Han puesto en boca de Jorge Gorostiza, no sé si será verdad, que la desaparición del Víctor es algo así como la desaparición de los dinosaurios, inevitable. Olvida Jorge que por las misma regla de tres el templo masónico de la calle San Lucas debería de demolerse un día de estos, así como otros edificios incómodos (privados o no) cuyo uso ya no es competente. Lo triste del asunto es que no me sorprendería nada que Jorge haya dicho estas palabras. Lo conozco y me parecerían bastante patéticos los por qué.
Lo triste es lo que ha degenarado el debate en favor o no del Víctor estas últimas semanas, en especial una misteriosa campaña de imagen que intenta despistarnos a todos del verdadero origen del problema: El Víctor está en la UVI, y los que deberían de pagar al médico no quieren que el viejo salga vivo del hospital.
Esa campaña ¿mediática? (creo que es mucho decir esto), consiste en acusar a los que nos hemos manifestado indignados porque el Cabildo renuncie a la gestión del Víctor de que desinformamos a la opinión pública; también nos han descrito como nostálgicos acostumbrados a mirarnos el ombligo (y la verdad, y no soy el primero que lo dice, tengo una bastante bonito); así como de ir en contra del progreso. He leído incluso la peregrina queja de por qué nos quejamos ahora y no antes de 2003, cuando el Víctor estaba cerrado a cal y canto a la espera de que asumiera su gestión Ideco… En fin, amigos y amigas, tantas tonterías que me hacen sospechar que unos están muy nerviosos. Y si están nervosos es porque no tienen la conciencia tranquila.
El que se pica es porque ajos come.
Así que contesto:
No, el cierre del Cine Víctor no es progreso.
Si hace seis años no se organizó un espontáneo movimiento de protesta ciudadano es porque nuestra querida sociedad civil no había madurado lo suficiente para protestar ante lo que consideramos ahora un soberano disparate cultural. Además, este movimiento ha crecido gracias a internet, ajeno a influencias políticas y otras casposidades parecidas.
No se les mete en la cabeza que el mejor argumento no es el insulto ni intentar descalificar intelectualmente al contrario. La verdad es que utilizando las plumas que tienen… pues no sé yo… Se convence en el debate con ideas, propuestas, soluciones. Nunca ante anuncios inevitables de cierre en nombre de esa palabra tan maltratada que es progreso en boca de algunos depredadores.
No acuso a Cristóbal de la Rosa de nada. Soy consciente que ha tomado una decisión difícil por la que no pasará a la historia de la cultura en Canarias. Más bien se le obviará en el mejor de los casos. Pero sí tengo claro que ha tomado una decisión equivocada, y que esta decisión le ha estallado entre las manos.
Gracias a Internet, el movimiento de protesta, el del NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR, ha hecho oír su voz. Y su voz ha sido correctamente recogida en los medios de comunicación convencionales. No así en uno que se ha declarado abiertamente hostil, llenando sus páginas de artículos de opinión donde han pretendido articular sin éxito razones que justifiquen el cierre de la última sala de Canarias. Ese dinosaurio supuesto que dice que ha dicho el Gorostiza.
El debate ahora, tras el 31 de diciembre, y una vez el Cabildo se haya desprendido de la gestión del Cine es saber qué ocurriá con ella. De la Rosa asegura que no puede ser utilizada para ningún fin que no sea cultural, y eso al menos me tranquiliza y calma como sé que tranquiliza y calma a de la Rosa.
Me quedo un buen rato pensando. Hoy es 28 de diciembre y día de los Santos Inocentes. Si algo bueno ha tenido esta protesta originada en la red es que le ha mostrado a unos y a otros que la gente está dipuesta a luchar por lo que siente y considera que es suyo. Y este cine, como todo cine que se precie: es nuestro.
Hoy más que nunca, estamos con las especies en extinción: ¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!