Tengo debilidad por Charlton Heston, aunque más que debilidad por Charlton Heston tengo debilidad por muchas de las películas que protagonizó cuando estaba entre nosotros. Entre ellas hay dos títulos que reivindico sin sonrojo alguno: El planeta de los simios y El señor de la guerra, ambas dirigidas por Franklin J. Schaffner, que es uno de esos cineastas que pone de acuerdo a críticos progres y fachas al calificarlo como de artesano. Schaffner además de dirigir estas dos películas con Heston como absoluto protagonista también es responsable de otra serie de películas que han hecho historia en la historia del cine. Entre otros títulos, destacaría Papillón, interpretada por dos magníficos actores, Steve McQueen y Dustin Hoffman. La noticia es que, se anuncia a bombo y platillo, unos misteriosos productores del espacio exterior tienen en proyecto una nueva versión de la película que, mira tú por donde, podría rodarse en Canarias. Eso dicen. Y yo no me lo creo.
La información, que apareció esta misma semana en un periódico local, sirve además para presentar oficialmente a la sociedad canaria la empresa audiovisual Atlantia Canarias, que formaliza estos días su ingreso en la Zona Especial Canaria (ZEC), que prepara un foro audiovisual que se celebrará el próximo 7 de mayo en la Presidencia del Gobierno de Canarias. Lo sorprendente del caso es que el director institucional de la ZEC, José Manuel Cerezo Ortega, no sabe dónde se mete ni, sospecho, con quién se está metiendo.
Vicente Mora, que es quien ha dejado caer que se está preparando una nueva versión de un filme protagonizado por Steve McQueen de los años 70 (toma ya) es un hombre a quien acompaña los poltergeist allí por donde se mueve. Y si no, que se lo pregunten al Ayuntamiento de Adeje, donde hace unos años llegó con la brillante idea de construir una ciudad del cine que al final se quedó en nada. Bueno, sí, le costó el cargo a algún responsable municipal. La cosa, sin embargo, va un poco más lejos.
Vicente Mora, el presunto productor del presunto remake de Papillón pese a que no hay “confirmación oficial sobre la identidad del remake”, cuenta con una filmografía cuanto menos interesante: Barrio Sésamo, aparecer en los créditos de 11-M. Todos íbamos en ese tren y ser director de una película fantasma, El día que murió Judy Garland, y de la que hablaremos más adelante. También cuenta con una trayectoria por festivales de las que dejan huella. Y si no que se lo pregunten a los responsables del la cuarta edición del Festival de Cine Español de Málaga celebrado en 2001, certamen en el que Mora, por aquel entonces adjunto a la dirección, presentó una carta junto a una treintena de personas más en la que se denunciaban impagos y se acusaba a su director, Salomón Castiel, de prepotencia, desinterés e incompetencia.
La versión del Festival malagueño fue, sin embargo, que todo se trataba de una mera reivindicación laboral de un equipo de personas “reunido para la tercera edición del certamen por el entonces adjunto a la dirección Vicente Mora.” “Nos parecen unas declaraciones sorprendentes, extemporáneas y carentes de fundamento. Lo único que ha sucedido es que, cuando concluyó la pasada edición, desde la dirección se hizo una valoración del resultado y se consideró que los objetivos no se habían satisfecho, por lo que se rescindió el contrato y se cerró la oficina del certamen en Madrid. Ahora, toda la organización la llevamos directamente desde Málaga”, publicó en su momento Cine por la RED. El digital añade que según la dirección del Festival no existen deudas pendientes de ningún tipo y que “todos los contratos han sido cumplidos y las facturas están pagadas, como puede demostrarse con documentos. Puede que exista algún fleco pendiente, pero es mínimo”. La dirección rechaza también la acusación de apropiación indebida: “Cuando se cerraron las oficinas de Madrid, lógicamente nos hicimos cargo de las bases de datos que habían sido pagadas con dinero del festival. Todo lo que no pertenecía al certamen, se devolvió al equipo de Mora. De hecho, las denuncias a que se hacen referencia en la carta fueron sobreseídas por los tribunales”.
El caso Judy Garland
El periódico El Mundo publicaba el 20 de agosto de 1997 una noticia bajo el título de “350 millones para un lujo de ópera prima” y el subtítulo “Vicente Mora prepara El día que murió Judy Garland”. Según el artículo, firmado por Milagros Martín-Lunas, Mora, tras llevar más de 15 años escribiendo guiones para otros, como El último, Morulinga, la montaña del corazón, vendido a una productora norteamericana por 20 millones de pesetas, da el salto a la dirección con El día que murió Judy Garland, “un trabajo que se encuentra en proceso de preproducción y que se iniciará el mes de octubre en Nueva York”, informa la periodista. Mora declara que “la verdad es que, en un principio, presenté tres guiones al productor, Enrique Fernández. El primero era una historia muy barata; otro, un thriller y el último fue El día que murió Judy Garland, una comedia sentimental. El me propuso dirigirla y aquí estamos”. Al parecer, destaca en ese mismo artículo que la producción superará los 350 millones de pesetas y que se rodará en inglés en Madrid, Puerto Rico y Nueva York. El reparto está aún sin determinar, explica, “no hemos firmado nada. Ahora estamos tanteando a actores norteamericanos. Por cierto, me ha sorprendido la accesibilidad de los grandes. De momento, lo único que se puede decir es que Sergi López (Western) será uno de los dos actores españoles y que el papel de la chica será, casi seguro, para Salma Hayeck”.
Once años después, y si uno busca en la base de datos del IMBD, se entera que el filme se estrenó en enero de 2002 pero por mucho que uno rastree en Internet no averiguará nada más de la película porque no hay nada más. O sea, que o es un filme fantasma o una película de culto o una cinta que nunca existió. Sin embargo, y si uno se molesta un poquito más, descubrirá en la base de datos del ICAA el siguiente mensaje: “No se ha encontrado ningún resultado”. Obviamente de El día que murió Judy Garland.
Es probable, no obstante, que la película se encuentre en el camino de baldosas amarillas rumbo al mágico mundo de Oz. ¿No?
La cosa sigue. Y sigue, prometemos más entregas de este peculiar culebrón que no ha hecho más que empezar, pero de momento quédense con el pastel que les he dibujado. ¿Papillón en Canarias? Chá viría…