Archive for Marzo, 2019

El zoo de papel, una película de Daniel León Lacave

Miércoles, Marzo 6th, 2019

Dirección y guión: Daniel León Lacave / Productor ejecutivo: Ignacio Manuel Bello Moreno / Producción: Luis Alberto Serrano, Françoise Philippart y Rolando González / Ayudante de dirección: Lamberto Guerra y Moneiba Bolaños / Director de fotografía: Ulises A. Morales / Sonido: Daniel Mendoza y Néstor Medina / Arte y vestuario: Estrella Santana y Yaiza Mederos / Jefa de vestuario: Arantxa Arenas / Maquillaje: Ana Rodríguez Liria y Elisa Moretti / Música: Jonay Armas / Ayudante de cámara: Job Alejandro Gil / Auxiliar de cámara: Alejandro Carnicer / Jefe de eléctricos: Paco Perdomo / Foto Fija: Sergio León / Intérpretes: Yazmina Guerra (Elena joven), Borja Texeira (Antonio joven), Pino Luzardo (Elena mayor), José Antonio González (Antonio mayor), Lamberto Guerra (comisario), Iván Álamo (hijo joven), Víctor León (niño), Cristo Quintana (guardia)

Que me venga a la memoria y salvo Guarapo (Teodoro y Santiago Ríos, 1989) no se ha prodigado demasiado el cine de esta tierra en contar historias ambientadas durante y después de la Guerra Civil española, no resulta así extraño para quienes están más o menos iniciados en su cine que el cineasta Daniel León Lacave asumiera el reto en El zoo de papel, un cortometraje que, en contra de otras películas de su autor, cuenta con el respaldo de una producción bastante sólida que obliga a especular por donde podría ir la cinematografía de un director hoy tan estajanovista y militante del cine leve, o un cine de indigencia no falto de imaginación y entusiasmo.

El zoo de papel como las otras películas del cineasta, es un trabajo de personajes luego su carácter es intimista, muy personal, para aproximar al espectador a un drama familiar que tiene final feliz, sí, pero también amargo.

Esta es la historia de un hombre con fuertes convicciones que ha sido preso por las autoridades franquistas . Uno supone que en los años cincuenta del pasado siglo. Pese a la presión de sus carceleros y las amenazas veladas y no veladas de pasar a mayores, el hombre se resiste a perder lo último que le queda, una dignidad que transmite a su mujer y a su hijo, hijo al que renuncia ver mientras continúe al otro lado de los barrotes.

Sin caer en el chantaje emocional ni en un maniqueísmo extremo, El zoo de papel se preocupa más que en denunciar en mostrar cómo se mantiene de pie una persona a la que se le ha privado de libertad por lo que piensa y en cómo transmite sus valores a los seres que quiere, su esposa e hijo.

El empleo de la elipsis para narrarnos un relato que dura al menos dos décadas, es otro de los hallazgos de la cinta, ya que se tratan de figuras de animales de papel que el padre hace llegar a su hijo a medida que pasa el tiempo.

Esta no es la primera película de ambientación histórica de Daniel León Lacave, ya lo hizo en el pasado con Los pechos de Paula, aunque sí se revela a un cineasta mucho más seguro de sus posibilidades, además de ser uno de los pocos artistas que apuesta por un cine que sin renunciar a su carácter personal, cuenta historias a través de los personajes ya que, al margen de su cine leve, que también, el director y guionista sostiene sus creaciones cinematográficas en un clasicismo tanto escrito como visual digno de elogio. Su filmografía, muy respetable hasta este momento, muestra así a un cineasta con una mirada personal con la que explota las constantes que caracterizan una obra que incide, entre otros temas de calado, en la infancia, la pareja y en unos valores, como es la dignidad como último asidero al que aferrase cuando todo parece perdido.

Con estos elementos y otros más, Daniel León Lacave ha ido armando una carrera que, desgraciadamente, no sale de los circuitos habituales del cortometraje y del cine que se rueda en provincias, pero que merece trascender estas fronteras y llegar a otros públicos.
Viendo El zoo de papel, una película con una esmerada producción, me preguntaba de lo que podría ser capaz este autor, así con todas sus letras, si contara con suficiente presupuesto para narrar las historias que estoy seguro tiene escritas pero que actualmente le son inviables por problemas presupuestarios.

Mientras tanto, y como el personaje central de El zoo de papel, Daniel León Lacave continúa realizando películas con las que planta cara a gigantes que no son molinos de viento. Su empeño, si se quiere denominar así, ha dado como resultado algo que no parece sino que es CINE.

Saludos, un miércoles de ceniza, desde este lado del ordenador

Teatro de sombras, una película de Josep Vilageliú

Lunes, Marzo 4th, 2019

Producción: Laly Díaz / Guión y Dirección: Josep Vilageliú / Ayte. dirección: Daniel León Lacave / Fotografía: Facundo Pérez / Edición: Daniel León Lacave / Maquillaje: Marisa Parsons / vAytes producción: Adela Valentín, Lorenzo Delgado, Irene de Henar Delgado, Mari Carmen Díaz / Fechas de rodaje: agosto-septiembre 2018 / Duración: 20 minutos / Rodada en Candelaria (Tenerife) / Intérpretes: Cristina Piñero, Norberto Trujillo, Cathy Pulido, Verónica Galán, Miguel Batista n

Teatro de sombras es una de las más perturbadoras películas en la ya larga y perturbadora filmografía de su realizador, Josep Vilageliú, a quien se puede considerar como padre fundador junto a Daniel León Lacave del cine leve, o cine pobre en acertada definición de este último aunque en el caso de Vilageliú y de otra manera aunque con similares miradas por el mismo Lacave, lo de pobre o indigente se obvie por un preciso y hasta elegante trabajo de producción y de un acerado ojo artístico de quien se encuentra detrás de la cámaras, en el caso de Josep Vilageliú, un cineasta que parece estar viviendo un período de estado de gracia con sus últimas propuestas cinematográficas, trabajos todos ellos en los que se ha desprendido de un cripticismo inicial y balbuceante para cristalizar ahora en un cine de agradecido calado poético y, ocasionalmente, extraño.

Se dice que Teatro de sombras es una película atípica, pero película al fin y al cabo de y sobre fantasmas. No les falta razón a quienes lo aseguran aunque los espíritus o entes que desfilan alrededor del personaje protagonista de la película y que interpreta la actriz Cristina Piñero, tienen más vida que la supuestamente habitante– ¿real o ficcional?– de la vivienda en la que se desarrolla la historia o historias a las que asiste el personaje central sin pronunciar palabra: los encuentros y desencuentros de dos parejas que hacen vida en común junto a ella, aunque no perciban su presencia ni de la de los otros.

Rodada en blanco y negro y prácticamente en elegantes planos secuencias, produce cierta desazón contemplar esta película donde no queda muy claro quienes son los espectros, ya que se trata de una decisión que debe de asumir el espectador, así que quien ahora les escribe ha escogido quizá el razonamiento más retorcido, el más difícil todavía: el único fantasma de esta historia es ella, la mujer solitaria, la que se asoma a la ventana y espera escuchar una voz humana pero incorpórea en su estación de radioaficionado.

Teatro de sombras se desarrolla prácticamente en interiores aunque se inicia y se cierra con un plano de la antena de radio instalada en el techo de la vivienda. El crepitar de las ondas se confunde con el devenir de dos parejas que celebran o lamentan su unión, el espectáculo de cualquier relación sentimental al que asiste con conmovedora y resignada sorpresa la habitante –¿real o ficcional?– de una casa de la que conocemos el dormitorio, el salón y la cocina, los escenarios en los que se desarrolla un drama que ha sabido transmitir cierta angustia, cierta necesidad por escapar de esa mirada casi muerta –¿de marioneta?– con la que Cristina Piñero asiste a unos lances amorosos que, parece ser, les han sido negados que disfrute.

Se masca en el ambiente no el signo de la tragedia sino el sino de la soledad más absoluta, que es aquella que se vive rodeado de personas aunque estos sean ¿fantasmas? que actúan en tiempos distintos aunque hay un plano en el que aparecen los cuatro y la protagonista, el quinto elemento, en el que, personalmente, considero uno de los momentos más terroríficos de esta película que debe estar llamada a otros méritos y elogios. Y se escribe “terrorífico” porque tiene una lectura que traduzco como el vacío y la condena de estar solo. Ya lo escribió Calderón de la Barca: “¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

Saludos, bravo, desde este lado del ordenador