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El último alzado, una novela sobre la Guerra Civil en La Palma de Guadalupe González Taño

Miércoles, Noviembre 22nd, 2023

Hasta hace muy poco la literatura que se escribe en Canarias había abandonado (quiero pensar que con penosa resignación) la repercusión que tuvo la Guerra Civil española en un territorio fragmentado y en el que no hubo apenas tiempo para responder al golpe de Estado propiciado por el ejército rebelde al gobierno legítimo de la II República.

Salvo títulos ya emblemáticos como El barranco, La prisión de Fyffes y Luchar por algo digno, de Nivaria Tejera, José Antonio Rial y Pedro Víctor Debrigode y memorias dispersas, ha comenzado en los últimos años a publicarse varias novelas y cuentos también cuya acción se desarrollan en esos días aciagos para España como Canarias. Algunos de ellos, la mayoría, menores por su incapacidad de observar aquellos tiempos de odio con una mirada que nos permita entender nuestro presente y otros por una necesidad de hacer justicia sobre un pasado que todavía sigue muy vivo en la olvidadiza memoria de los nietos y de los hijos de los nietos. Muchos de los cuales siguen pensando que aquella guerra fratricida todavía pasa factura y genera encendidos debates sin que la mayoría de las partes (de un lado como del otro) se atreva a pedir perdón, lo que demuestra que como sociedad no hemos avanzado demasiado a la que en 1936 dio por perdido el debate político por la palabra para apostar por el siniestro lenguaje de las pistolas.

El caso es que toda familia de este país cuenta con unos o varios muertos provocados por aquella guerra maldita y que esos muertos para nuestra desgracia reviven cada cierto tiempo para echárselos a la cara a los que defienden a los militares y civiles que se levantaron en armas aquel 18 de julio como a los militares y civiles que prefirieron seguir siendo leales a una II República que tanto las derechas como las izquierdas torpedearon cuando nació un día de primavera de 1931 y que prometía tantas cosas menos una guerra.

Acabo de leer con mucha interés y atención El último alzado (colección Memoria histórica, Ediciones Idea, 2023), de Guadalupe González Taño y las reacciones que me ha generado esta lectura son desconcertantes. Por un lado, porque no he podido dejar de leer sus más de 300 páginas y, por otro, porque se trata de una historia real (que entiendo se permite alguna licencia histórica), inspirada en la propia familia de la escritora.

Digo poco si digo que concluido el libro todavía tengo la piel de gallina, erizada por la emoción. Y todo porque basada en hechos reales, se nota, se aprecia, que el libro está escrito desde muy adentro y que muchas de las páginas no tuvieron que resultarle muy fáciles a la escritora durante la redacción de la novela. ¿Novela? Novela, digámoslo con todas las letras. Novela de no ficción si quieren pero novela al fin y al cabo.

El último alzado cuenta en su parte final con una bibliografía y fotografías de algunos de los protagonistas de esta historia que se inicia en 1904, aunque incluye una introducción que se desarrolla en 1975 y concluye en 1954, un amplio arco temporal en el que se mueve con oficio González Taño (lo que llama la atención porque se trata si no me equivoco de su primer libro), cronología que le da oportunidad para narrar la vida de sus protagonistas desde que eran jóvenes y vivían felices en Garafía, hasta su posicionamiento de izquierdas cuando irrumpe esa II República que vino para quedarse pero que no supo como mantenerse entre la inquina y la insidia de unos y de otros.

El título ya lo avisa, se trata de la historia de El último alzado, que no lo fue pero que da igual. Y de cómo el veneno de la guerra se filtró en una tierra que derramó durante aquellos años en el mar cualquier atisbo de paz, de concordia, de reconocimiento entre vecinos que hasta ayer se saludaban por la calle.

El libro está escrito sin artificios, no hay afán de experimentalismos (a lo más que llega la autora es a identificar a los narradores que en primera persona cuentan esta historia) y es precisamente este estilo parco, casi crudo lo que le da mayor fuerza narrativa a la obra. Un libro en el que hay buenos, en todas las historias familiares siempre hay buenos y malos, que también pululan en todas las historias familiares, pero sobre todo palpita por usar un verbo que evoca –redobles de tambor– una autenticidad, de cuento contado por alguien al que le han contado un millón de veces esta misma historia que no es otra cosa que una historia familiar de “nuestra” Guerra Civil. Y es ese tono de historia familiar uno de los grandes aciertos de una novela (El último alzado lo es, una novela) que en mi caso supo tocarme el corazón. Es lo que me pasa con algunos libros que me hablan de aquella desgraciada guerra que unos pocos de ambos lados se empeñan en resucitar en unos tiempos actuales que, como los que vivimos, me obligan a pensar que como país apenas hemos avanzado lo que se dice moralmente. Que no hemos aprendido la lección de que hablando se entiende la gente.

El último alzado cuenta con páginas muy descriptivas y bellas de nuestro personaje, Antonio González Cabrera, escondido en los montes de Garafía huyendo primero de falangistas y más tarde de los soldados. Y da una visión resumida y para todos los públicos de lo que significó la Semana Roja (que sirvió también de escenario para la novela Los milagros prohibidos, de Alexis Ravelo) y la represión que vino después… Es una historia sembrada de héroes, sí, pero de héroes de carne y hueso. Humanos, creíbles y por lo tanto tan cercanos que parecen que están inspirados en los muertos que también hay en mi familia provocados en aquella gran tragedia española.

Finalmente, me gustaría destacar la portada del libro, de este El último alzado, y de quien la firma, Elías Taño.

Saludos, over the rainbow, desde este lado del ordenador

Susana Martín Gijón: “Quiero dar voz a la mayoría social, que nos metamos en su piel”

Martes, Noviembre 21st, 2023

Reproducimos una entrevista realizada a la escritora Susana Martín Gijón que firma la periodista Cora Cedrés.

Dice la crítica que Susana Martín Gijón, reconocida escritora de género negro, ha dado un triple salto mortal con La Babilonia, 1580 (Alfaguara, 2023), calificada como la novela más ambiciosa de su rica trayectoria. Con esta novela y todo el bagaje que le da su recorrido, la escritora extremeña reflexionó el sábado 4 de noviembre, en la Casa de la Cultura de Tacoronte, sobre literatura, historia, género negro en el Festival de Novela Histórica Ciudad de Tacoronte.

En la Sevilla de 1580, la ciudad del Guadalquivir vive su momento de máximo esplendor como capital del comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo, por la actividad de la Flota de Indias. Dos mujeres protagonizan esta historia, Damiana y sor Catalina, que fueron amigas en la infancia y se verán unidas de nuevo para investigar un brutal asesinato, una labor en la que pondrán en peligro sus propias vidas y el secreto mejor guardado de la Corona.

 - Seguro que está cansada de escucharlo, pero es obligado preguntar cómo decide dar el salto a la novela histórica, con el largo y fructífero recorrido que tiene en el género negro, porque esta novela combina los dos géneros, o, puestos a poner etiquetas, ¿es “negra-histórica”?  

“ Le han puesto todo tipo de etiquetas. No suele haber una novela pura. Yo creo que esta novela es histórica; por supuesto, es novela negra, también se van a encontrar con thriller, porque tiene todos esos elementos de capítulos cortos, giros de guion, finales en alto, para hacerla muy adictiva; es también una novela de aventuras, incluso la han calificado de novela picaresca o nueva picaresca. Lo importante es que disfruten y que se lo pasen bien con ella.

Creo que por supuesto, tiene todos los esos elementos de la novela negra que yo tengo ya tan pulidos, con diez novelas publicadas a las espaldas, pero, bueno, en cuanto a la decisión, es porque, como autores, necesitamos enfrentarnos a nuevos retos. Yo siempre he sido muy lectora de novela histórica, además de novela negra y, después de toda esta serie de libros, y en concreto los tres últimos de la inspectora Camino Vargas, sentía que me apetecía ese cambio. Entonces, me atrevo por fin, sabiendo lo que conlleva, todo ese proceso muchísimo más exigente de estudio, de investigación y de documentación. Y me voy a mi escenario habitual, que es Sevilla”.

 - ¿Por qué 1580?

“Para mí es el momento más interesante de la ciudad, de máximo esplendor porque era capital comercial neurálgica del Viejo y el Nuevo Mundo, todo, todo en el Nuevo, en el Viejo Mundo pasaba por Sevilla. En ese momento, la ciudad ha crecido en riqueza y muchísimo en población, con gente que iba hasta Sevilla para lograr un pasaje para una vida mejor y se quedaban ahí de forma indefinida, acampados en el arenal. Es insostenible por muchos motivos y me parecía que también, para esos elementos de novela negra que incorpora, era un aliciente, aglutinaba todo el esplendor, pero también la miseria, las desigualdades y ese mundo en el que yo también me quería introducir”.

 - No se trata de una novela histórica de evasión, sino que hace una reflexión sobre la cuestión social, un análisis crítico que evidencia la oscuridad que puede haber en un sistema social, ¿no?

 “Totalmente, yo lo que hago, tanto con la novela más actual como con esta histórica, es un retrato social. Además, en este caso hay algo que a mí también me motivaba a la hora de narrar esta etapa histórica, que era irme a la gran mayoría social, la de los desheredados y desheredadas. Las mujeres van a tener un protagonismo importante en la historia. No quería irme a la Corte, a la Corona y todo su entorno, no a las élites, en definitiva, que es una minoría, pero es lo que tendemos a encontrar de forma muy habitual en la ficción histórica. Yo quiero irme a esa mayoría social y darles voz y que nos metamos en su piel; por supuesto, a base de conocer la historia, y vamos a ver mejor dónde estábamos y todos esos lastres que nos persiguen a día de hoy: la violencia feroz de la época, la corrupción, la hipocresía, la desigualdad y, por supuesto, la desigualdad atroz entre mujeres y hombres. Todo eso que se va a ver claramente en esa etapa y en la novela, lo seguimos arrastrando, por lo tanto, sirve muy bien para comprender mejor de dónde venimos, que parece un tópico, pero es que es realmente así, nos hacemos mucho más conscientes y reflexionamos sobre ello. Entonces, por supuesto que puede una novela histórica servir para la reflexión”. 

- Otra cosa que también parece un tópico, que es necesario mencionar, es el que hecho de que ser escritora le ofrece una perspectiva sobre esas desigualdades que afectan a las mujeres mayor que si fuera un escritor, ¿no?

 “Creo que más que el que sea hombre o mujer, es la sensibilidad y la empatía que se tenga. Creo que una de las virtudes o de las habilidades más importantes de un escritor es precisamente la de la empatía, la de saber ponerse en el lugar del otro. Yo igual me pongo en la piel de un animal o de un asesino en serie o de cualquier tipo de hombre o de mujer de diferente clase social, pero sí es cierto que veo que hay una deuda histórica con las mujeres, que se han invisibilizado absolutamente en esa historia que nos han contado. En la novela negra clásica está muy descompensado el protagonismo que se da al hombre con el que se da las mujeres, que es mucho más secundario, estereotipado. Por suerte, esto está cambiando, se está igualando un poco, aunque aún queda por hacer, pero si así nos vamos a la histórica, y más al siglo XVI, es que parece que las mujeres no existían, cuando eran, igual que ahora, la mitad de la población. Así que aquí sí está, hay hombres y hay mujeres y hay mujeres, como es el caso de Damiana, que tienen un protagonismo muy importante en la historia”.

- La Babilonia del título parece que es Sevilla, pero es un prostíbulo.

“Me refiero a Sevilla, pero sí también es el nombre de la botica de la casilla donde ejerce una de las protagonistas. La Babilonia es como llamaban los grandes literatos de la época a Sevilla, esa gran Babilonia de España, por todo lo que representaba, de opulencia, boato, esplendor, pero también de vida pecaminosa, de pillaje… Está todo contenido ahí. Es cierto que, dentro del compás de la laguna, de esa mancebía sevillana, ese prostíbulo legal de la ciudad, hay una de las casillas donde vende su cuerpo la protagonista. Este nombre es ficción, no se llamaba así. He querido llamarla también la Babilonia, porque resume todo. Es una botica muy cotizada, donde va gente de mucho prestigio, pero donde también está toda la miseria, el pecado, esa vida pecaminosa que está contenida en la expresión de lo que representaba la ciudad de la época”.

 - ¿Cómo era vivir en la Sevilla de esa época? ¿Qué hacía diferente a la ciudad en España y en Europa?
 
“Al tener el monopolio del comercio de las Indias, todas las flotas de Indias tenían que pasar obligatoriamente por el puerto de Sevilla, con ese convoy que entraba y salía dos veces al año. Se descargaba todo el oro y toda la plata y el resto de mercancías y de riquezas. Esa población se enriqueció exponencialmente y dio a la ciudad muchísimo. Yo me pregunto si toda esa desigualdad que hay a día de hoy en Sevilla, que es la ciudad con más barrios desiguales de España, no trae causa también en todo aquello, porque la ciudad se ha enriquecido muchísimo, pero también se generó un enorme escalón social y desigualdad. Era apasionante vivir allí, si tenías ciertos recursos. Si no, estabas fastidiado. Dentro de la península, era el lugar más fascinante. Luego tenemos Canarias, que también vivieron mucho de este comercio de Indias, porque ahí paraban a hacer aguada, a cargar mercancías, en diferentes islas.  Canarias también tiene su papel en la trama, porque nos vamos a ir en uno de esos galeones, con esa flota, y una parte de la trama se desarrolla en Garachico, también una ciudad que se hizo riquísima”. 



- Entiendo que una parte importante de los retos que se afronta al dar ese salto a la novela histórica es, precisamente, el de la documentación, ¿verdad? 

“Sí, en ese sentido he sido muy rigurosa. Me parece esencial un ejercicio de honestidad con los lectores, sobre todo el conocer yo la época todo lo mejor posible, estudiarla e interiorizarla cuanto esté en mi mano y luego, si hay algo que, por la acción, se considera importante ficcionar, en mi caso lo que hago es hacerlo saber a los lectores en una nota final. Esto exige muchísimo trabajo, primero de estudio, de lectura de textos de la época, de crónicas… en archivos, en librerías de viejo he encontrado verdaderos tesoros y también contar con el criterio experto de profesores y profesoras de universidad, especializados en los distintos contextos de esa época y que, por suerte, siempre son muy generosos a la hora de aportarte su saber y de decirte si estás metiendo un gazapo o vas por buen camino.

Luego, estuve viviendo específicamente en Sevilla durante medio año para buscar todo esto y para estar in situ, me llegué a enrolar en una réplica de un galeón, armado, como el de la novela. Esto fue un regalo para mí, yo no sabía que existían réplicas navegando por el mundo. Hice un trayecto de cinco días con ellos, desde Vigo a Bermeo, y tuve la oportunidad de dormir allí, de ayudarles a arriar velas, de marearme como solo se marea en un galeón, de oír crujir la madera por la noche… Es duro, pero, ayuda muchísimo a la hora de trasladar a los lectores esta experiencia sensorial”.

 - El otro reto que se afronta al escribir una novela histórica es evitar hacer un juicio desde el presente. ¿Cómo lo hizo?

 “Sí, eso es todo un reto, porque vivimos en el presente, por mucho que yo me haya querido documentar y meter en esa máquina del tiempo, incluso metiéndome en el galeón, al final vivimos en la época que vivimos y es complicado no saber cuándo estamos proyectando, pero bueno, en todo caso el ejercicio es ponerse en la piel de esas personas, que, además, era mi motivación. En el caso, por ejemplo, de Damiana, que era una mujer que vendía su cuerpo en la mancebía sevillana, nos han llegado muchas referencias por literatos que iban allí y después nos lo contaban, pero nunca hemos tenido la oportunidad, que a mí me conste, de saber precisamente en boca de esas mujeres, cómo era esa vida suya. Lo que yo quiero es que nos pongamos en esa piel, me parece mucho más interesante. Una niña huérfana que no ha tenido recursos, que se ha buscado la vida como ha podido y se ha ido curtiendo –cada día es un desafío para la supervivencia–, me parece que es mucho más interesante y mucho más novelable, además de restituir esa deuda de la que hablábamos. Tiene mucho más que decir que un noble al que se lo han dado siempre todo y, para mí, mi ejercicio y mi trabajo es intentar ser ella, transforme en ella, hablar por su propia boca, digamos. Ahora ya que juzguen quienes lean, pero también lo juzgarán desde el presente, porque al final son las herramientas que tenemos”.

FIRMA FOTOS: Andrea Gil

Saludos, danke, desde este lado del ordenador

Santiago Castellanos y su visión del mundo godo

Lunes, Noviembre 20th, 2023

“Para un creador literario, la época visigoda es apasionante”, aseguró el historiador y escritor de novela histórica Santiago Castellanos en Tacoronte Histórica. Castellanos acudió a la tercera edición del Festival de Novela Histórica Ciudad de Tacoronte para presentar su libro Rey de los godos (Edhasa, 2023), con la que, según la crítica, se consagra entre los grandes del género de la narrativa histórica en España.

 “Es apasionante” … dijo Castellanos como escritor, mientras que el historiador situó con precisión: “Estamos hablando de una época trascendental, cuando el Reino de Visigodo de Hispania empieza realmente a fortalecerse y ocupar casi toda la Península Ibérica. En realidad, toda esta época es lo que viene después de Roma, en el conjunto de Europa y el Mediterráneo. Es un mundo de cambios tan profundos que van a modificar el mapa de todo el mundo occidental hasta ese momento”.

 “Los godos son muy pocos en términos demográficos. Es una minoría absoluta, desde el punto de vista de la población que había en Hispania en esos momentos, y, sin embargo, fueron capaces de construir un sistema y lo consiguieron en un sistema fundamentalmente militar, los godos funcionan con un cerebro militar. Hacer esto es difícil, pero los godos lo consiguieron, aunque, nosotros, desde el presente, sabemos que todo esto se disolvería como un azucarillo en el siglo octavo”. La novela se ambienta en esa época, es producto de esa época y quiere trasladar a los lectores todo ese mundo a través de la tragedia personal del protagonista.

“Esta época es apasionante para un novelista porque es cuando todo el juego se está jugando. La partida se está jugando y es muy importante porque las piezas que habían formado parte del juego anterior ya se han repartido durante varios siglos y, sin embargo, hay poderes que se resisten a dejar de jugar. Este es el hilo conductor de mi novela: los poderes tradicionales que vienen del mundo romano están jugando una partida que saben que es importante y el protagonista de mi novela, Sergio, forma parte de esa partida”, apuntó.

Sergio fue un niño abandonado en el monasterio de Santa Eulalia, en la ciudad de Emérita natal, el fenómeno de la exposición de niños era algo común en Roma y en el mundo antiguo. Fue un niño abandonado ya relativamente crecido, casi un adolescente. Al mirar hacia atrás desde el Toledo del siglo VII, Sergio recorre los hechos que ha vivido:  el asesinato de Agila, las guerras civiles, las querellas religiosas, el ascenso al trono de Leovigildo y la formación del reino godo en Hispania. En medio de estos hechos, el protagonista se ve obligado a tomar decisiones. Verse obligado a elegir significa para su protagonista, según el escritor, preguntarse “¿qué inocencias pierde? No las pierde todas, pero sí algunas de las más importantes”, detalló el novelista.

 Aunque para los lectores, los dilemas de Sergio lo hagan parecer un hombre actual, él es “más romano que el río Tíber”. Lo que ocurre es que, al contar sus memorias, Sergio aborda algo “tan humano como atemporal… hasta dónde estamos dispuestos a apostar nuestra vida –dijo, preguntando al público–: ¿qué estamos dispuestos a perder… por una carrera profesional, por una ambición política o literaria? Ese es el tema de mi novela, que no es el de la Hispania visigoda”.

 “El proceso creativo es muy duro y, en mi caso, además, cuando uno es profesor de Historia de Roma, es más duro en el sentido de que uno tiene que desdoblarse, en cierto modo. Hay una cierta esquizofrenia cultural o intelectual”, dijo Castellanos.

Castellanos aseguró que “hay un vaso comunicante entre la ciencia y la literatura”, lo que, a su juicio, explica que en estos momentos haya más narrativa de creación en la que se recogen los avances realizados por la investigación histórica respecto al periodo de la sustitución del Imperio Romano por los nuevos reinos de los pueblos bárbaros: “yo creo que hay un trasvase; en los últimos 30 o años la ciencia ha dado un vuelco a lo que se sabía sobre esta época, no solo en Hispania, sino también en el resto de Europa. Entonces, antes no podía haber esa expresión literaria, porque la literatura, igual que el cine, es hija de su mundo. La ciencia no había planteado nuevas preguntas, nuevos interrogantes”.

Rey de los godos es una simbiosis perfecta entre historia y literatura en la vida de su protagonista, Sergio, permite conocer los convulsos tiempos que decidieron el futuro de lo que había sido la Hispania romana, una tierra peligrosa en la que imperan el caos y la batalla, donde las ambiciones y el ansia por el poder chocan con el amor y las pasiones.

Santiago Castellanos (Logroño, 1971) es profesor titular de Historia Antigua en la Universidad de León. Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, ha sido Visiting Scholar invitado en la Universidad de Oxford y profesor de investigación por la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos. Como historiador, ha dirigido varios proyectos de investigación del Ministerio de Educación y del de Economía, analizando los cambios en el ocaso del Imperio romano y la Hispania visigoda; ha publicado en revistas científicas, como Journal of Early Christian Studies, Early Medieval Europe o Historical Research, entre otras, ha impartido decenas de conferencias en diversos países del mundo y es autor de capítulos en obras colectivas en algunas de las editoriales internacionales más relevantes.

Entre sus ensayos, cabe mencionar En el final de Roma (Marcial Pons, 2013), Constantino. Crear un emperador (Sílex, 2010) o Los godos y la cruz (Alianza Editorial, 2007), sobre la conversión del reino visigodo al catolicismo. Sus últimos libros académicos son Los visigodos (Síntesis, Madrid, 2018), Diocleciano y la Gran Persecución (RBA-Gredos, 2018, con edición en Italia, 2019), y The Visigothic Kingdom in Iberia (University of Pennsylvania Press, 2020). Su dedicación a la novela histórica ha dado como fruto obras como Gothia. Muerte en Barcinona o El libro de los crímenes (todas ellas, en Ediciones B). Rey de los godos es su última novela.

Saludos, qué noche la de aquel día, desde este lado del ordenador

El secreto de la indiana, una novela de Jorge Laguna

Jueves, Noviembre 16th, 2023

Jorge Laguna procede del mundo de la comunicación y del guión de cine, algunas de cuyas herramientas le sirven en su primera novela, El secreto de la indiana (Suma de Letras, 2023), título que presentó en la Feria del Libro de Tenerife con una sobresaliente respuesta de público. Su libro mantiene una tensión ascendente, mezcla además y con oficio varios géneros.

La historia se desarrolla en La Palma en 1876 y se ambienta en el mundo del tabaco. Por ahí aparecen masones, a los que no trata demasiado bien el autor al señalarlos como uno de los poderes fácticos que dominan la isla y le hacen la vida imposible a los protagonistas. De lejos suenan ecos como la esclavitud y Cuba, la perla del Caribe que en aquellos años continuaba siendo española.

La novela juega también para dar densidad a la acción y a la historia, una historia trufada de secretos y traiciones. Traiciones que pese a que lo avise el título no se trata solo del secreto que guarda la indiana y que desencadenará los hitos que van a suceder en las más de quinientas páginas que regularizan el libro. Libro que aborda también formas de entender el sexo que estaban en aquellos años muy satanizadas por la sociedad como la homosexualidad.

No son de todas formas estos elementos (masones, esclavitud, homosexualidad) prioritarios en el relato pero sí que son determinantes para abrir y cerrar algunas de las tensiones que se cuentan a lo largo de una novela que atrapa porque invita a continuar su lectura con el fin de averiguar por qué la protagonista actúa así; por qué lo hacen los hermanos (gemelos) y otros personajes que, en segundo plano, juegan también un importante rol protagónico como Rafaela, trabajadora de la fábrica de tabacos La indiana que es uno de los escenarios donde se desarrolla con mayor profusión un libro que se inclina más por las tramas paralelas y los cruces de historias que parecen que no van a terminar en ningún sitio aunque terminan. Y cómo.

Se agradece la documentación que respalda la obra y sobre todo los elementos que va diseminando Jorge Laguna a lo largo de la obra sobre todo en explicar en qué consistía la industria del tabaco. El escritor describe con pinceladas la sociedad palmera y en concreto la de Santa Cruz de La Palma de aquel tiempo y sabe dar vigor a los personajes de una historia que como todas las historias (sean buenas o malas) hablan al final de lo mismo: el amor.

El amor es la maquinaria que mueve al mundo. Ese engranaje que hace que pese a que todas las épocas sean iguales, gracias a ello y a ella podamos soportarlas o soportarlos. La idea no la saco de la novela de Jorge Laguna sino de una película de viajes en el tiempo hoy prácticamente olvidada pero que recomendaría a todos aquellos que disfrutan con la posibilidad de avanzar o retroceder: Los pasajeros del tiempo (Nicholas Meyer, 1979), filme en el se contaba el enfrentamiento entre el escritor H.G. Wells contra el mismísimo Jack, el destripador.

El amor como elemento que hace que soportemos las grandezas como las vilezas de la existencia es el combo que hace que se mueva El secreto de la indiana, novela para la que parece que no existe la palabra desaliento porque capítulo que se va y capítulo que viene guarda dentro una semilla que obliga a pasar las páginas.

Respecto a la ambientación, El secreto de la indiana se lee muy bien y las páginas se suceden sin que uno apenas se de cuenta. Está escrita sin algaradas ni entusiasmos experimentales, lo que se agradece en este tipo de literatura, una literatura que busca más allá de otras cosas el entretenimiento sin tomarle el pelo al lector.

Pasan muchas cosas en la novela, como el enfrentamiento de los hermanos, la aparición y el empoderamiento que acaba por asumir la indiana, que se convierte en socia de estos para relanzar la empresa familiar aportando sus conocimientos del tabaco en la isla de Cuba, así como el agobio que supone mantener secretos celosamente guardados en una isla donde tarde o temprano se sabe todo.

En la novela, de La Palma se viaja al Santa Cruz de Tenerife de aquellos años y de ahí a una La Laguna probablemente un poco más señorial y beata que la de ahora. No hay vocación por parte de Jorge Laguna, sin embargo, de analizar con ojo demasiado crítico las características de una sociedad, la palmera y la canaria en general de aquellos años, muy encerrada en sí misma. Y tan miedosa a las ideas de progreso que venían de afuera y que penetraban en las islas a través de sus puertos.

Todos los cabos sueltos que se van desplegando a lo largo de la novela son finalmente resueltos así que tras conocer El secreto de la indiana y otros misterios que tienen solución solo cabe destacar que la última página hará sonreír a los nacidos y/o residentes de estas islas ya que tras el drama y la ruina se avista una posibilidad de futuro que lleva a los protagonistas a comenzar un nuevo negocio que será a la postre mucho más productivo que el tabaco palmero.

Saludos, puro humo, desde este lado del ordenador

De Damsel, lo último de Juan Carlos Fresnadillo, a Canarias en corto regresa de entre los muertos y algo así como Érase una vez en Canarias

Miércoles, Noviembre 15th, 2023

EL TRÁILER DE DAMSEL, LO ÚLTIMO DE FRESNADILLO

Veo el tráiler de Damsel, una nueva película de Juan Carlos Fresnadillo para Netflix y me quedo con muchas ganas por ver esta fantasía de capa y espada en la que parece que un dragón anda por ahí. El filme está protagonizado por Millie Bobby Brown, Nick Robinson, Angela Bassett, Robin Wright, Ricky Guillart, Ray Winstone, Brooke Carter y Shohreh Aghdashloo y se estrenará en la plataforma de streaming Netflix en 2024. Muchísimas ganas por verla y disfrutarla.

VUELVE, TRAS TRES EDICIONES ‘PERDIDAS’, EL CATÁLOGO CANARIAS EN CORTO

Una buena noticia tras tres ediciones sin haber sido vistas porque nunca se exhibieron para el público. Me refiero al catálogo Canarias en Corto, que anuncia el estreno de las siete películas seleccionadas del 2022 para el 27 y el 29 de noviembre y a partir de las 18,30 en el Espacio La Granja, en Santa Cruz de Tenerife y el teatro Guiniguada, en la capital grancaria.

Los trabajos son Aitana, de María Alberti; Circe, de María Abenia; Las invasiones biológicas. El caso del Ovis orientalis musimon en la isla de Tenerife: El último muflón, de Shira Ukrainit y Omar Razzak; En un segundo, de Pablo Fajardo; Daida back to the Ocean, de Pablo Ramírez; Visionado, de Manuel Román y Cloro, de Pablo Borges.

La selección estuvo a cargo de un comité integrado por gente que conocen muy bien en su casa como Andreea Alexandra Pătru, programadora, crítica de cine y gestora cultural; Mariona Borrull Zapata, que realiza crítica de cine y se desempeña en la programación y en la locución radiofónica; y Víctor Lamadrid Hernández, responsable de Cantabria Film Commission y del catálogo de cortometrajes Cantabria en Corto.

UN CUENTITO DE HADAS CON ACENTO DE AQUÍ

Vemos Érase una vez en Canarias, de Armando Ravelo, que escribe y dirige una de esas películas que nunca entrarán en el catálogo porque no es cine de qualité y sí de entretenimiento. Y pese a que me enoje que la cinta abuse del sentimiento facilón y que la historia no resulte creíble hay que darse cuenta mientras se ve que se trata precisamente de un cuentito de hadas, de una historia clásica, de aquellas que comenzaban con el famoso érase una vez… que ya han glorificado en el cine ilustres precedentes como Sergio Leone y Quentin Tarantino, solo que estos dos últimos con un significativo sentido de la violencia. Y violenta no es esta nueva incursión de Ravelo en el cine sino un relato, ya se dijo, que pinta un archipiélago mágico y de colores. Destaco, por cierto, el trabajo actoral de Mingo Ruano y Yanely Hernández.

Saludos, eoooo, desde este lado del ordenador

Miguel de León: “Los ejes centrales de mis novelas son el amor, la libertad y la naturaleza del alma”

Martes, Noviembre 14th, 2023

A Miguel de León (Santa Cruz de Tenerife, 1956) le acompaña en el camino “aquel niño enfurruñado que quería escribir”, así que lo que comenzó siendo un sueño acariciado durante largas jornadas en las que trabajaba para vivir, se convirtió en realidad porque supo aprovechar uno de esos días en los que estás en el sitio y en el momento adecuado para que los astros conspiren en tu favor. Es decir, que te llamen de una editorial del fuste de Plaza y Janés y comunique –así fue su caso– que publicarían Los amores perdidos.

Ocho años después, Plaza y Janés publica un nuevo libro de Miguel de León. Se titula Almas en el páramo y se trata de “una saga familiar plagada de amores imposibles y dramas irreconciliables que se entremezclan con unos crímenes devastadores y aparentemente irresolubles”.

- ¿Cuándo se despierta en usted las ganas por escribir?

“En la adolescencia, cuando me pregunté por primera vez qué me gustaría ser en la vida, me dije que quería ser escritor. Lo dije en voz alta y provoqué la burla. Después sólo lo supieron algunas personas muy señaladas a las que les hice la confesión casi con vergüenza, como quién arrastrara la carga de haber cometido un delito. Por dentro me superaban la avidez por encontrar más y más historias y un vicio morboso por cambiarlas. De adulto descubrí que ese era el síntoma más elocuente del impulso que lleva a escribir. Por supuesto, hice muchísimos intentos sobre hojas de papel que no resistían la primera lectura pasados unos días y terminaban en la basura, picadas muy menudito”.

- Su relación con Plaza y Janés comienza con la publicación de Los amores perdidos, ¿cómo se produce este encuentro?

“Fue una absoluta sorpresa. Para los amigos había impreso una versión de la novela, todavía muy mejorable, a la que titulé Ecos del silencio. Animado por la acogida, toqué muchas puertas, todas cerradas. En un último intento sin esperanza, llamé por teléfono a Penguin Random House donde una joven recién incorporada a la plantilla me pidió que le enviara la novela en un archivo. Me dijo que tardarían tres meses en evaluarla y que tal vez no me responderían si la desestimaban. Antes de una semana, esa joven que hoy es editora del grupo editorial, me llamó para felicitarme por la novela y me dijo que la había propuesto. Tardaron unos meses en darme la respuesta definitiva, pero lo hicieron con elogios. Para alguien que había soñado con ser escritor desde niño, publicar con una gran editorial fue como entrar en el paraíso. Gustó al público y a la crítica. Los amores perdidos es hoy la experiencia más intensa de mi vida”.

- Almas en el páramo se desarrolla en una ciudad de su invención, ¿por qué?

“ De los materiales literarios, el del tiempo y el espacio es el que más veces señalan algunos lectores, pero tan espacio y tiempo son los que se hacen explícitos con datos precisos como los que se ocultan o sólo se insinúan, y todos son legítimos por igual. Algunos sientes frustración si no se les dice la hora y el minuto exacto en que suceden los hechos que se relatan, pero eso las más de las veces es irrelevante. El territorio literario es el de la imaginación, mágico, poblado de fantasmas, ilusorio, pero en su contexto es siempre más auténtico que el real. Los grandes maestros nos lo enseñaron. ¿Cuál es el espacio y el tiempo de El Quijote? Nos dice Cervantes que fue “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiere acordarse” y que “no ha mucho que vivía un hidalgo caballero”. En una sola frase nos dice que el espacio y el tiempo poco importan para lo que va a contar, pero ya nos ha metido de lleno en el saco de su narración. De igual forma, en Cien años de soledad nos dice García Márquez que “Mucho tiempo después “el coronel Aureliano Buendía había de recordar la tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. De nuevo ese artificio por el que el autor nos saca de este mundo y nos mete de lleno en el suyo. No nos dice cuándo fue y tampoco nos dice nada del sitio, excepto que lo llamará Macondo.
Los ejes centrales de las novelas que he publicado son el amor y la libertad y la naturaleza del alma. Los dos temas son universales y eternos. A las historias que lo desarrollan conviene cierta ingravidez, un tanto de indefinición. Es así incluso en Los amores perdidos, que es una novela canaria, escrita en homenaje a los canarios de todas las islas y con gran intención costumbrista. En ella, el Terrero es un pueblo imaginario y la isla es la suma de todas las islas, por tanto es también es imaginaria. En Almas en el páramo, la que acaba de salir, necesitaba extremar esa indefinición con una atmósfera atemporal en una ciudad imaginaria. Creo que ha gustado a los lectores”.

- ¿Por qué Los amores perdidos como Almas en el páramo tratan sobre el paso del tiempo?

“Porque esos temas centrales sobre los que orbitan los relatos, son trascendentes en las vidas humanas. Para contarlos necesito la perspectiva completa de las vidas de los personajes. Pero no sólo por eso sino porque también me obliga el desarrollo de los personajes. De ellos necesito saberlo todo antes de ponerme a escribir. Cuando llego a conocerlos es muy difícil que no haya encontrado viñetas de sus vidas, que a veces se resisten a abandonar las páginas y quedan en el texto final. Aunque otras viñetas no aparecen porque de lo contrario me saldrían novelas de mil páginas”.

- Las relaciones sentimentales son un tema también recurrente en sus libros.

“No se me ocurre una buena historia que no vaya acompañada de una historia de amor. Al desnudar a un personajes para mostrarlo al lector, necesito responder muchas preguntas: cuáles son sus deseos más íntimos, qué lo obsesiona, qué quiere conseguir, qué es lo que aborrece, qué ama y a quién ama. En Los amores perdidos el tema central es todo lo que entregamos por amor, la parte de renuncia a nosotros mismos que damos sin esperar nada a cambio y que, sabemos auténtica, porque la damos en silencio. Las historias de amor son en ella imprescindibles, como centro del relato.

Además de que mis lectores no me perdonarían que no incluyera unas cuantas historias de jugoso amor, en Almas en el páramo, la conclusión final orbita también en torno a la idea de que la vida carecería de sentido sin otra vida alrededor; sea lo que sea el alma, carece de sentido sin contacto con otras almas; no estamos hechos para la soledad, estamos hechos para amar y hallar la armonía con todo lo que existe. Disponemos de mucho tiempo para conseguirlo, todo el tiempo del universo”.

- ¿Influencia del realismo mágico?

“Mi primer contacto con el realismo mágico llegó en la adolescencia con La hojarasca y El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, pero fue subrepticio, lo justo para despertarme el interés. A los veinte años, con mi lectura de Cien años de soledad, que fueron dos lecturas seguidas sin interrupción, me maravillé. Pero no fue hasta que cayó en mis manos la obra de Juan Rulfo, primero de El llano en llamas y después de Pedro Páramo, cuando supe que también yo había sucumbido a un encantamiento.

Sin embargo, suelo hacer ciertas consideraciones que, por supuesto, podrán corregirme los entendidos en literatura. El ámbito de la literatura es siempre, el de la realidad y el de la magia, porque es fruto de la invención. El realismo mágico lleva al extremo lo que ya estaba en la literatura. A Juan Rulfo le salió redondo, en él parece que no le costara porque brotó de forma espontanea. Quería hablar de la vida, los sentimientos, las tradiciones y creencias de su gente cercana y expresarlos con las mismas palabras que ellos emplearían. Pero en la cultura mexicana los vivos y los muertos transitan los mismos caminos, y no se distinguen muy bien unos de otros”.

- ¿Escritor de mapa y brújula?

“Antes de comenzar un nuevo proyecto sé qué quiero escribir y de qué voy a hablar. Una vez me pongo a escribir, procuro estar atento a la emoción y sigo los senderos que van apareciendo cuando los considero interesantes. Es decir que también brujuleo mucho. Pese a planes, mapas y brújulas, más veces de las que quisiera terminó en un desierto sin saber cómo he llegado hasta allí. A veces tengo que rehacer los mapas y calibrar la brújula para empezar de nuevo”.

- ¿Se deja llevar por la intuición?

“Sí. Para bien muchas veces y errado en otras.”

- ¿Y escribe para el futuro?

“No existe la posteridad. Todos partiremos de aquí sin otro equipaje que el que trajimos al nacer. Tal vez esa parte que llamamos alma, se lleve algunas briznas de conocimiento; nadie lo sabe y quien diga que lo sabe, engaña. Escribo para mis lectores y no me preocupa si son dos docenas o dos docenas de miles. El cariño que me devuelven me contenta de sobra, es el único que acepto como tal premio. En esta época, donde el censo de los que leen mengua cada día, donde los que tienen buena comprensión lectora empiezan a ser una excepción, donde los que otorgan los premios parece que jamás hayan leído una obra literaria, donde los premios son un medio para repartir prebendas con las que ganar clientela, donde los premios se asignan por cuotas, tanto para mayores, tanto para jóvenes; tanto para hombres, tanto para mujeres; tanto para oscuritos, tanto para claritos, tanto para los de más acá, tanto para los de más allá. No quiero participar en nada de eso. Tengo la mejor recompensa cada días porque sé que mientras respondo estas preguntas unos cuantos lectores tienen un libro mío en su manos”.

- Por último, la pregunta del millón ¿cuáles son sus lecturas de referencia?

“Como lector soy fiel a mis viejos amigos. Este año he leído a Stefan Zweig, Alejandro Sawa, Saramago, un poquito de Virginia Wolf, he hojeado mucho a Rosalía de Castro, a Miguel Hernández y a Antonio Machado. Sólo hojeado, porque la poesía debe leerse para el deleite. He repasado algunas de mis viejas novelas de Benito Pérez Galdós, he devorado cada artículo o noticia de ciencia, y he repasado un poco a los viejos filósofos. Pero todo eso lo hago por impulso. Soy caótico, no tengo una norma”.

Saludos, noviembre, desde este lado del ordenador