacaría de sus personajes?, ¿qué emociones son las que más le interesa explotar?
“La lealtad para con uno mismo, las relaciones de pareja con sus pequeños dramas de andar por casa, el amor incondicional entre hermanos, las deudas pendientes. En Hierro Viejo, por no descarrilar ante la pregunta, quería proponer una historia que no redimiese a Coveiro, el personaje principal, pero quería colocarle en la tesitura de hacer algo bueno por una puñetera vez en su vida. Realidades difíciles de conciliar. Esa era la idea que tenía en mente cuando creé al viejo sepulturero de Balanegra”.
- ¿Volverá a Balanegra?
“Aunque no se llame Balanegra, regreso allí una y otra vez. Es mi páramo particular, infierno a medida donde el desierto más árido lo llevan los propios personajes consigo”.
- En cuanto a estilo, ¿se considera más un escritor de mapas y brújulas, que sabe desde el inicio que va a contar o apuesta más por la improvisación?
“De mapa. La parte creativa referente a trama, estructura y personajes, está creada mucho antes de escribir siquiera la primera palabra. Puedo decir que esta parte del trabajo, me lleva muchísimo más tiempo que la escritura de la novela. Cero improvisación, lo cual no quiere decir que a lo largo del proceso, no se encuentre uno piedras en el camino”.
- La última es inevitable además de socorrida: ¿Trabaja en una nueva novela?
“Sí. No quiero adelantar nada, pero me encuentro en ese periodo de contarme la historia una y otra vez. Estoy en esa fase en la que me cuesta convencer a mi mujer de que cuando estoy mirando por la ventana, estoy trabajando”.
Saludos, se coinversó, desde este lado del ordenador