Perdone usted que no me levante

Domingo, Febrero 7th, 2010

 cheshire.jpg

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.” (Groucho Marx)

La Opinión de Tenerife publica hoy, domingo, 6 de febrero, una interesante entrevista con el viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Alberto Delgado. Les invito a que la lean (basta con pinchar el enlace), ya que quien les escribe confiesa que algunas de sus respuestas le han dejado descolocado y más frío que un iceberg a la deriva. Algo previsible, no obstante, porque a medida que pasa el tiempo no termino por visualizar ni entender a nuestro actual responsable en la materia.

¿ENTONCES…?

Está claro que vivimos en época de vacas flacas. Y cuando digo lo de vacas flacas me refiero en especial a eso que llaman Cultura porque siempre es el primer área que sufre recorte en sus presupuestos por aquello de la contención del gasto. Lo que sí llama de forma notable la atención es que, entre otras cosas, Alberto Delgado confiese en esta misma entrevista con una ingenuidad que desarma, que se enteró de la suspensión de Mueca “por la prensa” para acto seguido limpiarse las manos de tan espinoso asunto añadiendo que nadie del Mueca habló con él.

Todavía.

“No se han dado este tipo de movimientos y yo tampoco puedo salir a la palestra como si fuera el abanderado de los defensores de la cultura”, comenta.

Y yo pienso, porque últimamente no hago otra cosa que la de pensar, que esa es precisamente una de las muchas acciones que se espera de usted precisamente por el cargo que ocupa: ser el primer “abanderado” de la famélica legión de los que son defensores de la cultura. Sobre todo cuando tiene muy claro (como lo tenemos muy claro quienes nos preocupamos por estos temas sin responsabilidad ni influencia política alguna) que Mueca “si este año se deja de hacer, no estoy tan seguro de que se pueda recuperar el próximo año.” (La negrita es nuestra).

Y PESE A TODO

En contra de lo que puedan pensar algunos, y pese a sobresalientes desaciertos como la de permitir todavía que en las ya tristemente famosas (des)comisiones de nuestro audiovisual figuren miembros –ahora sin voto pero sí con voz– de la Acepa (cuando muchos de los proyectos presentados a esas (des)comisiones son de gente de esa misma asociación), la gestión de Delgado no ha sido todo lo mala que algunos pudieran pensar. Es más, creo que ha sido lo suficientemente buena para que, culturalmente hablando, los efectos de la dichosa crisis no hayan resultado demoledores en las islas.

Todavía.

El actual viceconsejero tiene madera, además, de mediador. Papel que debe continuar explotando en unos días tan poco aciagos como son los actuales. Ello implica que sí debe de abanderar a los defensores de la cultura sin salirse de su sitio. Y al mismo tiempo, el de garantizar que está ahí, no encerrado como muchos sospechaban en una extraña torre de marfil.

¿SINIESTRAS LISTAS NEGRAS?

Se le pregunta al Viceconsejero en la entrevista si es verdad eso de que en su departamento existan listas negras de artistas y creadores críticos. Y Alberto Delgado responde una vez más con argumentos digamos que ingenuos porque, destaco del texto, “lo primero que me dijo Paulino Rivero (al ser designado en el cargo) es que hay que atender a todo el mundo. Eso es también lo que a mí me pide cuerpo”.

Y pone como ejemplo al escritor canario Luis León Barreto, al parecer una de las voces discordantes, porque pese a sus arremetidas: “sus libros están en Madrid y algunas de las obras traducidas son suyas” gracias al Gobierno de Canarias; así como a todos aquellos que si bien han presentado proyectos como no salen adelante, se han dedicado a alimentar con rencor el mito de la caza de brujas.

Y no, que no veo yo al señor Delgado todavía como una especie de siniestro senador McCarthy.

El Viceconsejero habla: “Todos creemos que nuestro proyecto es el mejor, pero claro, el problema es cuando hay tres ideas mejores a la tuya. Entonces es cuando se habla de listas negras. Si es que muchas veces traemos hasta profesionales de fuera de Canarias para que valoren los proyectos, con el fin de que no se puedan crear suspicacias. Y aún así se hablan de listas negras”.

Y finaliza el buen hombre: “Yo puedo hacer una lista muy grande de gente crítica con este Gobierno actual y que sin embargo están participando con nosotros en proyectos conjuntos. Cuando quieras podemos hacer esa lista. Hay personas que nos han criticado mucho incluso a través de los medios de comunicación y que han recibido nuestro apoyo en algunos proyectos.”

Lo que me hace plantear, y lo escribo de veras con la humildad del sencillo aprendiz:

¿Podría confeccionarnos esa lista un día de estos y presentarla en oficiosa rueda de prensa?

Uy, mucho me temo que no.

Saludos, sin que se me borre de la cabeza la gloriosa imagen de Juana de Arco, desde este lado del ordenador.

Controlando al ‘mago’ que llevamos dentro

Sábado, Febrero 6th, 2010

 boca.jpg

¡QUÉ GRANDE Y PATÉTICO ES IR AL CINE!

Esto de ir al cine me sigue proporcionando gratos momentos desagradables. Tan gratos y desagradables que si no existieran esto de ir al cine no sería –al menos para quien les escribe— una especie de odisea de todo a un euro.

Y digo que esto de ir al cine me hace pasar buenos y malos ratos (dentro siempre de un cuadricular orden) porque gracias a esas ya no tan extrañas anomalías saco conclusiones cada vez más tontas de la condición humana.

La primera de ellas es que esa palabra mágica y en boca de todos como es educación se ha convertido en papel quemado, en trágicas cenizas por el amplio número de descerebrados con los que cada día tengo que toparme. No es una cuestión generacional la de ser lo que conocemos por esta tierra como mago a secas. Ese mago que no define ya al campesino canario sino el mago que habita dentro de nosotros mismos.

TIEMPO DE CONFESIONES

Sí, lo admito. Yo también llevo un mago dentro. Un pequeño pedazo de mago anclado en uno de los rincones más oscuros del alma. Lo que quizá me diferencie, como a tantos otros, es que intento mantener oculto ese lado irracional que nos define a los habitantes de estas ínsulas. Ésa y no otra es la razón que hace que mantenga dormido a uno de los tantos monstruos que dominan mis emociones.

No obstante, el problema, o mejor el asombro, es que soy consciente que como al resto de los demonios que duermen la siesta en mi espíritu, le resulta sorprendentemente fácil despertarse de su letargo. Y entonces se escapa con tal furia que me resulta dolorosamente difícil doblegarlo.

No obstante, la costumbre, el morderme la lengua y cerrar los puños, está logrando lo que hasta hace unos meses me parecía una tarea casi imposible: dominarlo. Huelga escribir que el esfuerzo me está resultando francamente molesto.

Y me resulta molesto porque observo que mientras hago el intento que el mago que llevo dentro descanse, a los demás les importa un comino y sacan el suyo como seña de identidad.

De hecho, y quizá los disculpe (humanista que soy) es porque viven felices adoptando esa identidad de mono sin evolucionar. Actitud que, de veras, en ocasiones me divierte siempre y cuando no resulte agresivo a mi entorno.

ÉRASE UNA VEZ EN UNA SALA OSCURA…

Les contaba todo esto porque el viernes pasado volví a vivir una situación tragicómica en un cine que me dio pie a esta reflexión.

Me encuentro en una de las salas de esos multicines sin nombre para ver La carretera, filme inspirado como todo el mundo sabe en la abrumadoramente triste novela de Cormac McCarthy.

La versión cinematográfica recoge muy bien ese ambiente cenizo y de final de los tiempos que tan bien describe el escritor de Meridiano de sangre (título que para mí sigue siendo el mejor de su carrera literaria), así que la mayoría de los espectadores que nos encontramos en el cine sabemos de qué coño va ir la historia.

Así que entro en la sala con las luces apagadas. Busco mi butaca y me siento para disfrutar de los trailler. Momentos que siempre me ha encantado antes de que empiece la película en sí.

Y entonces. Oh, entonces

empieza La carretera.

VIAJE AL FIN DE LA NADA

Y mientras procuro sumergirme en esa amarga historia desesperada escucho a mi lado, como en sensurround, un crunch, crunch que me despista. De hecho, mientras la pareja protagonista del filme se esconde de los caníbales del nuevo mundo que ya tiene fin pienso que se trata del masticar de esos mismos caníbales sólo que…

¿Qué oigo?

¿Qué extraña música penetra en mis oídos?

El crunch se tranforma hora en un sluuurp francamente repugnante.

Miro de reojo y veo que la bestia que tengo al lado es el causante de esos rebuznos. Lo que me descoloca, porque el tío y la chica que lo acompaña están más pendientes del cubo de cotufas que tiene él sobre las rodillas y del vaso de refresco que de la película.

Continúa la proyección de La carretera con sus malos rollos. Se intercalan los recuerdos de la madre. La voz en off subraya lo chungo que puede ser nuestro mundo cuando pueda dejar de ser nuestro mundo.

Lo peor de todo, sin embargo, es que estoy más pendiente de esa pareja de jovencitos que del filme. Quizá, razono ahora, porque concentrados en sus cotufas y refrescos les importa un bledo que los protagonistas de la cinta se conviertan en alimento de los “malos”.

De hecho, hasta creo que la pareja se ha equivocado de película. Que se metieron en La carretera esperando ver otra americanada. Aunque se da el caso, singular, que ni ella ni él hablan porque tienen la vista clavada en el cubo de cotufas mientras sorben el refresco.

Espero pacientemente a que se les terminen las chucherías con los ojos pegados en la pantalla y en la pareja que tengo al lado. Es como si asistiera a dos películas no tan diferentes.

¿SE HARÁN PREGUNTAS?

Me pregunto así qué dirán cuando aparezca el barco con el nombre de esta isla en la que vivo con una inquieta sonrisa. El crunch, crunch se va apagando a medida que avanza la desoladora acción del filme.

Pero me quedo con las ganas de saber qué hubieran dicho cuando vieran en pantalla el nombre de la herrumbrosa embarcación (vean la película y sabrán por qué) así como de reconocerlos cuando llega el inevitable pero esperanzador The End de la película.

La pareja de magos se escabulle nada más aparecer los títulos de créditos finales. Y como soy de los que tiene la mala costumbre de quedarse hasta que el filme concluye, admito que soy incapaz de reconocer a esos dos individuos que casi sacan al mago que llevo dentro.

No me fue difícil controlarlo, admito. Aunque hubo un momento, cuando al chaval de las cotufas le sonó el móvil que casi lo saca fuera en forma de soberano tortazo.

Venció, les digo, mi sentido de la sensatez. Sentido que cada día tengo más desarrollado, huelga decirlo.

Caminando a casa con las manos en los bolsillos llego a la conclusión, no obstante, que en esta carretera que es la vida efectivamente hay buenos y malos.

Y algo me dice, aún con voz pequeña, que si sigo así, es más que probable que yo sea de los buenos.

Saludos, encadenando a ese King Kong que llevamos dentro, desde este lado del ordenador.

I don´t like sunday

Domingo, Enero 31st, 2010

 shifer.bmp

LA SILUETA OMINOSA

El revival al que estos últimos días estamos asistiendo en torno a la obra del escritor y poeta tinerfeño Félix Francisco Casanova tiene como todo revival que se precie un ligero sabor amargo. Está bien, no obstante, que en la primera y pesadillesca década del siglo XXI, la voz del poeta cobre nuevos vuelos y que incluso, como publica hoy La Opinión de Tenerife, haya gente interesada en llevar a la pantalla grande la novela El don de Vorace, proyecto cinematográfico sin embargo que “aún está verde”, explica en el mismo artículo el editor de Demipage, David Villanueva.

Todo este revuelo me hace pensar sin embargo en lo caprichosa que es la fama. También en lo sospechoso que resulta que sólo hablen bien de ti cuando hayas muerto.

Creo, aunque sólo a veces, que los que juzgan y califican sólo son benevolentes con los ausentes. Y esta idea no deja de inquietarme porque soy consciente que nos quedan aún con vida errante muchos escritores a los que ahora no se les hace ni puñetero caso precisamente porque están vivos. Así que habrá que esperar a que estén muertos. Y si cierran los ojos para la eternidad a edades tan ingratas como los 19 años, es más que probable que su cuota de fama efímera se agrande y de alguna manera se asegure si lo que dejaron escrito merece la pena.

¿SIEG HEIL?

Coincide el revival (con olor a flores muertas) de Félix Francisco Casanova con la publicación la próxima semana de una novela inédita pero primeriza de Roberto Bolaño. Se titula El Tercer Reich, pero que nadie busque paralelismos con su estupenda pero también estrafalaria La literatura nazi en América.

Confieso, oh pecador, que le cogí cierta aprensión a Bolaño cuando descubrí que era el escritor que todo postmoderno tenía que leer. Muchos amigos míos, que son postmodernos sin que lo sepan, no se cansaban en recomendarme sus novelas más famosas: Los detectives salvajes y 2666, pero fue precisamente su insistencia postmoderna lo que me obligó a dar un paso atrás y no atreverme a sumergirme en el universo de un escritor al que conozco sólo por uno de sus libros.

Bolaño, como saben ustedes, ya no está tampoco entre nosotros. Como tampoco está el sueco Stig Larsson, cuya trilogía sobre hombres que odian a las mujeres también me ha sido recomendada por muchas amigas para nada postmodernas y muy pocos amigos postmodernos.

A día de hoy sigo sin haberlas leído, aunque vi la película con la esperanza de que me animara hacerme con ellas aunque, previsible que soy, de la cinta sólo me estimuló su actriz protagonista.

FRUSTRACIONES DE UN HOMBRE LOBO ADOLESCENTE

Esto me hace reflexionar sobre las adaptaciones cinematográficas de novelas. No recuerdo ninguna que me calara pero sí algunas que me hicieron recordar lo leído mientras las contemplaba. Un escritor inteligente siempre dirá que una película inspirada en su obra no tiene nada que ver con su obra porque es otra cosa diferente.

Relaciono todo esto con uno de los momentos más frustrantes de mi infancia. En una etapa de mi vida fui un lector voraz de las aventuras de Mortadelo y Filemón, y muchas veces, mientras leías aventuras como El sulfato atómico o Magín el mago, me preguntaba cómo diablos no habían sido llevadas al cine. Todo esto se me pasaba por la cabeza antes de que  interpretaran a los personajes en carne y hueso en la gran pantalla, pero lo que yo quería en aquella época era ver en el cine a Mortadelo y Filemón en dibujos animados.

Fue en el cine Rex –probablemente uno de las salas más hermosas de la capital tinerfeña reconvertida hoy en sala de fiesta in pero out…– donde exhibieron algunos cortos animados de esta chiflada pareja de agentes de la TIA.

Las películas me resultaron horrorosas. Pero lo más horroso que masticó mi cabeza no fue la decepción que sentí al contemplar aquella animación rutinaria y choricera, sino las voces que doblaban a sus protagonistas.

Así no hablaban en mis sueños ni Mortadelo ni Filemón. Más tarde me pasó con Astérix y posteriormente con Tintín.

Ustedes perdonen, pero es que detesto las tardes y noches de los domingos. Son días que me saben a final. Y lo que me sabe a final me hace delirar.

UN POBRE CHICO ENAMORADO…

Lamento, oh pecador, haber dejado pasar Katyn, la última de Andrej Wajda, en TEA. Pero tengo mis razones. Razones que son prejuicios ya que me cuesta un riñón ir al TEA porque todavía siento que le estoy poniendo los cuernos a una novia maravillosa pero muerta recientemente como fue el cine Víctor.

Esperaré a que saquen el dvd. O a que alguien me la baje de Internet si encuentro a un valiente que no le tenga miedo a nuestro cada día más inquisitorial Ministerio de Cultura.

…QUE RECUPERA SU FE EN LAS CAUSAS PERDIDAS

Recupero en casa Confesiones verdaderas, de Ulu Grosbard. Una de esas películas que no me canso de ver y que crecen con el tiempo. Se trata de un policíaco extraño, con dos hermanos (un policía cínico pero honesto que interpreta Robert Duvall y un sacerdote con vocación empresarial que asume Robert De Niro) que vuelven a unirse cuando aparece el cadáver de una prostituta troceado en un descampado en Los Ángeles (ecos de la Dalia Negra).

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto volviendo a ver una película. Y eso que este fin de semana cayó también A quemarropa de John Boorman. Claro que basada en el material literario (otra vez las adaptaciones) que la inspira no hay color.

No.

No hay color.

Saludos, a lo I don’t like sunday, desde este lado del ordenador.

Ser o no ser. ¿Es la cuestión?

Sábado, Enero 30th, 2010

taringa.jpg

(Los titulitos de los comentarios corresponde a comedias de ese señor que se llamó William Shakespeare)

MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

El diario La Gaceta publica en la edición del viernes, 29 de mayo, una rectificación a la noticia que sobre Vicente Mora publicó este mismo periódico el pasado 19 de enero. Como recordarán los iniciados, en esta noticia, entre otras cosas se menciona a quien les escribe desde esta bitácora. Les invito a que pinchen y a que, por supuesto, lean. Les recomiendo, además, a que saquen conclusiones.

A BUEN FIN NO HAY MAL PRINCIPIO

Leo en Diario de Avisos que, pese a las nubes oscuras que les impiden ver, al parecer el Puerto de la Cruz acogerá del 22 al 26 de septiembre de este año la segunda edición del Salón Internacional del Libro Africano (SILA) y un nuevo encuentro de los editores de Canarias. El lugar de celebración será una vez más el Castillo San Felipe de Puerto de la Cruz y el encuentro pasa de tres a cinco días.

MEDIDA POR MEDIDA

Les animo a que lean el interesante reportaje que publica hoy, 30 de enero, La Opinión de Tenerife ,sobre el impacto económico de los festivales culturales en estas islas tan alejadas de la mano de los dioses.

LA FIERECILLA ¿DOMADA?

(NOTA: Obviamente la interrogaciones de ¿domada? son nuestras)

Lo que era de esperar. Todavía caliente el cuerpo del recientemente fallecido J. D. Salinger ya comienzan a circular historietas sobres sus relaciones sentimentales. Intento evitar esta avalancha informativa que muestra ahora las heces del genial escritor porque parece como si se pretendiera demostrar que el huraño Salinger era humano. No sé si más que humano, pero eso es otra historia. Lo que sí tengo claro es que hoy más que nunca entiendo la obsesión de Salinger por refugiarse como un monje cartujo en su cabaña o refugio.

COMO GUSTÉIS

En plena fiebre 3D en el cine leo con una mueca el anuncio que el realizador italiano Tinto Bras ha hecho de rodar la primera porno con esta técnica. Al parecer, el cineasta pretende volver a filmar una nueva versión de uno de sus títulos más legendarios: Calígula, una costosísima cinta medio porno protagonizada en su momento por grandes estrellas como Peter O’Toole en el papel de Tiberio, Malcom McDowell como Calígula y Jonh Gielgud.

Saludos, a lo ¡¡¡algo huele a podrido en…!!!, desde este lado del ordenador.

La de cosas que piensa un enfermizo lector compulsivo…

Sábado, Enero 30th, 2010

lector.bmp

¿QUÉ PASÓ ENTONCES?

Ha sido una extraña sorpresa. Devoro en cuestión de días un libro y cuando voy a colocarlo en la librería me doy cuenta estupefacto que ya lo había leído porque me encuentro en la estantería con el mismo libro pero publicado en otra editorial.

No sé si alguna vez les habrá pasado, pero el shock que me produjo hará historia en mis gastadísimas neuronas. Fue como una extraña mezcla de alegría y desánimo placentero.

Alegría porque había disfrutado como un político con dinero ajeno en las manos. Desánimo porque me pregunté como un idiota cómo diablos no recordaba que lo había leído. Intenté justificar la sorpresa diciéndome a mi mismo que su lectura anterior la hice no sé cuánto tiempo atrás, pero ni con esas. Vaya, que no.

¿Qué pasó entonces?

Pues entonces pasó que cuando leí por primera vez ese libro fue como quien lee una receta. No te enteras de nada.

Eso me hizo pensar en la cantidad de cosas que habré leído en mi vida sin enterarme de lo que me estaban contando. Lectura compulsiva y enfermiza, para que me entiendan.

¿RECUERDAS?

Es una cantinela tan antigua como el oficio más antiguo del mundo que no tengo muy claro cuál debe de ser pese a que la mayoría diga lo contrario. Pero he tenido etapas en mi ya agitada vida de marinero lector en la que he devorado libros sin que me quedara muy claro de que iba la cosa.

Vamos… que me preguntan ¿has leído noséqué? y si bien sé que lo he leído no tengo pajolera idea de que iba.

Me imagino entonces que esta falta de memoria nos acompaña a todos los que tenemos la manía de pasar el tiempo leyendo mientras la vida pasa ante nuestras narices sin que nos demos cuenta, pero así son las cosas. Al menos en mi caso.

MÁS ALLÁ DEL VALLE DE LAS MUÑECAS

Esto me lleva a otra divertida reflexión cuando me encuentro con colegas lectores.

Siempre brota el tonto juego de citar nombres de escritores a la espera de sorprender al contrario. Es casi como una partida de ajedrez pero inocente y cansina. Cansina porque ya estoy acostumbrado a que cuándo pregunto: ¿has leido Humillados y ofendidos de Dostoyevski?” y me responden que sí, sé si ese es de verdad o de mentira. Eso sí, ni sé me ocurre preguntarles de que iba. O el nombre de los protagonistas (y mucho menos sin son de novelas rusas, salvo quizá el Raskólnikov de Crimen y castigo) porque si bien me la leí hace un porrón de años y apenas recuerdo algo de ella, sí que tengo presente que me tocó el corazón pese a que apenas pueda ahora contarles en líneas muy generales su argumento.

Les cuento todo esto porque me parto la cabeza intentando entender porque cuando hablo con otros colegas lectores me mienten diciéndome que han leído tal o cual libro cuándo no es verdad.

ZOOQUETES

Soy del caso que cuando no he leído un libro y ni siquiera conozco al escritor lo suelto como si de un escupitajo se trarata. Pero eso no funciona, porque enseguida te responden los que forman parte de esa fauna enjaulada: “¿pero cómo, no has leído a quién ustedes quieran?”

Me molesta, igualmente, los que van a todos sitios con su libro debajo del brazo como quien lleva al perro a pasear. Mi sexto sentido me dice que esa especie (mayoritariamente de machus estupidus) no se ha leído ese libro que parece que lleva para que tome el fresco.

¡Allá ellos! Porque no suelen hacer daño aunque considere que lo que hacen es una aberración. Y destaco lo de aberración porque un libro se lee o no se lee. Y si se pasea es para leerlo en los tiempos muertos que salpican tu existencia diaria en la calle. No con el fin de que la gente te vea con él.

Agradezco no obstante a uno de estos especímenes que gracias a esa anomalía me descubriera recientemente a Sándor Márai. De hecho, creo que fue el fantasma de Márai quien me gritó mientras ojeaba el ejemplar que me pasó ese mismo tipo que lo sacó a la calle a pasear lo de “¡¡¡estoy vivo!!!”

Y tan vivo que estaba. Fue leer la primera frase de sus Confesiones de un burgués y caer bajo su hipnótico hechizo.

Eso sí, le devolví el perrito, digo el libro a la bestia que lo paseaba y corrí a hacerme con un ejemplar como quién corre detrás del secreto de la vida…

Demonios, ¿por qué cuento todo esto?

Y ahora, sólo ahora al hacerme esta pregunta, comienzo a entender los ¿por qué? volví a leer ese libro de cuentos que ya tenía en mi biblioteca.

Saludos, oh hermanos de la costa, desde este lado del ordenador.

Luego rio para no llorar pero lloro porque me da la risa

Viernes, Enero 22nd, 2010

 risa.jpg

A MODO DE PRÓLOGO

Alguien me pregunta en torno socarrón que donde está señor Ojo y le respondo que enterrado en uno de los muchos armarios donde escondo mis cadáveres. Esa misma persona me contesta entonces que mi casa debe de apestar como cuando la Refinería tiene la gentileza de soltar sus malos humos sobre los aires de esta ciudad a la que tanto amo y a la que también tanto odio. Pero dejo de prestarle atención cuando siento que la noche de ayer se confunde en el tiempo con otra noche de hace 26 años atrás. Cuando todos éramos más jóvenes y no sé si felices.

El motivo de este viaje al pasado –con toda la carga de profundidad que conlleva– es que apenas tengo ahora algo que ver con aquel muchacho de hace casi tres décadas. En mi transitar, además, ya no se encuentran los seres queridos que tanto noto en falta y me pongo triste porque sé que me pongo triste cuando la gente a mi alrededor dice que está feliz y pletórica gracias a los brebajes que se derraman por dentro.

La palabra Carnaval me quema la cabeza por eso. Pero tolero (que no es lo mismo que aprecio) la venida de esa fiesta que casi todo el mundo asegura que espera.

EL EXTRAÑO VIAJERO EN EL TIEMPO

Les contaba que como si fuera el protagonista de la extraordinaria novela La máquina del tiempo del maestro H. G. Wells, la noche de ayer me supo a la noche de otro ayer pero de hace 26 años.

El pub se llamaba Delfos y por una generosa invitación del incombustible y para mi ya legendario y necesario Antonio Arozena, mi buen amigo Coriolano González Montañez ofrecía su primer recital de poesía. Cori tuvo entonces la idea (creo que sin escuchar los crípticos razonamientos del oráculo del que tomaba nombre el establecimiento) de invitarme a que lo presentara en aquel acto público. El primero de nuestras vidas. Una buena razón pues para que casi treinta años después repitiéramos la experiencia.

El acto tuvo lugar en La Gramola, bar de copas que ha tenido gracias a Antonio la excelente idea de programar en sus entrañas actos culturales. Poesía ahora todos los jueves; y pronto monólogos de humor, conciertos de música clásica y magia.

Y algo de magia teñida de añoranza hubo anoche. Pero también de vértigo y de extraña tristeza para quien les escribe. No sé, últimamente me cuesta reír y cuando lo hago no parece mi risa de antes. Pero eso es otra historia.

SOLO MUJERES

Lo primero que me sorprende es que el público que asiste al recital es mayoritariamente femenino. Mujeres acompañadas de otras mujeres. O mujeres solas que quieren pasar el rato escuchando poesía. Apenas hay garrulos lo que es una buena señal mientras en mi cabeza sintonizo con The Kinks, grupo que siempre contribuye con su música a que me sienta un poco más feliz.

CAOS. BENDITO CAOS. CAOS.

Presento con la voz entrecortada y la cara colorada. Después Cori lee. Y mientras lee no estoy ahí en ese momento sino 26 años atrás. Intentando descubrirme en aquel chaval con sus ideas locas en la cabeza. Lamento decir que transcurridos los años no comparto ninguna de las locuras de aquel veinteañero sumergido en las aguas negras de la literatura lovecraftiana. Mis locuras actuales son muy distintas y no sé si igual o peor de ominosas que las pesadillas que nos dejó escrito el creador de los fascinantes mitos de Cthulhu.

VÉRTIGO

Al finalizar el recital, abrazos y besos. Cori se escabulle y me quedó con otros dos grandes colegas en el pub conversando con Antonio. Navegan personajes comunes que hemos conocido. Rápido repaso a la nefasta actualidad chicharrera y agradable sorpresa cuando un formidable prestidigitador de nombre artístico Yako hace unos juegos que nos sorprenden a todos. Son juegos de naipes, trucos de magia que siempre me han gustado más que los grandilocuentes espectáculos que diseña David Copperfield, y por mucho que intentemos descubrir cómo demonios lo hace: no hay manera.

Me comentan que es cosa de habilidad pero yo prefiero creer que es cosa de magia. Que las cosas suceden por remotas y caprichosas casualidades y no porque alguien nos engañe. Claro que he dicho que prefiero creer porque sé que inevitablemente siempre hay alguien que nos engaña, que nos despista, que nos quiere fuera…

Resumiendo, que fue una noche extraña. Una de esas noches que para quien les escribe le resultaban tan cotidianas hace treinta años pero que ayer recupera alterando la extraña armadura que se ha construído desde entonces para ir por la vida.

A MODO DE EPÍLOGO

Ruego que me disculpen pero es que con la que nos está cayendo… Confieso que regresé a casa con una risa nerviosa, muy parecida a la del Joker.

Era tanta la risa que casi no puedo subir a mi piso. Me doblaba por las escaleras.

Igual se preguntan: ¿Por qué demonios se reía tanto?

Y la verdad, la verdad es que lo hacía para no ponerme a llorar.

Ahora mismo me estoy partiendo de la risa. Y es tanta la risa que se me empañan los ojos de lágrimas.

Lágrimas amargas.

Luego rio para no llorar.

Pero lloro porque me da la risa.

Saludos, invocando a los Primigenios, desde este lado del ordenador.